Casas Reales

El rey Juan Carlos: el Estado le eximió del pago de impuestos por donaciones que superaban los 100 millones de euros


    Vicky Ballesteros

    Mientras el rey Juan Carlos pasa su 'retiro' en Abu Dabi, desde España siguen saltando noticias acerca de su pasado y sus supuestos escándalos económicos. El periodista Juan Luis Galiacho ha explicado este miércoles que el Estado eximió al padre de Felipe VI del pago de impuestos por donaciones que superaban los 100 millones de euros.

    Mientras ocupaba el trono no tuvo que declarar las generosas donaciones que recibía porque la ley lo exoneraba a la hora de declarar estos impuestos. ¿El motivo? Que los 'regalos' ingresaban en Patrimonio Nacional, aunque luego los disfrutara de forma personal. 

    Así las cosas, las leyes siguen determinando que "los bienes y derechos del Patrimonio Nacional gozarán del mismo régimen de exenciones tributarias que los bienes de dominio público estatal". 

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    El cierre digital señala que solamente las donaciones del Palacio de la Mareta (que ahora es residencia veraniega de los presientes del Gobierno), de los yates Fortuna II y Fortuna III y de dos Ferrari superaban los 100 millones de euros. En este sentido, expertos aseguran que el Estado también era responsable de declarar estas donaciones. 

    "El Rey usó personalmente dichas donaciones (sea un yate, un palacio o un Ferrari) pero la titularidad recaía en Patrimonio. El rey no pagó impuestos. Pero el Estado tampoco, aunque sea una perogrullada el Estado debería pagar impuestos a sí mismo, al igual que cuando a una ambulancia o a un coche de Policía le ponen una multa por exceso de velocidad persiguiendo a un delincuente el Estado, paga esas sanciones", explican.

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    De esta forma, indican que "lo que el rey (y Patrimonio) han recibido como donación no lo puede deshacer nadie. Ni aunque quiebre la contabilidad real o la de Patrimonio. Esta ventaja tiene su inconveniente, ya que ahora el Emérito no puede tirar de ese baúl de regalos personales para pagar al fisco aunque quisiera hacerlo".

    Visto lo visto, Galiacho señala y sentencia con una estocada: "La opacidad Real no nació con los donativos saudíes, sino que parece haber sido el santo y seña del trato fiscal hacia la Corona (...) Es complejo evaluar cuánto debió tributar el monarca por tales donaciones vinculadas a su reinado. Ahora, ha regularizado más de cuatro millones de euros, la mitad de los abonos de sus viajes que han aflorado de su etapa de Emérito. Pero parece evidente que la cifra resultante nunca debió ser cero si hubiera sido tratado fiscalmente como un español más durante su reinado".