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Irene Montero cumple 31 años y le regalamos una (odiosa) comparación con Inés Arrimadas


    Sara Olivo

    Comparten la misma inicial en sus nombres y son dos de las políticas más famosas, que no populares, de España. No van a la peluquería todos los días como Esperanza Aguirre, pero una de ellas sí forma un tándem político con su pareja, como Ana Botella, mientras que otra 'sacó' de la política a su marido, que pasó de nacionalista a consultor. Las diferencias entre ambas son evidentes: una es hija de policía, mientras que dicen que la otra ni siquiera deja entrar a los Guardias Civiles que custodian su casa de Galapagar a hacer pipí en su chalet. Toda una declaración de principios por parte de la novia del líder de Podemos. Estamos hablando de Inés Arrimadas e Irene Montero. El cara a cara que mantuvieron en Salvados con Jordi Evolé como maestro de ceremonias nos da la percha para esta odiosa comparación.

    Son morenas, tienen carisma y entre ellas no media una diferencia de años excesiva. Inés Arrimadas es casi siete años mayor que su rival pero la podemita es madre de dos criaturas, y eso curte. Arrimadas vino al mundo un 3 de julio de 1981 en Jerez de la Frontera, aunque siempre mostró mucho interés por la cultura catalana.

    Los padres de Inés habían vivido en Barcelona antes de que ella viniera al mundo y allí tuvieron al mayor de sus cuatro hermanos. Parecía una premonición. Muchos años más tarde, Inés, que estudió Derecho, encontraba a su Don Juan en Cataluña, donde se había trasladado a trabajar.

    Él es Xavier Cima, un atractivo político y ex diputado de Convergencia Democrática de Cataluña, quien decidió abandonar su carrera precisamente el mismo año que contrajo matrimonio con su pareja, en 2016. Él era independentista y es probable que lo siga siendo, pero tal vez por amor decidió cederle el paso a su pareja. Dos políticos de distinta ideología y en un mismo matrimonio son demasiado, o al menos eso debieron pensar. Que se lo pregunten a la ministra socialista Meritxel Batet, que tuvo dos hijas con José María Lassalle, del PP, pero de quien se divorció hace dos años y medio.

    No es el caso de Irene Montero. Pablo Iglesias y la portavoz de Unidas Podemos-ECP-EM lo quieren todo. Afortunadamente para ellos están en la misma sintonía política. Hay quien le augura a Irene un futuro brillante si se presenta como candidata a presidenta de la Comunidad de Madrid. Es madrileña de pura cepa y a pesar de que fue idea suya lo del chalet de Galapagar, ha resultado mucho menos quemada que su esposo tras su controvertida aventura inmobiliaria.

    Nacida el 13 de febrero de 1988, cumple 31 años este miércoles. Es Acuario y como casi todos los nacidos bajo este signo, tiene un sentido de la lógica muy desarrollado. Más allá de creencias astrológicas, Irene tiene fama de pragmática, resolutiva, inteligente pero también imprevisible. No le gusta que la critiquen, pero no tiene mal carácter. Si Pablo Iglesias la apoyara en sus objetivos podría comerse el mundo.

    Inés cuenta con un indiscutible talento para involucrar a sus familiares, amigos y conocidos en sus proyectos. Es una habilidad especial para rodearse de gente leal pero también tiene un defecto: es demasiado impulsiva y puede tomar decisiones precipitadas. Es brillante y jovial, amable y elocuente, pero según una fuente que trabajó cerca de ella "puede ser cruel, incisiva y despiadada".

    En el debate de Salvados se vivieron momentos de tensión. La líder de Ciudadanos intentó desprestigiar a su oponente por decir que existen "presos políticos" en Cataluña. Y añadió que le preocupaba que un partido que aspira a gobernar, como Podemos, tenga el concepto de España que tiene alguien como Rufián. Irene intentó defenderse con su voz clara y melódica, uno de sus puntos fuertes. La de Arrimadas, suave y armoniosa, se le volvió demasiado áspera y hubo un momento en el que se quebró hasta el sollozo.

    Irene se defendió con vehemencia. Dijo que está legitimada para criticar que los jueces hayan metido en la cárcel a políticos por decisiones políticas y que la forma de manejar el procés ha sido "negativa para solucionar el problema en Cataluña". Hubo un momento en el que, desbordada por los argumentos de su rival sobre el robo de los datos de los DNI de los Ciudadanos y la utilización de dinero público para convocar la consulta ilegal, le dijo: "Yo solo te pido que el debate sea sincero, tú no puedes decir que nosotros estamos pidiendo impunidad (…) Tengamos un debate en el que no nos deslegitimemos (…). No intentes ridiculizarme. No estamos en eso, Inés".

    A Irene se la vio algo descompuesta, en algún momento estuvo a punto de perder los nervios. Se descolocó por completo ante las andanadas de Inés, quien insistió en que era intolerable que la aprobación de los presupuestos estuviera en manos de Junqueras. No fue un debate facilón. Antes de que se iniciara se pelearon por el asiento. Las dos querían sentarse a la izquierda.

    Hubo que lanzar una moneda al aire para solventar la situación. A lo largo del programa revelaron un dato curioso. Inés Arrimadas paga más de alquiler en Barcelona que Irene Montero de hipoteca en Madrid. Hubo una trifulca importante también cuando se habló de la gestación subrogada. Podemos, como todo el mundo sabe, está en contra de este método para formar una familia, porque un deseo no puede convertirse en un derecho y porque defienden que legalizarla puede hacer que mujeres pobres sean explotadas como máquinas de parir alquiladas. Y ahí, Inés Arrimadas se vino arribita y habló de altruismo para permitir que parejas que no pueden sean padres y madres. Cree que la mujer de Pablo Iglesias insulta a las familias que han recurrido al vientre de alquiler para ser padres: "Le están diciendo a un niño de gestación subrogada que lo han comprado en una granja de mujeres".

    Irene, madre de dos hijos; Inés retrasa la edad de ser madre

    Irene Montero tiene dos hijos, Inés ninguno, de momento. En una ocasión declaró al diario El Mundo: "Muchas estamos alargando la edad para tener hijos condicionadas por el entorno". Nunca se ha pronunciado hasta ahora sobre si recurriría a ella. 

    El estilismo de ambas era muy similar: vaqueros, camisa blanca, chaqueta blazer. No quisieron presumir de guapas ni de sofisticadas. Prefirieron parecer cercanas. Pura estrategia.

    Pero normalmente Inés Arrimadas viste bien. Le encantan las prendas de Hugo Boss, como a doña Letizia. No le gustan las joyas y en los últimos tiempos opta por los colores lisos neutros, aunque hubo un tiempo en el que se atrevía con cualquier estampado y cualquier tonalidad. Le favorecen mucho el mostaza, el naranja y el rojo, pero ha optado por un estilo más austero, como si quisiera emular a Irene Montero, aunque le faltan las rebecas de Primark y dejar de depilarse las axilas como hace la diputada de Podemos.

    Irene Montero no está demasiado preocupada por la imagen o no quiere transmitirlo así. Es guapa, muy guapa, aunque su rostro agradecería una limpieza de cutis concienzuda en algún centro de confianza. Con la piel de una joven de 31 años, tiene tendencia a los poros abiertos y a los puntos negros. 

    Su armario, a juzgar por lo mucho que repite ropa, no es una de sus prioridades. Le gusta el gris, la ropa cómoda e informal, y si es verano no se corta un pelo en ponerse un top lencero para ir al parlamento. Tiene un escote bonito que no explota si no es por descuido o por cuestión de comodidad.

    Su mejor arma, como la de su rival, es la sonrisa. Uno de sus libros favoritos es La mujer habitada, de Gioconda Belli, una de las más importantes defensoras de derechos humanos de Hispanoamérica, y también se declara devota de una de las mejores novelas de Gabriel García Márquez: ha leído y releído Cien años de Soledad.

    Este también es uno de los autores favoritos de Inés Arrimadas. A la líder de Ciudadanos, no podía ser de otra manera, le subyuga también Vargas Llosa, y recomienda la lectura de La fiesta del Chivo, una de sus novelas políticas más logradas. También ha leído El voto femenino y yo. Mi pecado mortal, de Clara Campoamor, la defensora del voto femenino por encima de los intereses de su partido.

    Gracias a mujeres como Clara Campoamor tenemos líderes como Inés e Irene. Y en el fondo, no se diferencian tanto. A las dos les gusta el color mostaza y se muestran igual de apasionadas y vehementes a la hora de defender sus ideas.

    Un apunte: las dos han estudiado en Universidades Públicas. Inés en la Pablo de Olavide de Sevilla, donde cursó derecho; e Irene, Psicología en la Autónoma de Madrid. De pequeña estudió en el Colegio Siglo XXI, el colegio privado 'progre' con más prestigio, con un precio muy económico y situado en la barriada de Moratalaz. La enseñanza que recibió de niña Inés no fue laica. Cursó sus estudios en el colegio religioso Nuestra Señora del Pilar de Jerez.