El porqué de la Reina Sofía en la boda de los Alba y el desencanto de la familia
Martín Alegre
Fernando Fitz-James Stuart y Sofía Palazuelo, duques de Huéscar, descansan en Madrid después de la fiesta de su boda este sábado, que se prolongó hasta bien entrada la noche. Parece que su luna de miel se iniciará este próximo puente del Pilar, con destino que, de momento, sólo conocen unos pocos y los recién casados.
Una boda perfecta, bonita, sitio incomparable, novios felices, invitados de altura. Pero con sus tensiones de puertas adentro, empezando por la ausencia del arquitecto Fernando Palazuelo, el padre de la novia, que no sólo no fue invitado, sino que "tenía prohibida la entrada en el palacio de Liria, si es que se presentaba de improviso", cuenta a Informalia alguien muy cercano a los recién casados.
En la familia del novio hubieran querido que la futura duquesa de Alba luciera alguna de las joyas históricas de la Casa, pero la joven se negó a llevar las tiaras o coronas que han lucido anteriores duquesas, y se le concedió la petición, a cambio de que renunciara a su deseo de celebrar su boda en una iglesia de Madrid, como manifestó desde que se prometió oficialmente con el duque de Huéscar. Su suegro se negó en redondo a celebrar una boda "normal", ni siquiera en un templo importante de la capital. Para el duque de Alba, el palacio de la calle de la Princesa es un símbolo de la Casa y el mejor sitio para una ceremonia que simboliza la continuidad de la dinastía.
Por otra parte, la presencia de doña Sofía fue una sorpresa para muchos miembros de la familia, que no sabían que la reina emérita había aceptado la invitación que se había enviado a toda la Familia Real. Pero el hecho de que la reina asistiera sólo a la misa y no se quedara al almuerzo, no sentó excesivamente bien a la familia. Agradecen que doña Sofía accediera a hacerse fotos con los recién casados y Carlos Alba en los salones del palacio. Pero la espantada de la reina les ha parecido una descortesía. "Es como si nos hubiera dado una limosna", comenta algún miembro de la familia Alba.
El porqué de la Reina en la boda tiene una explicación sencilla: fue invitada y su relación con la fallecida duquesa de Alba existió desde que doña Sofía llegó de Grecia. Pero también era oportuno que la Casa Real estuviera representada. Contaba un invitado entre corrillo y corrillo el sábado pasado que en principio iba a acudir la infanta Elena, pero que se negó a asistir cuando supo que iba Jaime de Marichalar. Fue entonces el rey Felipe quien intervino para resolver, argumentando que alguien de la Familia Real debía estar. Descartado el Rey Emérito, cuya visibilidad pública se ha limitado a actividades privadas desde las grabaciones de Corinna, doña Sofía se ofreció a acudir. Sea como fuere, parece que a los Alba no les pareció suficiente.