Casas Reales
Felipe VI y Letizia: la histórica boda del no beso, la novia con 38º de fiebre y el feo de Juan Carlos I a su consuegra Paloma
- Solo hubo un discretísimo y recatado beso en la mejilla que supo a poco. Tampoco lo hubo en el brindis de los príncipes, tras el banquete
- Las fotos inéditas de Felipe VI, Letizia y sus hijas por el 20º aniversario de boda: ¿por qué en los jardines del Campo del Moro y no en Zarzuela?
Ana Gómez Viñas
Diluviaba en Madrid. Aquel 22 de mayo de 2004 caía la mundial. Una Catedral de la Almudena, que albergó la boda de Estado de don Felipe y doña Letizia, ante más de 1.200 invitados y las casas reales de todo el mundo. Se cumple ahora el 20º aniversario de aquel enlace de Estado pasado por agua.
Partió el Cortejo Real desde el Palacio Real. Iba encabezado por un oficial de Alabarderos. En ese cortejo estaban presentes dos invitados que años después dejarían de formar parte de la familia del Rey: sus cuñados, Jaime de Marichalar e Iñaki Urdangarin. Junto a ellos, sus respectivas esposas, las infantas Elena y Cristina. Don Felipe iba con su madre, en su papel de madrina, doña Sofía; y don Juan Carlos entró acompañado por su hermana, doña Pilar. Y aquí vino el desaire. ¿Por que el Rey llegó con su hermana del brazo y no con su consuegra, Paloma Rocasolano? La madre de la periodista entró en la catedral con su hija Telma. Este feo en el protocolo del Cortejo Real pudo ser el origen de una discrepancia entre don Felipe y su padre.
Al llegar el monarca sonó el himno nacional. La misa fue oficiada por el arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela. Ejercieron de pajes, Froilán, que no paró quieto en la misa y no dejó de chinchar; Victoria Federica; Juan, Pablo, Miguel, Victoria López Quesada Borbón Dos Sicilias y Carla Vigo.
Pasadas las 11:00 y bajo un manto de lluvia, llegó Letizia Ortiz al templo madrileño en un Rolls-Royce. Iba acompañada por su padre, Jesús Ortiz. A su entrada se interpretó el Opus 7 nº3 en si bemol de Haendel. El heredero recibió a su prometida con un beso en la mejilla. Las damas de honor, Ana Codorniu Álvarez de Toledo y Claudia González Ortiz, caminaban detrás de la novia, que por cierto tenía 38º de fiebre a causa de un enfriamiento. En la mirada, transmitía una emoción desatada. Las damas, como los pajes, iban vestidas de Lorenzo Caprile.
Los novios optaron por la fórmula tradicional en el momento del consentimiento mutuo: "Yo, Felipe, te recibo a ti, Letizia como esposa y me entrego a ti...". Mantuvieron sus manos entrelazadas mientras pronunciaban las palabras de memoria.
El beso de los novios más contenido, el del balcón
Con el Aleluya de Haendel, los príncipes de Asturias abandonaron el templo. No hubo beso de los novios, pese al público congregado en la Plaza de Oriente, que esperaba este momento. Solo hubo uno discretísimo y recatado en la mejilla que supo a poco. Tampoco lo hubo en el brindis, tras el banquete. Felipe, con la copa de cava en la mano, besó a su mujer en la frente en otro gesto de contención. Letizia mantenía los ojos cerrados. Pero aquel brindis vino mucho después.
Antes, los príncipes se dirigieron por las calles de Madrid hasta la Basílica de Nuestra Señora de Atocha. El Rolls-Royce que los llevaba pasó la Plaza de España, atravesó la Gran Vía, hasta la calle Alcalá, en dirección a Cibeles. Pasó también por donde se levantó el Bosque de los Ausentes, un monumento de casi 200 cipreses y olivos, en homenaje a las víctimas del brutal atentado yihadista del 11 de marzo de aquel 2004.
Tras la ofrenda floral en la Basílica de Atocha, Felipe y Letizia regresaron al Palacio Real por la misma ruta. Daba comienzo el banquete nupcial. En honor a la novia, fueron recibidos por la Banda de Gaitas Ciudad de Oviedo.