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Los años de Mila Ximénez en Marbella: de ser "el perejil de todas las fiestas" a ser tratada como "basura"


    Luisa Acevedo

    En los años dorados del famoseo y la jet set en Marbella, Mila Ximénez se convirtió en una de las reinas de la noche a raíz de su noviazgo y posterior matrimonio mal avenido con Manolo Santana. Una semana después de su trágica muerte, víctima del cáncer, son muchos los que recuerdan estos años de la sevillana. 

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    En concreto, Pilar Eyre se ha trasladado hasta esta época: "Santana vivía con su anterior mujer, Fernanda, y varios niños; tenía una sonrisa de dentadura ingrata y nada hacía presagiar que todo saltaría por los aires, dentadura incluida, cuando conoció a Mila Ximénez", escribe la periodista en su blog de Lecturas.

    Así las cosas, asegura que Mila lo pasó muy bien con Manolo antes de casarse: "Estuvieron un año juntos en Marbella sin casarse y, según me contó luego Mila, fue la etapa más bonita de su relación porque, saliendo de unos amores tormentosos, se había sentido amada y respetada".

    De esta forma, Ximénez se codeó con la más alta sociedad: "Santana jugaba con Adolfo Suárez, y esa proximidad trajo muchas otras. Halagada por todos, mimada, privilegiada, Mila –tan mona, tan simpática, tan educada– era la cara amable de la vida, se la disputaban en las cenas de postín. La sentaban al lado de Alfonso de Borbón, entonces separado de Carmen Martínez-Bordiú".

    A continuación, la periodista desvela lo que le habría dicho Mila acerca de la nieta de Franco: "Como le habían dicho que Manolo y yo no estábamos casados, no abrió la boca hasta el postre, en que dijo adiós". Incluso afirma que "si tenían que organizar una cena con don Juan de Borbón, recién operado de laringe, la llamaban a ella, solo ella parecía descifrar su hablar intermitente".

    Sin embargo, su noviazgo con el dos veces campeón de Roland Garros se acabó y sus contactos le dieron de lado: "Pero... la pareja se rompió y, de repente, todas esas amistades desaparecieron. ¡Los teléfonos dejaron de sonar y dejaron de invitarla a las fiestas! En las tiendas, donde antes la recibían con deferencia, tuvo que hacer cola como todo el mundo; de pronto nunca había sitio en los restaurantes; le volvían la cara por la calle... Manolo quiso volver con ella".

    Después, él fue tras ella y retomaron su relación para casarse: "Manolo quiso volver con ella. Y, para que viera que iba en serio, le propuso matrimonio. Ella lo quería –a mí me dijo varias veces: 'Lo amaba con locura'–, y sin él se sentía sola y desprotegida. Se casaron. Tuvieron a Alba y un perrito llamado Madison, porque lo compraron en esa avenida de Nueva York".

    La vida de lujos volvió para Mila: "Vivían en una casa fabulosa, tenían 'nanny' y cuatro personas de servicio, y ella volvió a ser el perejil de todas las fiestas. '¡Que venga Mila!', era la consigna, pero nunca pudo olvidar ese año que había estado fuera y que la habían tratado como basura", cuenta Eyre.

    Tras acabar su matrimonio con el campeón del tenis, inició un noviazgo con Antonio Arribas, pretendiente también de Carmina Ordoñez: "Mila no se escondió nunca. Mientras otras se encontraban con sus amantes en un apartamento en el Ancón, ella iba de frente y se paseaba de la mano de Antonio. Le hicieron el vacío de nuevo, pero esta vez no le importó porque siempre los había considerado ajenos".

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    Por último, recuerda esta faceta de su vida: "Siempre salía en las fotos riéndose con una copa en una mano y un cigarrillo en la otra como si su vida fuera una juerga perpetua. Protestaba: 'Soy una persona muy solitaria, estoy mucho en casa, hago poemas, escribo... No tengo amigos'. A raíz de esta entrevista, el diario ABC la nombró personaje de la semana 'por su viaje espiritual' y Luis María Anson le propuso una colaboración semanal. Fue uno de los muchos renaceres de una mujer irrepetible", sentencia al respecto.

    Las amistades verdaderas comenzaron a llegar años después. Prueba de ello, la calurosa despedida que ha tenido por parte de todos sus compañeros, que no se separaron de ella durante su lucha contra el cáncer de pulmón. Todos coinciden en que en los últimos años de su vida fueron los mejores para ella. 

    En 1986, Ximénez y Santana tomaron caminos separados, iniciando una cruenta guerra que aún mantenían. Tras la separación de ambos, Alba se fue a vivir con el tenista a Marbella y con su pareja de entonces, Otti. Así lo quiso Mila pensando siempre en el bienestar de la niña, para que tuviera una vida cómoda y con más posibilidades de cara al futuro.