Dolores Vázquez y Alicia Hornos, la relación que el fiscal presentó como móvil del asesinato: "Me llamaban 'bollera"
Olivia Simón
Dolores Vázquez ha roto su silencio. Después de dos décadas sin decir palabra, la mujer que fue acusada de la muerte de Rocío Wanninkhof reaparece. "Hace 20 años lo perdí todo. Mi libertad, mi vida, mi voz e incluso mi nombre. Nunca he vuelto a ser la misma y nuca lo seré. Pero ha llegado el momento de enfrentarte a tantas sombras y contar por primera vez mi historia", dice en el documental de HBO, del que ya están disponibles los dos primeros capítulos. La gallega cumple 70 años el próximo 3 de diciembre.
Dolores Vázquez fue condenada por un jurado popular como culpable del asesinato de Rocío Wanninkhof. La sentenciaron a 15 años y un día de prisión en septiembre de 2001. Casi un año y medio después, tras sufrir el desprecio nacional como supuesta asesina, y sufrir una de las peores 'penas del telediario' que se conocen, fue excarcelada.
El Tribunal Superior de Andalucía y el Tribunal Supremo determinaron que había que celebrar un nuevo juicio, pues había sido condenada sin pruebas consistentes. A la espera del nuevo juicio, en septiembre de 2003, la Guardia Civil descubrió que el ADN del británico Tony Alexander King, asesino de Sonia Carabantes (víctima del suceso ocurrido el mes anterior en el municipio malagueño de Coín) era idéntico al de la prueba aparecida en la escena de crimen de Rocío Wanninkhof. Dolores fue absuelta. ¿Se reparó con esto uno de los grandes errores judiciales de la historia de España?
La madre de la asesinada, Alicia Hornos, esposa de Guillermo Gerardo Wanninkhof y progenitora además de la asesinada de Guillermo y Rosa Blanca, fue uno de los personajes clave en la tragedia malagueña. El viernes 9 de octubre de 1999, Rocío Wanninkhof fue a pasar la tarde a la casa de su novio, Toni, en La Cala de Mijas. Tenía 19 años. A las diez menos cuarto de la noche se despidieron sin saber que nunca más volverían a verse.
Quedaron para encontrarse a las doce de la noche en la feria de Fuengirola. El joven no quiere ir porque no tiene dinero y le dice a su novia que irá para que su novia no deje de ir y lo pase bien con sus amigas.
Entre las tres y las cuatro de la madrugada, la hermana de Rocío regresó a casa donde la aguardaba su madre y le preguntó por Rocío. "Yo ni me acosté siquiera aquella noche. No había pasado nunca", recuerda Alicia Hornos en el documental. El 10 de octubre comenzó la búsqueda. Pronto aparecieron los tenis que llevaba en un descampado cercano a su casa, un pañuelo de papel con manchas de sangre, una colilla de Royal Crown, el charco de sangre, el rastro en la arena que indicaba que un cuerpo ha sido arrastrado, las huellas de unas neumáticos que señalaban que por ahí ha circulado un coche.
El laboratorio de criminalística de la Guardia Civil determinó que todo lo recogido pertenecía a una mujer excepto la colilla, que había sido chupada por un hombre. ése detalle no se tuvo en cuenta en aquel momento. Treinta efectivos de la UCO, unidad de élite de la Guardia Civil, se desplazaron desde Madrid y una de las hipótesis que siguieron fue que podría "haber sido alguien del entorno de Rocío", tal y como cuenta Carlos Rubio, a la sazón, subdelegado del Gobierno en Málaga: Toni, el novio, fue el primer sospechoso. La policía también pensó en el ciudadano británico Cliff Stanford, el que ofreció una recompensa (primero de 10 millones de pesetas, para luego elevarla a 25) que aportara datos que condujeran a la resolución del asesinato. Rocío había ejercido de babysitter de sus hijos.
El cadáver
El 2 de noviembre, 24 días después de la desaparición de Rocío, apareció el cadáver cerca de Mijas. El cuerpo, en avanzado estado de descomposición y calcinado, había recibido ocho puñaladas por la espalda. La policía sospechaba de dos hombres y de una mujer. Un periódico difundió que era una mujer y otro dijo que era "una amiga de la familia". Alicia Hornos habló para a un medio andaluz: "Sé que el asesinó mató a Rocío por una venganza hacia mí", declaró.
En el primer capítulo del documental, Dolores Vázquez dice que ella no sabía entonces que la mujer a la que se referían era ella. Tras once meses de investigaciones, la detuvieron y la metieron en el calabozo: "Me apagaban y me encendían la luz. Decían que sabían que tengo miedo a la oscuridad pero yo no tengo miedo a la oscuridad". Lo que padece Dolores es de claustrofobia. "Yo quería que me llevaran al juez. Cuando declaré, no entendía las preguntas. Estaba convencida de que me iban a dejar irme a mi casa. Yo siempre he tenido fe en la justicia", dice.
¿Enamoramiento?
La prensa se ensañó con ella y cuando se conoció el vínculo sentimental con la madre de la asesinada todo fue a más. "A mí las mujeres no me gustan, pero ella me gustó", dice Alicia Hornos. Dolores sostiene que por su parte "no había enamoramiento". Habían sido pareja durante tres lustros y llevaba cuatro años separadas cuando Rocío fue asesinada. Se publicó que a la hija no le gustó aquella relación de su madre.
Cuando estaban en marcha las investigaciones y Alicia supo que la sospechosa era Dolores la llamó por teléfono y la acusó de ser la asesina. "Me machacaron con 'tú has sido', con que tenían testigos, que tenían huellas y tenían de todo. 'Te van a caer 30 años', cosas así", relata ahora Dolores. "Cuando terminemos contigo no te va a creer ni tu abogado", le decían.
Tatiana, una asistente de Dolores, aseguró haber visto cómo acuchillaba un papel con una foto de Rocío a la vez que gritaba: "¡Éste es mi problema, éste es mi problema!", extremo que siempre negó la acusada.
"¡Lesbiana!"
Dolores Vázquez acabó entrando en prisión. "Soñaba con los cerrojos. Me ponía los oídos llenos de papel higiénico para no escuchar, y las horas no pasaban", dice ahora en el documental. "Me llamaban de todo. 'Bollera', 'lesbiana'", se lamenta. Tal fue la situación psicológica que padeció Dolores que le llegó a preguntar a su propio abogado, Pedro Apalategui, si cabría la posibilidad de que hubiera sido ella y lo olvidara por una cuestión de amnesia. Pero el letrado le repitió que era "imposible" porque había estado en su casa cuidando de su su madre.
Del juicio recuerda que se sentía "desnuda, como si fuese un bicho raro", con todas las cámaras apuntándola. Pero para Dolores lo más duro fue el interrogatorio con el fiscal. El ministerio público no le preguntó absolutamente nada del asesinato hasta la pregunta número 35. Todas las cuestiones fueron referidas a su relación con la madre de la fallecida. La línea argumental del fiscal consistía en buscar el móvil del despecho como motivo de Dolores para asesinar a Rocío para hacer daño a la mujer que supuestamente la había rechazado como amante.
La madre de la joven asesinada, Alicia Hornos, apoyaba ese argumento. En el documental, asegura que meses antes del suceso que acabó con la vida de su hija, Dolores, a a que se refería como "Loli", llamó a su casa a las cuatro de la mañana para rogarle que volviera con ella. Dolores lo negó e incluso añadió que ella era "el ojito de derecho de Rocío", y que su madre lo sabía. Sin embargo, Alicia sostiene aún 20 años después, que "Rocío ya no la quería" (a Dolores). En el alegato final del fiscal está la siguiente frase: "No tenemos una prueba concluyente", admitió. Aun así, el jurado popular la condenó.