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Silvia Fominaya, arruinada y demandada tras asociarse con Sergi Arola


    Informalia

    La empresaria gallega está atravesando uno de los peores momentos de su vida, arruinada por un negocio que abrió alentada por el que entonces era su pareja, el chef Sergi Arola. Ahora, Silvia Fominaya vive una auténtica pesadilla: "Su situación es tremenda", ha dicho una amiga.

    "Silvia dice que ojalá nunca se hubiera metido allí. Está muy mal y con muchas deudas que va tapando como puede. Hace verdaderos esfuerzos para mantener el nivel de vida de sus hijos y no puede ni contar la cantidad de deudas que tiene y que va poniendo a plazos. Ese local ha sido la ruina para ella", ha asegurado esta persona a la revista Corazón. "Ella no quería meterse en este proyecto, pero entre todos la convencieron y se puso a su nombre porque al de Sergi no se podía", ha añadido.

    El local en cuestión se llamaba Por la Jeta y se abrió en 2017 en el centro de Coruña. La propia Sivia habló de su cierre poco más tarde: "Se le ocurrió a Sergi y ha sido todo un fracaso. Lo cerramos 11 meses después porque no salían las cuentas, sigo pagando recibos", aseguró.

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    Ha pasado ya un año, pero la pesadilla de Fominaya continúa: "Le reclaman de la máquina registradora, de los platos, de una conocida marca de cerveza... De todo", ha dicho su amiga. "Ella está cansada de llamar a Sergi, que no le contesta llamadas ni mensajes. Su situación es muy triste".

    Y eso no es todo. El bar cerró dejando en el paro a cinco trabajadores y algunos han emprendido acciones legales contra Fominaya. En mayo de 2018, el encargado de Por la Jeta demandó a la que había sido su jefa "por impago, pues no se le abonaban ni la totalidad del salario ni las horas extraordinarias, llegándole a adeudar 2.600 euros", según exponía la demanda. Unos meses después, en noviembre, otro trabajador le siguió los pasos y demandó a Fominaya para reclamarle 490 euros.

    La que fuera una de las colaboradoras estrella de Javier Sardá en Crónicas Marcianas no levanta cabeza. Al margen de sus problemas ecónomicos, libra desde hace años una batalla contra su ex marido y padre de sus dos hijos, Paolo y Hanna. Ella lo denunció por malos tratos y consiguió una sentencia favorable y firme. En noviembre, solicitó una pensión mensual compensatoria para ella de 6.000 euros y 8.800 euros para sus hijos.