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El debate de la educación de Leonor: ¿irá a las academias militares o estudiará otras cosas?
Martín Alegre
Leonor de Borbón Ortiz cumplirá 16 años el 31 de octubre y está a punto de iniciar el bachillerato en el extranjero. Estudiará en un exquisito internado de Gales durante los próximos dos años. La educación de la princesa Leonor y Heredera al Trono suscita lógicamente un debate sobre el tipo de aprendizaje que le conviene tanto a ella como al país en el que está destinada a suceder a su padre en la jefatura del Estado.
Uno de los aspectos que se tienen en cuenta es si doña Leonor ha de cursar estudios en las academias militares. Este domingo el diario Abc publica una encuesta según la cual dos de cada tres españoles quieren que Leonor reciba instrucción militar. La futura Reina, como lo es don Felipe en la actualidad, será al fin y al cabo y en cualquier caso, una funcionaria del Estado, una servidora de su país más que una institución social, y eso puede incluir que sea la capitana general de nuestras Fuerzas Armadas.
El Parlamento, junto con el Gobierno y el Rey, son los encargados de fijar los objetivos y contenidos de la educación de la princesa. Parece lógico que si la educación e instrucción pública reclaman la atención de los ciudadanos y por tanto del legislador, la de la futura Reina se mire con lupa, microscopio y telescopio, porque el futuro de España depende de cómo se forme a Leonor en el presente.
La primogénita de Felipe de Borbón y Letizia Ortiz se convirtió en Heredera y princesa de Asturias tras la abdicación de Juan Carlos I, cuando tenía solo ocho años. Por entonces, ni el Monarca ni los partidos políticos invocaron, al menos con urgencia prioritaria, un debate sobre el tipo de educación que convenía dar a la princesa Leonor. Siete años después, sabemos ya algunas de las cuestiones que afectan a la instrucción de Leonor, como la naturaleza del centro educativo donde va a cursar la enseñanza preuniversitaria.
Sabemos que se ha optado por una educación libre y cosmopolita, en un castillo medieval, el UWC Atlantic College, donde la princesa de Asturias cursará su bachillerato internacional, centro fundacional de una red de colegios volcada en promover el entendimiento entre naciones a través de la educación.
Aún no se ha hecho público, tal vez porque la decisión no está tomada, el contenido de la enseñanza superior que cursará la princesa cuando termine los dos años que tiene por delante, y tampoco se sabe si cursará estudios en las academias militares o en otros centros de formación de funcionarios.
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Hasta ahora, Leonor, como su hermana menor la infanta Sofía y su padre, ha estudiado en un centro privado, Santa María de Los Rosales. No faltaron opiniones en su día que pusieran el acento en que las hijas del Monarca dieran la espalda (por decisión de sus padres) a lo público, pudiéndose entender que lo público es garantía de igualdad, y habiendo en los los distritos madrileños de Moncloa-Aravaca o de Fuencarral-El Pardo, donde se ubica La Zarzuela, centros públicos que podrían haber dado la formación que necesita (¿o no?) a una futura reina. Pero los responsables de la formación de Leonor, o sea, sus padres por encima de cualquier gobierno o parlamento, descartaron esa posibilidad, tal vez guiados por el buen resultado que tenemos con el propio Felipe VI, ex alumno del centro.
Es muy posible que la calidad de la enseñanza en el colegio católico al que ha asistido la futura monarca sea muy alta. Pero es difícil por otra parte creer que en Los Rosales haya tenido Leonor oportunidad de relacionarse o forjar amistades amistades con niños y niñas de un amplio espectro social, representativo de la sociedad sobre la que reinará. También es cierto que la Familia Real, salvo ahora con las vacunas, no han sido pacientes de la sanidad pública, y eso que en España contamos con una de las mejores del planeta.
Pero ahora lo que importa es el contenido de la enseñanza superior que cursará la princesa de Asturias. Es deseable que una reina, como cualquier jefe de Estado, sea instruida en disciplinas jurídicas, aprenda conceptos politológicos, sobre todo geopolíticos, historia, y por supuesto económicos y sociológicos, entre otros.
En el verano de 2014, cuando Felipe de Borbón fue proclamado Rey, Pedro Morenés, ministro de Defensa del Gobierno de Rajoy, afirmó que la princesa heredera cursaría estudios en las academias militares. Argumentó que el modelo de enseñanza militar del padre y del abuelo de la princesa seguía siendo válido.
Pero siete años después no hay confirmación de que la hija del Capitán General de todos nuestros ejércitos, vaya a vestir uniforme. Elisabeth de Bélgica, la primogénita de los reyes belgas, cuatro años mayor que Leonor, ha hecho historia al ser la primera mujer de su familia en recibir formación militar, cosa que hasta ahora solo hacían los varones. El pasado 21 de julio desfiló en el colofón a su paso por el ejército, siendo la única de las herederas europeas nacidas del siglo XXI que ha pasado por escuelas militares. Victoria de Suecia sí recibió entrenamiento militar, pero tiene 44 años y los tiempos han cambiado. Tenemos que recurrir a un país como Jordania para encontrar a otra princesa militar, Salma de Jordania, de 20 años, que se graduaba como piloto militar, la primera en la historia del país.
Hay que recordar que el artículo 62.h) de nuestra Constitución atribuye al Rey el mando supremo de las Fuerzas Armadas. Aquello fue importante en 1978, cuando los golpes de Estado de algunos militares nostálgicos de la dictadura amenazaban la democracia. Rebasadas las dos primeras décadas del siglo XXI, existen otros peligros, como la amenaza secesionista contra la unidad de España, pero lo cierto es que el mando supremo de las Fuerzas Armadas corresponde efectivamente al Gobierno y a su presidente.
De las constituciones europeas más modernas, al margen de la española, la de Suecia, de 1974, y la de Países Bajos, de 1983 no atribuyen a su Rey o Reina el papel de mando supremos de las Fuerzas Armadas. Sí ocurre así en el caso de la Carta Magna de los belgas, de 1994, lo cual podría explicar el caso de la princesa Elisabeth de Bélgica.
La encuesta difundida este domingo por Abc, realizada por GAD 3, indica que una mayoría de españoles quiere que la futura reina reciba esa formación. ¿Pero qué pasaría si se preguntara por las prioridades a la hora de establecer los conocimientos que necesita una jefa o jefe de Estado? ¿Es menos importante asistir a la Escuela Diplomática? ¿Y qué decir de tener conocimientos de Hacienda Pública?
Y queda un aspecto importante: ¿Y si la princesa desea ser veterinaria o estudiar Medicina, o ser pianista, o decide que su vocación es ser ingeniera de Caminos y construir puentes? ¿Sería sensato tener una reina frustrada?