La no reunión de Juan Carlos I y Carlos III en Londres: un despropósito desde el minuto uno
Ana Gómez Viñas
La agenda estrictamente privada de don Juan Carlos en Londres ha sido un despropósito desde el minuto uno. Cada movimiento de las 48 horas que pasó en suelo británico se ajustó a la estructura "está previsto" porque, a falta de confirmaciones oficiales sobre su reunión con Carlos III, estábamos dando palos de ciego. Ahora hemos sabido que el padre de Felipe VI no se vio con el monarca inglés. Lo publica El Mundo citando fuentes de la embajada británica en Madrid, tal y como ha informado la Casa Real británica. O sea que no. Que no se vieron. El formato comida (que fue así como trascendió desde el entorno del monarca desde el principio) se negó desde hace días en ABC, Europa Press y EFE, que informaba que en Buckingham no constaba esa cita. Después, volvimos a la versión contraria. Finalmente El Mundo constata hoy que por no haber no hubo ni encuentro.
Esta supuesta reunión entre emérito y monarca siempre se enmarcó en lo estrictamente privado. Y ha venido precedida por eso, por la contradicción y la incertidumbre (que sí y que no y las dos cosas a la vez). De hecho, el martes 18 TVE aseguraba una reunión entre ambos, pero no precisó a qué hora. Esto del no almuerzo (o la no reunión) ha sido un error de comunicación. Porque por muy estrictamente privado que hubiera sido -y aunque no constara en la agenda oficial- la no confirmación contribuye a la desinformación.
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Quedan minutos para que el Rey emérito aterrice, el miércoles 19, en el aeropuerto Peinador de Vigo y la expectación mediática y social se ha replicado en Vigo, en Sanxenxo y en España entera. Es la misma alerta periodística que tuvimos año pasado.