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La reina Sofía, en su soledad: la memoria de su hermana Irene, su amiga y confidente, se deteriora
Martín Alegre
A sus 82 años, la reina Sofía se resiste a la inactividad, a irse de España como ha hecho Juan Carlos, su marido, o a desaparecer de la vida pública. Este sábado, la madre de Felipe VI, como presidenta de la fundación que lleva su nombre, participó en una nueva campaña de limpieza colectiva, llamada Contra la basuraleza, en el entorno de los ríos Jarama y Manzanares en la zona de Rivas Vaciamadrid.
Bajo un sol abrasador, con guantes y a mano, y junto a ocho voluntarios, doña Sofía ha ido recogiendo cuantos desperdicios se encontraba esparcidos por el suelo. Un gesto ejemplarizante que va más allá de lo simbólico, a la Reina Emérita le preocupa de verdad la degradación del medio ambiente.
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Lo demostró hace dos semanas, en su último viaje a Grecia, donde además de celebrar el 81 cumpleaños de su hermano menor el ex rey Constantino, tuvo diversos encuentros institucionales, entre otros con el primer ministro Kyriakos Mitsotakis y su esposa Mareva, en su residencia oficial y con la presienta de la república, Katerina Sakellaropoulou, con la que precisamente trató temas como la pandemia producida por el coronavirus y la necesidad de proteger la naturaleza. Por cierto, que la presidenta recibió a doña Sofía acompañada por su hermana Irene.
Esta visita al país donde su padre, Pablo de Grecia fue rey y su hermano Constantino también ocupó el trono, hasta que tuvo que exiliarse por el golpe de estado de los coroneles, ha tenido mucha más relevancia en Grecia que en España, donde se ha apartado a la reina emérita del calendario institucional. Hace tiempo que no aparece públicamente con sus nietas y los reyes Felipe y Letizia y algunos rumores recientes, parece que con escaso fundamento, apuntaban a que Letizia estaba detrás de este eclipse de su suegra, a la que desearía incluso, ver fuera de España.
Lo cierto es que la esposa de don Juan Carlos está muy sola. Y no solo porque sus actividades están limitadas a algunos actos de tipo cultural o medioambiental, como el de este fin de semana. Algo apartada de sus nietas, con su marido lejos de España y sus hijas, más preocupadas por visitar a su padre en Abu Dhabi, que por aparecer acompañando a su madre, a la reina solo le queda la compañía de su hermana Irene, que desde hace años, vive con ella en el palacio de la Zarzuela.
La princesa griega fue tratada de cáncer de mama en 2002 y desde entonces ha salido adelante con distintos tratamientos, pero ahora parece que su memoria y su capacidad de conocer y reconocer a los que la rodean se deteriora de forma preocupante. La soledad amenaza el futuro de doña Sofía, una reina para la que la vida no ha sido justa.
La inseparable princesa Irene, que acaba de cumplir 79 años, tiene su habitación en Zarzuela, con pequeño gabinete y personal a su servicio. Muy unida a su hermana mayor, Irene nació en plena guerra mundial, en Sudáfrica, donde estaba exiliada la familia real griega. Fue la suya una infancia dura, de residencia en residencia, y Sofía siempre se encargó de que a su hermana pequeña no le faltara nada. Siendo adolescente Irene se enamoró de su primo Mauricio de Hesse, pero él buscó el amor en otros corazones. Jesús Aguirre, antes de ser duque de Alba, la pretendió en su época de director general de Música. La invitaba a conciertos y se carteaban. La princesa salió después con el embajador Guido Brunner.
Las infantas Cristina y Elena y el propio Felipe VI se refieren a ella como la tía Pecu, cariñoso apelativo porque dicen que la princesa siempre tiene ideas muy originales pero sobre todo porque jamás ha perdido su acento en español, mucho más marcado que el de su hermana mayor. Ahora Sofía deberá asumir que la vida entera vivida junto a su hermana, las incontables horas de conversaciones, a solas en palacio, los viajes, las confidencias y los secretos compartidos desde la infancia quedaran encerrados tras el velo de la memoria interrumpida de su querida hermana.