Iñaki Urdangarin está sumido en una profunda depresión, según Pilar Eyre
Informalia
El marido de la infanta Cristina atraviesa su momento más crítico desde que entrase en prisión. Al parecer, está hundido, triste, desolado hasta el punto en que ha comenzado a recibir tratamiento médico para tratar una depresión.
Lo asegura este martes la periodista Pilar Eyre, que apunta a que el yerno del rey Juan Carlos ha llegado al límite de sus fuerzas. La soledad le ha pasado factura (recordemos que está aislado en un módulo dentro de la prisión de mujeres de Brieva, Ávila) y no mantiene relación personal con nadie, una situación que ha mermado su ánimo: "Urdangarin está peor que nunca. Estos tres meses en prisión le han pasado factura, ve que la vida fuera continúa, y para él todos los días son iguales", ha dicho la periodista.
Iñaki pasa los días entre partidos de frontón en solitario, la lectura, ver televisión, escribir un diario y rezar. La única alegría para él es la visita de sus familiares y también de su abogado, que le infunden ánimo. La experta en Casa Real afirma que sus hermanos, sobrinos y su madre le ven a través de un cristal, mientras que sus hijos se han reunido con él en una salita para la "convivencia familiar" y su mujer en los Vis a Vis, que resultan "muy descorazonadores para ambos".
A pesar de que el estado de ánimo de Urdangarin preocupa (y mucho) a sus familiares, no está previsto que el reo pida un cambio de prisión: algunas personas de su entorno le suplican que aguante, pues es la única forma de garantizar su privacidad y evitar que una fotografía del cuñado del rey recorra el mundo entero.
Aún queda más de un año hasta que el marido de Cristina pueda solicitar su primer permiso penitenciario. Todo apunta que podrá salir de prisión por primera vez en las navidades de 2019 para pasar unos días con sus hijos, ya que reúne los dos requisitos imprescindibles para que le sea concedido: haber cumplido un cuarto de su condena (que en su caso son 17 meses y medio) y tener un buen comportamiento en la cárcel. El suyo, dicen, es ejemplar.