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Pedro Sánchez y Begoña se reconcilian con un beso tras una campaña distanciados


    Martín Alegre

    Tras la tempestad de las elecciones... Llega la tempestad de los pactos, y después llegará de nuevo la tempestad de las próximas elecciones municipales, autonómicas y europeas. Pero una cosa es segura: Begoña Gómez, ausente durante toda la campaña, y dicen que distanciado de su marido, puede estar tranquila: Pedro seguirá siendo presidente del Gobierno cuatro años más, y sus hijas y ella seguirán viviendo en Moncloa, donde ejercerá de primera dama como hasta ahora, con permiso siempre de la reina Letizia. Ni la misteriosa y desaparecida Malú, presunta novia de Albert Rivera, ni Isabel Torres Orts, esposa de Pablo Casado y madre de sus dos hijos, ni Irene Montero, ni la influencer Lea Bedman, segunda Mujer del ultraderechista Santiago Abascal, pisarán el palacio salvo que vayan de visita. Solo podía quedar una y se llama Begoña.

    La bilbaína, experta en márketing, presentía que este domingo iba a ser una gran noche para Pedro Sánchez. No porque sea pitonisa, sino porque una pareja enamorada se cuenta las cosas, y el presidente le había confesado a su mujer que iban bien. Al contrario de lo visto en otras ocasiones, Begoña ha estado prácticamente desaparecida en las últimas semanas, ha sido la Malú del PSOE. Como adelántábamos el sábado, la mujer del líder socialista fue vista visitando un especialista en estética el jueves, y por fin en la jornada de reflexión volvimos a verla junto a su marido en el día de reflexión. Después, el domingo, la vimos de nuevo votando junto a su marido. Pero por la noche llegó su gran momento: apoyando al ganador de las elecciones en la sede del PSOE, donde los fans del partido jaleaban a Pedro Sánchez, flanqueado por sus colaboradores más cercanos y, por supuesto, por su mujer. De no haber estado en este final de campaña, hubiera sido un escándalo.

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    Es difícil comprobar los efectos de lo que se haya hecho Begoña para mejorar su imagen pero es una mujer joven, y a sus 44 años no necesita retoques: alguna pata de gallo reducida, más luminosidad... Ahora, fuentes del PSOE consultadas por este portal, aseguran que Begoña no ha estado escondida durante toda la campaña por el tratamiento al que parece haberse sometido, que apenas deja huella, y se puede disimular con maquillaje, sino que apuntan a un momento tenso entre el presidente y la primera dama, "un cierto distanciamiento", sin entrar en explicaciones concretas: "A ver, llevan 13 años casados, y se conocen desde hace 16, ¿de verdad se puede creer alguien que no discuten?", nos dicen. "Han sido días difíciles y de mucho sacrificio", aseguran. "Pedro es extraordinariamente cariñoso con su mujer, de cerca se les ve a veces como dos adolescentes, se hacen bromas y se les ve bien. Otra cosa es que Pedro sea un seductor, un poco ligón, con la mirada, pero nada más", explican las fuentes. "Begoña me da mucha caña!", le confesó el propio Pedro Sánchez en su día a Bertín Osborne. Con bronca conyugal o sin ella, con retoque o sin él, Begoña estuvo junto a su marido en su gran momento del domingo, y no ocultaron su complicidad en público, dándose un gran beso para celebrar la victoria.

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    Las otras personitas que estaban locas de contentas este domingo son sus dos hijas. Carlota, de 11 años, y Ainhoa, de 13, están muy cómodas en La Moncloa, aunque hace diez meses no querían dejar su chalet en Somosaguas. En Moncloa pueden hacer 'cumples', tienen una piscina extraordinaria, y si les hace falta chófer para ir o venir del colegio, lo tienen pagado.

    Begoña Gómez y el líder socialista se conocieron en una fiesta de amigos y que a Sánchez le costó convencerla para que aceptara una cita. Se casaron en 2006, cuando el candidato socialista tenia 34 años y ella 30. Experta en marketing y captación de fondos solidarios, Gómez ha ejercido de primera dama en actos oficiales junto a su marido, pero también ha asistido en solitario a otros, poniendo especial aceto en apoyar la moda española. Como se ha contado en programas de televisión, Begoña cocina y Pedro recoge los platos y pone el lavavajillas. En la cocina, el presidente no pasa de hacer una tortilla, pero se supone que sabe cocinar un gobierno...

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