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La atribulada vida sentimental de Nicolás Maduro: casado con la Narcotía pero aventurero del amor


    Sara Olivo

    Su mujer, Cilia Flores, le saca diez años, y en la DEA se refieren a ella como la 'Narcotía' porque un hijo suyo fue arrestado cuando le pillaron con 800 kilos de cocaína en Haití. Pero la vida sentimental de Maduro tiene más aristas que un icosaedro: se le ha relacionado con redes de prostitución alrededor de los concursos de misses en Venezuela, se le han atribuido amantes y hasta embarazos extramatrimoniales...

    Mide un metro y noventa centímetros, es fuerte, tiene unos ojos de mirada subyugadora y como a Chávez, le precede una fama de amante fogoso con enorme éxito entre las mujeres. El líder más controvertido de América Latina, criado como católico pero de origen judío sefardí, se le han atribuido numerosas amantes durante los últimos años.

    Casado en primeras nupcias con Adriana Guerra Angulo en 1988, el divorcio sobrevino por un problema de infidelidad. Maduro no sabía resistirse a las tentaciones. Del matrimonio nació Nicolás Maduro Guerra, más conocido como Nicolasito, el vástago más mimado de la peculiar familia que ha formado con Cilia Adela Gavidia Flores, la actual primera dama y ex presidenta de la Asamblea Nacional.

    En julio de 2013 tuvo lugar la boda. Cilia tiene diez años más que él y han mantenido una relación con rupturas y altibajos que se inició en los años noventa. Ella era entonces la abogada de su predecesor en la presidencia, Hugo Chávez. Cilia Adela aportó al matrimonio tres hijos biológicos fruto de su primer matrimonio con Walter Gavidia Rodríguez. Los hermanos Jacob, Yoswal y Yosser. También llevó a la nueva famlilia un hijo adoptivo, su propio sobrino, Efraín Campos, hijo de su hermana fallecida. Efraín y un primo suyo fueron arrestados por la DEA, en Puerto Príncipe, Haití, cuando intentaban meter en Estados Unidos 800 kilos de cocaína. Desde entonces sus detractores apodaron a la primera dama Cilia como "la narcotía".

    De Maduro se han escrito muchas cosas. En su libro Las muñecas de la Corona, los crímenes y perversiones del Chavismo en el poder, la periodista Ibeyise Pacheco cita a Nicolás Maduro y a Hugo Chávez. Son los dos personajes que aparecen con nombre real en una novela sobre las redes de prostitución paralelas a los concursos de belleza, tan populares en Venezuela.

    Hay que decir que en el libro sale mucho peor parado Chávez. La autora, en declaraciones a El Espectador, lo califica como un ser "perverso". En el libro le adjudica una amante, Rita Blanco, que ha sido reina en un concurso de belleza. Ser amante de una miss, según la autora, es el sueño de muchos hombres en un país que se enorgullece de tener las mujeres más bellas, y donde los concursos de este tipo equivalen a las finales de los campeonatos de fútbol.

    Lo que está claro es que Chávez y Maduro nunca estuvieron liados, a pesar de la supuesta relación homosexual que les atribuye el periodista Gustavo Tovar, autor del documental Chavismo, la peste del siglo, quien llegó a denominar a Maduro como el "primer damo" o "Doño" de Venezuela. No hay hetero más hetero que Nicolás Maduro. Si acaso, su predecesor, Hugo Chávez se hizo un documental realizado por el equipo de investigación de Reportero 24 en el que se daba fe de sus dos matrimonios y 23 amantes. Una de las mujeres con las que siempre se le relacionó fue Raquel Bernal, ex esposa de Álvaro Muñoz Escassi.

    Maduro, a la sombra de su jefe, para quien llegó a trabajar como chófer y también como guardaespaldas, no tenía tanto éxito. Ha sido tras su llegada al poder cuando se ha soltado la coleta. El autor de la frase "Así como Cristo multiplicó los penes...", ha sacado, cuentan, a pasear el suyo más de lo que le gustaría a Cilia. En el 2016 se le atribuyó un romance con Andreina Tarazón, una bellísima ex ministra chavista y excandidata a las elecciones parlamentarias del 2015. Incluso se llegó a hablar de un posible embarazo. En Venezuela poner los cuernos es "montar cacho", y Cilia no está dispuesta a dejar pasar, afirman, ni un solo cachito más.