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Rocío Jurado se las tiraba con bala a su hermano Amador Mohedano: "Y sin embargo te quiero"


    J. Moriarty

    Se hacía la tonta pero estaba muy cuerda. Rocío Jurado se enteraba de todo lo que ocurría a su alrededor, no se le escapaba nada. Ni tan siquiera los trapicheos de su hermano Amador Mohedano, las pequeñas trampillas del que era su representante.

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    Dicen que todas las noches hablaba con él por teléfono y que siempre le entonaba la misma canción, Y sin embargo te quiero, en la que una de las estrofas es del todo significativa: "Eres mi vida y mi muerte, te lo juro compañero, no debía de quererte, no debía de quererte, y sin embargo te quiero".

    ¿Era un aviso, un 'ten cuidado con lo que haces', un reproche? Nunca lo sabremos, pero lo intuimos. Rocío era muy clara. En el fondo, era la forma de avisarle de que tuviera cuidado, de que ella no ignoraba sus andanzas pero le perdonaba todo, porque el cariño siempre prevalecía sobre el resto.

    Rocío era la dueña del corral familiar, controlaba todo y a todos, como decíamos, no se le escapaba nada. Sabía aglutinar bajo su manto a los suyos. Qué pena que todo aquello por lo que ella luchó se hundiera en un abismo de rencillas y enfrentamientos familiares. Seguro que, este donde esté, se sentirá traicionada.