Casas Reales
La otra condena de Iñaki Urdangarin: no encuentra trabajo, vive de alquiler y se mantiene gracias al soporte económico de su novia
- Este pasado 9 de abril finalizó la pena de cinco años y diez meses que le impuso el Tribunal Supremo
- Desde marzo de 2022 se encontraba en libertad condicional
- Solo estaría cobrando 463,21 euros al mes del Estado como expresidiario, una pensión que se le ha asignado durante un máximo de dieciocho meses
Informalia
El ex duque de Palma Iñaki Urdangarin ya es un hombre libre, aunque sólo en lo que a la justicia se refiere. Y es que los delitos por los que fue juzgado y encarcelado -el 18 de junio de 2018 en la prisión de mujeres de Brieva, Ávila-, le han quitado mucho más que cinco años y seis meses de libertad (los dos últimos, hay que puntualizar, en calidad de "condicional"). Así, este pasado 9 de abril finalizaba la condena que le impuso el Tribunal Supremo en el caso Nóos por malversación, tráfico de influencias, prevaricación, fraude a la Administración y dos delitos fiscales. Sin embargo, aunque ya ha cumplido con la justicia, arrancar una nueva vida a sus 56 años está siendo para él otra gran penitencia.
El ex cuñado de Felipe VI, que llegó a cobrar, bajo la dirección de Nóos, más de 700.000 euros por asesorar en la organización de eventos deportivos celebrados en Valencia y Baleares; que cerró un contrato con Telefónica en Estados Unidos por valor de 1,5 millones de euros o que contaba con la protección de la Casa Real, vive en estos momentos una situación que ni en sus peores pesadillas podría haber presagiado. Sus ingresos mensuales, quién se lo hubiera dicho hace seis años, son ahora de 463,21 euros, otorgados por el Estado en calidad de subsidio por desempleo como persona liberada de prisión.
Eso sí, dicha asignación pasará a ser de 0 euros en año y medio si no consigue encontrar trabajo, pues según informa el Servicio Público de Empleo Estatal (el SEPE), "el subsidio tiene una duración de seis meses, prorrogables por otros dos periodos de igual duración, hasta un máximo de 18 meses". Y encontrar quien le ofrezca un contrato, en su situación, no es algo sencillo. Porque antes de su sentencia en los tribunales, el exmarido de la Infanta Cristina ya había sido juzgado por la sociedad. Ahora, con esa imagen fraudulenta acompañándole aún en el imaginario de muchos, sin título de duque consorte -pues Felipe VI revolcó el ducado a su hermana en 2015- y sin el apoyo de la Familia Real, no le va a resultar nada fácil conseguir trabajo.
Hace meses varios medios publicaron que Iñaki tenía un empleo en una pequeña constructora de Vitoria propiedad de un vecino de toda la vida de la familia Urdangarin, pero no es cierto: es su novia, Ainhoa Armentia, quien tiene trabajo en dicha constructora. Suerte que ella sí tiene ingresos, pues es la que se ha convertido en la principal fuente de sustento del ex jugador de balonmano. Además, también cuenta, por suerte, con la ayuda de su familia: de hecho fue su madre, Claire Liebaert, quien lo acogió en su domicilio, ubicado en la urbanización Ciudad Jardín de la capital alavesa, cuando la justicia permitió que el ex duque quedase en libertad condicional. Luego, Iñaki se independizó con su novia dentro de la misma urbanización, pues ambos viven ahora de alquiler en un piso -nada tiene que ver con el palacete de Pedralbes que compartió en Barcelona con la Infanta Cristiana, por cierto- cuyo coste parece que sufraga en gran parte Ainhoa.
Por suerte, parece que Urdangarin se acostumbró a los pocos lujos de prisión y vive una vida bastante modesta sin grandes cargas económicas. De hecho, tras la firma el pasado mes de enero de su divorcio de la Infanta Cristina, él está exento de pagarle una pensión a sus hijos, pues ha sido ella quien asume los gastos de Juan Valentín, Pablo Nicolás, Miguel e Irene. Y lo hace gracias a su trabajo en la Fundación La Caixa y la Fundación del príncipe Aga Khan en Ginebra, además de la ayuda que según dicen recibe de su padre, el emérito Juan Carlos.
Sin embargo, aunque Iñaki no les pase pensión, sí que sigue muy unido a sus hijos y según afirman fuentes cercanas, "los adora" a pesar de que ahora los vea menos y haga todo tipo de peripecias para no coincidir con su ex mujer cuando los visita.
Otros de los lujos que Urdangarin parece ser que añora de su vida anterior a la cárcel y que ahora no se puede permitir es la seguridad, algo que lo obsesionaba profundamente cuando residían con su familia en Washington. Ahora, sin embargo, vivir sin escoltas no debe de ser fácil cuando, a pesar de haber cumplido condena, debe enfrentarse al juicio de la gente a pie de calle: "Él alega, y puede que tenga razón, que será siempre él y que es conocido por su pasado. Le han insultado e increpado por la calle en muchas ocasiones, pero tendrá que empezar a vivir con eso y esperemos que, con el tiempo, como ocurre siempre, termine convirtiéndose en una persona anónima", ha declarado una fuente cercana a Zarzuela a El Español Porfolio.