Carlos Falcó vive momentos familiares y económicos delicados
Informalia
Diversas informaciones publicadas estos días afirman que la situación económica de Carlos Falcó, marqués de Griñón, era poco menos que ruinosa.
Sin embargo, las llamadas del propio aristócrata o de sus abogados a los medios que difundían tales noticias dieron un giro total al asunto con la versión oficial: "El Marqués de Griñón prepara una nueva expansión internacional para consolidar la marca. El objetivo es que el 75% de las ventas vengan del exterior con vinos de Rioja y Rueda, pero también procedentes de Castilla La Mancha. La marca Marqués de Griñón va a redoblar su apuesta por el mercado exterior a lo largo del 2019. Con presencia en más de 40 países, la idea es aumentar su peso internacional con el objetivo de que el 75% de las ventas se produzcan fuera de nuestras fronteras".
Así que lo que en un principio se contó como el desastre económico del segundo marido de Isabel Preysler se convirtió en "ampliación de capital" para extender los negocios de vinos y aceites del marqués fuera de España.
El suplemento LOC de El Mundo abundaba en el tema titulando que la familia del marqués está alarmada por el tren de vida que lleva ahora Falcó junto a su cuarta esposa Esther Doña, 42 años más joven que él. Con ella viaja Carlos por todo el mundo con su nuevo pelo después de gastarse un dinero en implantes, o de rejuvenecer sus párpados, se alojan en carísimos hoteles, compran joyas, etc., unos excesos que no favorecen precisamente a los negocios de vino y aceite del marqués de Griñón, obligado a refinanciar la economía de sus empresas para evitar el cierre.
Carlos Falcó asegura que su liquidez goza de buena salud, así como sus negocios. Pero lo cierto es que este conocido aristócrata siempre ha tenido más títulos que fortuna. Empeñado hace casi 50 años en convertirse en bodeguero, una vocación que le venía de sus estudios de ingeniero agrónomo y su pasión por el campo, consiguió crear sus propios viñedos, pero durante su matrimonio con Isabel Preysler ya se habló –y publicó- que la filipina había tenido que hacerle un préstamo (que no donación), para sacar adelante el negocio.
Mientras estuvo casado con Fátima de la Cierva, la tercera de sus esposas, la situación económica del matrimonio tampoco era muy boyante. La finca El Rincón (con palacio incluido, donde vivían) requiere un mantenimiento muy caro, así que se limitaron a reparar lo más esencial y a mantener habitables solamente algunas habitaciones, como señala la crónica de LOC este sábado.
De Esther Doña no puede decirse que haya aportado fortuna a Carlos Falcó, y ni siquiera prudencia económica. Además de amor, la malagueña ha encontrado junto al marqués un tren de vida que nunca pudo ni soñar, las relaciones sociales de altísimo nivel que tiene su marido desde la cuna, y el título nobiliario de un Grande de España.
Doña ha conseguido finalmente ser marquesa consorte pero nunca ha podido integrarse realmente en una alta sociedad que examina con lupa sus carencias, su cultura y su pasado.
Esther Doña se pasea por el mundo con su marido, como embajador de los vinos y aceites "Marqués de Griñón" pero también se mueven ambos por placer en lujosas excursiones que afectan a las menguadas finanzas del aristócrata.
Este cuarto matrimonio ha supuesto sino la ruptura total de Carlos Falcó con sus hijos sí un alejamiento que parece irreversible. El mayor, Carlos, un brillante y exitoso ejecutivo, nacido de su primer matrimonio con Jeannine Girod, se ha visto obligado a ayudar económicamente a su padre, aumentando su participación como accionista del negocio de los vinos y aceites, hasta el punto que podría ser él mismo, más propietario que su padre en los negocios familiares.
Esther Doña, más joven que sus 'hijastros mayores', nunca ha conseguido que los herederos de su marido se hagan una foto junto a ella. Los dos últimos, Duarte y Aldara, hijos de Fátima de la Cierva, también le han acabado dando la espalda y abandonaron El Rincón (donde llegaron a convivir con su padre y Esther Doña) por diferencias insalvables con la nueva marquesa, incluida pelea verbal de alto voltaje.
Tampoco las relaciones entre los actuales marqueses son tan idílicas como asegura Esther Doña en las exclusivas que tiene pactadas con Hola. Gente cercana a los Falcó cuenta que la madre de Esther se ha instalado con su hija en el primer piso del desvencijado palacio de El Rincón, mientras Falcó está en el primero, ocupando madre e hija la habitación de la joven Aldara sin su consentimiento, lo que provocó la marcha de la casa de la última hija del marqués.
Su hermano Duarte, el único que mantuvo cierta armonía con Esther, también se ha alejado de su padre y vive en Madrid junto a su madre y su abuela.
A los 82 años, Carlos Falcó no vive su mejor momento ni familiar ni económico, aunque conserva la ilusión por el futuro de sus empresas y de su matrimonio. A veces la fe consigue milagros.