Mariah Carey habla sobre su trágica infancia rodeada de "violencia" y "maltrato"
Informalia
La publicación de The Meaning of Mariah Carey, el libro autobiográfico que la cantante lanzó el pasado septiembre, ha dinamitado la relación de Mariah Carey con su familia. Su hermana Alison la demandó por, según ella, haber inventado historias para promover la venta del libro y le reclamó más de un millón de euros por la "inmensa angustia emocional" que le habían causado sus memorias.
En el libro, la intérprete de All I Want For Christmas Is You habla del trastorno bipolar que padece, del matrimonio opresor que vivió junto a Tommy Mottola, antiguo presidente de Sony Music, y también de la violencia familiar que sufrió siendo niña.
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Este domingo, la revista Vanity Fair ha publicado los primeros capítulos de la biografía de la artista. "Cuando era pequeña, había desarrollado el instinto de sentir cuándo se avecinaba la violencia", cuenta en sus memorias. "Me di cuenta de que cuando los gritos de los adultos alcanzaban cierto tono y velocidad, significaba que debía ponerme a cubierto".
'Niña rebelde'
"Mi intención era mantenerla a salvo, pero puede que solo haya logrado mantenerla prisionera. Algunos de mis recuerdos más tempranos son de momentos violentos. Por esa razón, siempre he llevado conmigo una manta pesada con la que tapo grandes fragmentos de mi infancia. Ha sido una carga. Pero ya no puedo soportar el peso de esa manta y el silencio de la niña que se asfixia bajo ella. Ahora soy toda una mujer, con una niña y un niño a mi cargo. He visto cosas, he sentido miedo, me han quedado cicatrices y he sobrevivido. He utilizado mis canciones y mi voz para inspirar a otras personas y para emancipar a mi yo adulto. Os ofrezco este libro, principalmente, para emancipar por fin a aquella niña asustada que vive en mi interior. Es hora de darle una voz, de contar su historia tal y como la vivió".
'Existencia'
"Hubo un tiempo en mi infancia temprana en el que no creía que mereciera vivir. Era demasiado joven para plantearme quitarme la vida, pero lo bastante mayor para saber que no había comenzado a vivir ni había encontrado mi lugar. En ningún lugar del mundo veía a nadie que se pareciera a mí o que reflejara cómo me sentía por dentro".
'Close my eyes'
"Para cuando era una chiquilla, ya había desarrollado el instinto para percibir cuándo se acercaba la violencia. Como si oliera la lluvia, podía distinguir cuándo los gritos de los adultos habían llegado a cierto tono y a cierta velocidad que significaba que debía buscar cobijo. Cuando mi hermano estaba en casa, no era raro que se agujerearan las paredes a puñetazos o que algunos objetos salieran volando. Nunca supe realmente cómo o por qué comenzaban las peleas, pero sí sabía cuándo la tensión se iba convirtiendo en una discusión y cuando una discusión estaba abocada a convertirse en una pelea. Y sabía que esta en particular sería de proporciones épicas".
'Los milagros existen'
"Durante la mayor parte de mi infancia me vi atrapada entre la furia de mi hermano y la triste búsqueda de mi madre. Tanto la rabia como el desaliento exigen mucho, pero una se gira hacia dentro y la otra hacia fuera, o al menos eso me parece. Cuando chocan, las consecuencias pueden ser catastróficas. Para cuando llegué al jardín de infancia, la catástrofe formaba parte de mi rutina. Cuando vivíamos en Northport, entre mi madre y mi hermano había miniexplosiones a diario. Me condicioné a quedarme quieta y a esperar que esos arrebatos pasaran. La mayor parte del tiempo desconectaba de las palabras y de los motivos de sus peleas; el «porqué» era territorio para mayores. Para mí, sus discusiones no eran más que un borrón de voces intensas en volumen alto, puntuadas por insultos despiadados".
'Al llegar la Navidad'
"Los días cercanos a Navidad eran todo un acontecimiento. Mi madre siempre seguía un calendario de Adviento. Cada día abríamos una ventana. Yo leía el fragmento de una historia o de un poema allí impreso y ella me daba los bombones escondidos. El vino caliente que preparaba camuflaba el olor a humedad de la casa con un aroma cálido y especiado. Era plenamente consciente de que no teníamos mucho dinero, así que, aunque no solía anticiparme a recibir regalos extravagantes o juguetes populares, me encantaba que nos esforzáramos por imbuirnos del espíritu navideño y por hacer cuanto pudiéramos para crear un ambiente de alegría y alborozo. Limpiábamos la casa, decorábamos y, por supuesto, cantábamos. Los villancicos cantados con la voz operística de mi madre aportaban una sensación de espacio a nuestra abarrotada existencia diaria".