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Ágata Lys había perdido a su marido y "estaba destrozada": así fueron sus últimos cuatro años de vida


    Esther Torres

    La muerte de Ágata Lys a los 67 años ha conmocionado al país. La musa del destape vivía en Benalmádena y era tal su aislamiento desde que decidió retirarse del mundo del espectáculo que su fallecimiento ha trascendido 40 días después de producirse, incluso lo desconocían algunos de sus amigos. Y es que Ágata Lys llevaba completamente 'desaparecida' cuatro años, desde perdió a Fernando Soto, el amor de su vida.

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    Era arquitecto y nueve años más joven que ella. Llevaban casados casi 40 años y compartían vida y negocios, pues tenían un hotel en Málaga, que ella vendió cuando enviudó; la mitad se lo quedó y la otra mitad se la dio a su suegra. "Ella se vino abajo, lo pasó fatal. Pero quiso mantenerlo en secreto", ha dicho su amigo Tony Aliaga en La Razón. "Ágata quedó destrozada, porque Fernando fue su gran amor, su unión fue pasional y profunda, y aquel adiós fue un mazazo tremendo para ella".

    Considerada la Marilyn Monroe del cine español, Lys vivía en Benalmádena, en un amplio piso frente al mar situado en el mismo edificio en el que residieron Antonio Banderas y Melanie Griffith. "Había sabido invertir muy bien, en inmuebles, todo el dinero que ganó en el cine durante la Transición. Estaba muy bien posicionada económicamente, no quería seguir trabajando como actriz, y se instaló en Puerta Marina, en Benalmádena, una urbanización estupenda", ha explicado Aliaga. Su heredera será su hermana.

    Nacida en Valladolid con el nombre de Margarita García, fue una de las estrellas del cine de destape durante la Transición. Debutó con diecinueve años con Chicho Ibáñez Serrador como azafata de Un, dos, tres… Tenía estudios de Filosofía y Letras; también de la Escuela de Arte Dramático de Madrid. En su filmografía El juego del adulterio, Una mujer de cabaret, Los fríos senderos del crimen, Los tres superhombres en el Oeste... En el 84 dio el salto al cine más 'serio', el que ella realmente deseaba, y lo hizo de la mano de Mario Camus con Los santos inocentes. Después llegaron Taxi, de Carlos Saura, y Familia, de Fernando León, de las que estaba muy orgullosa.

    Su último trabajo interpretativo fue un secundario en Amar en tiempos revueltos. Poco después de morir su pareja, Fernando, ella enfermó. Las causas de su muerte no han trascendido.