Actualidad
Zinedine Zidane: mucho más que el entrenador que ha hecho hincar la rodilla al Barça en su casa
- La otra cara del francés
Informalia
Como entrenador del Castilla su ficha era de 300.000 euros netos; como responsable del primer equipo son dos millones y medio, la mitad que el antecesor. Pero tiene que negociar, y ha firmado hasta 2018. ¿Cumplirá el contrato? El 1-2 en el Camp Nou, la derrota infligida al líder de la Liga en su estadio, vencer al equipo que se antojaba invencible, le ha consolidado? hasta que los resultados, posiblemente los de Champions, digan lo contrario o le ratifiquen. Trabajo no le va a faltar, ni obras de caridad que atenderá encantado. Zinedine Yazid Zidane es el entrenador que ha sido capaz de machacar al Barça en su casa pero además es padre, esposo fiel y un buen samaritano.
Smaïl y Malika, un matrimonio argelino que buscaba una vida mejor, un futuro para ellos y para la prole que estaba por venir, emigraron desde Aguemone, en La Cabilia, por el Atlas, a París. Un año después, antes de que estallara la guerra en Argelia, se trasladaron a Marsella. No surcaron mares clandestinos ni cruzaron fronteras entre barro, incomprensión, miseria y alambradas. Entraron a Francia con papeles, se instalaron donde pudieron, donde los pocos francos que llevaban encima les permitieron, y terminaron en el barrio marsellés de La Castellane, en uno de esos bloques de viviendas que levantó el Gobierno en la zona norte de la ciudad, procurando que la humildad y los principios sirvieran de muro de contención contra la miseria y la delincuencia. Tuvieron cinco hijos, Djamel, Farid, Nourredine, Lila y el pequeño Zinedine Yazid Zidane, que llegó con un pan debajo del brazo.
"Vengo de la calle, de un barrio difícil. Nunca he olvidado mis raíces", dijo Zizou en 2013 en una entrevista que le hicieron en Rodez, de donde es su esposa Veronique, descendiente de almerienses. Estaba allí para ayudar al equipo de la ciudad con su apoyo moral y, lo más apreciable, económico. Zidane es desprendido, generoso con los demás; ha sufrido privaciones y el camino hasta la cumbre, insospechado en los comienzos, no ha sido fácil sino todo lo contrario. "Nunca pensé en ganarme la vida como me la gané. No jugué al fútbol para ganar dinero. Jugué al fútbol porque nunca pensé que pudiera hacer otra cosa. Y el fútbol me dio todo. Y cuando digo todo es todo. Dinero, valores... Ahora sólo quiero una cosa: poder transmitir a todos lo que aprendí. Para que, por lo menos, haya un referente. No digo que yo sea un referente, pero los niños tienen que pensar siempre en eso. Mi referente fue Enzo Francescoli. Siempre quería ser Enzo: admiraba esa idea de nobleza, de trabajo, de esfuerzo...", confesaba en El País allá por 2006, cuando con 34 años decidió que ya había dado suficientes patadas y renunció a un año más de contrato con el Real Madrid, hasta junio de 2007, por la nada despreciable suma de siete millones de euros limpios de polvo y paja. Zizou nunca ha sido un pesetero ni el dinero el motor de su vida. El combustible, seguro que sí.
Empezó a jugar al fútbol en la calle, con los chicos del barrio. Tenía un don, tan evidente que la familia decidió llevarle a Academia del Cannes. No lo olvida. "Sentí que el fútbol era lo mío y así se lo dije a mis padres. Ellos siempre me apoyaron, sobre todo cuando me tuve que ir de casa a los 14 años. Aquello fue muy duro, sobre todo el primer año. Durante el día no pasaba nada; pero sí por la noche, antes de dormir, cuando me acordaba de mi familia. Era un crío y tuve que aprender a hacérmelo todo yo: la comida, la ropa". Y allí, en la academia, se formó y fueron puliendo el diamante: "Los verdaderos límites los encuentras en las escuelas porque en la calle, cuando acaba el partido, haces lo que quieres. En la academia hay reglas. Reglas para dormir, reglas para levantarse de la cama, reglas para comer... Toda mi vida ha sido así". Y no se arrepiente.
Con 17 años debutó en Primera. A esa edad conoció a Veronique, que iba para bailarina, y desde entonces no se han separado. Se casaron en 1994. Tienen cuatro hijos; el mayor se llama Enzo, en homenaje a Francescoli, y juega en el Castilla. Los otros tres, Luca, Théo y Eliaz, también están enrolados en equipos de las categorías inferiores del Madrid. El fútbol en los genes, en la sangre; pero les costará pisar las cimas que holló su padre, un futbolista rápido, potente, de excepcional calidad técnica, exquisito y creativo en el regate y con una fabulosa visión de la jugada. Es prácticamente imposible aproximársele. Empezó en el Cannes; después, Burdeos; la Juventus, en el 96, y campeón del Mundo con Francia en el 98. De los tres goles que encajó Brasil en la final, dos los marcó Zidane, Balón de Oro ese año.
La servilleta de Florentino
En el año 2000, durante la cena de gala de la UEFA, su vida giró otros 180 grados. "Florentino (Pérez) me pasó una servilleta en la que ponía en francés: '¿Quieres venir a jugar al Madrid?'. Yo le contesté: 'Yes!' (¡Sí!). Fue uno de los días más felices de mi vida". El traspaso se produjo un año después y Florentino, que ya se había soltado el pelo para arrebatar a Figo al Barcelona, pagó 75 millones de euros a la Juve por el futbolista del momento. Hizo las delicias del madridismo y amortizó el fichaje con el impagable gol de la Novena. Un centro regular de Roberto Carlos, un balón caído del cielo y el remate más bello posible de Zidane, una volea con la zurda que el 15 de mayo de 2002 atronó en Glasgow, asombró al mundo, inundó de gozo al madridismo y dejó mudo al Bayern Leverkusen.
Formó parte de la galaxia de Florentino, con Figo, Ronaldo y Beckham, y Raúl, Casillas y Roberto Carlos; pero a medida que el proyecto se anquilosó y los éxitos dejaron de llegar, él lo pensó y optó por la retirada. Adelantó su decisión de dejar el fútbol el 25 de abril de 2006, con la Liga por terminar y el Mundial a las puertas. "Creo que es lo que tengo que hacer. Hace mucho tiempo que lo estoy pensando. Son tres años en los que no ganamos nada, y dos en los que no estoy jugando como quiero. Se pasa todo por la cabeza, porque además, no voy a hacerlo mejor de lo que lo he hecho, y no quiero estar en el Real Madrid por estar. Siempre juego para ganar, y cuando no puedes, tienes que ser realista".
En la despedida no utilizó justificaciones, solo hechos, para él incuestionables: "En mi vida siempre he tenido dos cosas: el fútbol y mi familia. Cuando no haces bien las cosas tienes que pensar, reflexionar. He estado dándole vueltas y es la mejor decisión que he tomado. El club y su gente siempre se han portado muy bien conmigo y lo único que puedo decir es que el trato hacia mí ha sido excelente. El equipo debe volver a ganar, y ofrezco la posibilidad de buscar a otros jugadores, si así lo quieren. Por eso lo digo ahora y no después del Mundial. Es lo mínimo que puedo darle al Real Madrid. Me ha dado mucho y se merecen esta decisión".
Agotado física y mentalmente después de tres temporadas sin títulos, y aunque tenía contrato con el Real Madrid hasta junio de 2007, decidió anticipar el adiós. "Es una decisión definitiva". Así se lo hizo saber al club, renunció a una millonada y se ofreció gratis para lo que quisieran, siempre que no fuera entrenar ni ocupar un despacho? Tenía 34 años y aún debía jugar una final de la Copa del Mundo. Con Francia, eliminó a España en octavos; a Brasil, en cuartos, y a Portugal, en semifinales. El partido definitivo, contra Italia. Hizo el 1-0 de penalti, luego empataron los transalpinos y surgió ante él la figura de Materazzi para amargarle la final y marcarle de por vida; no dejaba de agarrarle, se quejó y recibió esta respuesta: "Yo prefiero la puta que es tu hermana". Respondió iracundo. Le propinó un cabezazo en el pecho, el árbitro le expulsó a diez minutos de la conclusión de la prórroga, ganó Italia el Mundial de Alemania en la tanda de penaltis y aquel 9 de julio de 2006 Zidane jugó su último partido. No olvida ni cuatro años después: "¿Pedirle perdón a ése? Si le pido perdón, me falto el respeto a mí mismo y a todos los que quiero con toda el alma. Pido perdón al fútbol, a la afición, al equipo... pero a él no puedo. Nunca, nunca... sería deshonrarme... Prefiero morir".
Jugaba todavía cuando organizaba con su amigo y compañero Ronaldo los "Partidos contra la Pobreza". Su compromiso con los desfavorecidos no ha sido una pose. Una vez alejado de los terrenos de juego, dedicó su tiempo a la familia, a los amigos y a diferentes colaboraciones sociales, como la Asociación Europea Contra la Leucodistrofia (ELA), enfermedad degenerativa que destruye el sistema nervioso y que afecta sobre todo a niños. "Soy el padrino de la ELA en Francia y estoy encantado. Hemos conseguido ayudar a muchas familias, a muchos niños, para que puedan tratarse, vivir con normalidad, estudiar... Siento que estoy haciendo algo importante". Ha participado en campañas de la ONU contra el hambre? ?Sé lo que es la pobreza, ya que también viví en lugares con grandes carencias. Y hoy deseo ayudar. Hay cosas en este mundo que son más importantes que el fútbol".
Pero de sus negocios no se sabe mucho. Ha sido imagen de Mango en 2015, y consejero de Florentino Pérez, sin cobrar, hasta que entró a formar parte del equipo de ayudantes de Carlo Ancelotti como segundo entrenador. Antes, opinaba: sobre el Balón de Oro que no ganó Ribèry: "Se lo merece", aunque se lo disputara a Cristiano Ronaldo. No gustó la frase en el Madrid. Ésta otra, sobre lo que costó Bale, menos: "No creo que nadie valga ese dinero (110 millones de euros). No lo entiendo. Pero habría que preguntarlo dentro de un año. Hace una década pagaron 75 millones por mí y yo mismo dije que no lo valía".
Pero hay una frase que le define, a propósito de CR7: "Cristiano quiere ser el mejor y lo dice. Yo no he sido el mejor, pero lo he intentado". La pronunció antes de entrenar al Madrid, también esta otra: "En mi época, como ahora, el Madrid también era un equipo construido para los atacantes. ¿Por qué? Porque un equipo así se hace para que reciba uno, dos goles por partido, porque se lo puede permitir. Porque con esos jugadores tú puedes ir y marcar tres goles por partido. Es lo que hacíamos cuando estaba yo. ¡Siempre ha sido así!".
Ha sido crítico cuando ha tenido que serlo, con Raymond Domenech, por ejemplo: "No es un entrenador, es un seleccionador de jugadores. No hace equipo". El ex seleccionador francés le respondió mucho después de fracasar en el Mundial sudafricano: ?Zidane no es un buen tipo". No es la opinión más extendida. Las hay encontradas, sin embargo, sobre su categoría como entrenador. Fue segundo de Ancelotti, vamos, el becario, y luego se hizo cargo del Castilla, pero sin carné, con lo que fue sancionado tres meses por la Federación Española de Fútbol. El 8 de mayo de 2015 ya estaba en regla: "Muy orgulloso de completar y recibir la licencia UEFA Pro", publicó en Instagram. Meses después, el 4 de enero de 2016, aceptó la oferta de Florentino Pérez para entrenar al Real Madrid, tras el despido de Rafa Benítez.