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De Juan Carlos I o Alberto de Mónaco a Alberto de Bélgica: presuntos (y no presuntos) bastardos reales en Europa
Martín Alegre
Hace días, ocurrió algo inesperado y totalmente insólito en una monarquía, aunque se trate de reyes de países modernos y democráticos y en pleno siglo XXI: el rey Felipe de Bélgica ha tenido un encuentro con Delphine Böel, su recién reconocida hermana, hasta ahora hija ignorada, hija secreta hasta hace poco de su padre Alberto de Bélgica. De momento al rey Juan Carlos no le pasan estas cosas: aunque sí hay quien dice ser hijo suyo, fruto de una relación extramatrimonial, la Justicia ha dictaminado que no es cierto. De momento.
Vamos a Bélgica. Lo llamativo de este caso es que la cita entre el rey Felipe y Delphine Böel se ha hecho pública, hay foto oficial, y además un mensaje de ambos en el que aseguran que habrá más encuentros. Desde hace dos semanas, Delphine, nacida de una relación del rey Alberto con la aristócrata belga Sybille de Selys Longchamps, ostenta por mandato judicial el título de alteza real y puede llevar los apellidos Sajonia-Coburgo, que le corresponden por pertenecer a la Casa Real belga.
"Fue una reunión cálida. Esta extensa y especial conversación nos dio la oportunidad de conocernos. Hablamos de nuestras propias vidas y nuestros intereses comunes. Este vínculo seguirá desarrollándose en un contexto familiar". Así reza el comunicado conjunto del rey y su hermana bastarda.
La lucha de la nueva princesa belga ha sido larga y admirable. Su padre biológico le dio la espalda, ignoró su petición de ser reconocida y, después de exigir durante años una prueba de ADN, que el marido de Paola de Bélgica rechazó, no fue hija legal hasta el pasado mes de enero, cuando Delphine tuvo la sentencia que demostraba que el rey es su padre. A día de hoy, Alberto de Bélgica (abajo, junto a su mujer la reina Paola) sigue negándose a ver a su hija.
El bastardo Real español
Este caso, recuerda al de Leandro de Borbón, hijo del rey Alfonso XIII, un monarca mujeriego y promiscuo, que tuvo muchas relaciones fuera de su matrimonio con la reina Victoria Eugenia de Battenberg. Uno de los romances más duraderos del abuelo de don Juan Carlos fue el que mantuvo con la actriz Carmen Ruiz Moragas, del que nacieron Leandro y una hija más.
En aquel tiempo, los reyes no reconocían a sus bastardos, pero Alfonso XIII veía a sus hijos y les ayudaba económicamente desde su exilio, aunque nada les dejó en su testamento. Después de la muerte del bisabuelo de Felipe VI en Roma, en febrero de 1.941, Leandro, licenciado en Derecho, sobrevivió dignamente con alguna empresa y trabajos de relaciones públicas y era considerado en los salones madrileños como hijo de Alfonso XIII. Incluso la infanta doña Pilar, su sobrina carnal, le saludaba con cortesía cuando coincidían en el Rastrillo madrileño y se dice que en Zarzuela, donde jamás fue recibido, hablaban de él como "el tío Leandro".
En 2002, don Leandro decidió hablar por primera vez y lo hizo publicando un libro de memorias titulado El bastardo real (Esfera de los Libros). Al mismo tiempo, solicitó en el Registro Civil de Madrid "la incoación de expediente gubernativo de filiación paterna no matrimonial como consecuencia de la posesión de Estado".
No hizo falta pedir la prueba de ADN para demostrar algo más que el extraordinario parecido con su padre que saltaba a la vista. Zarzuela quiso evitar el escándalo pero su batalla legal tuvo éxito por fin, siempre frente al silencio de su sobrino nieto, el rey Juan Carlos, y de la Casa Real. En 2003, Leandro de Borbón fue reconocido como hijo del rey Alfonso XIII.
Sin embargo nunca consiguió el legítimo honor de ser reconocido como infante de España, ni sus derechos a la herencia de su padre. En su lápida figura el apellido Borbón, al que también tienen derecho sus hijos, pero nadie de la Familia Real fue a su entierro en 2016. Tanía 87 años. Unos telegramas y unas flores fueron su único mensaje.
Mónaco
Otra anomalía que va contra los derechos civiles y las normas democráticas de la Europa del siglo XXI son los dos hijos que Alberto de Mónaco tuvo antes de su matrimonio. Jazmin Grace, de 22 años, es hija del príncipe y de una camarera de California. Y Alexander Coste, de 17, nació durante su relación con una azafata de Togo.
El hijo de Grace Kelly y Rainiero de Mónaco también tuvo que ser obligado por la Justicia a reconocer a estos hijos, después de la batalla legal de sus madres y de la denuncia de Nicole, la azafata, en la revista Paris Match. Hoy son hijos legales del príncipe, pero no llevan su apellido, no se hacen fotos en palacio con su padre y no participan de la vida oficial del Principado.
Eso sí, en Mónaco rigen leyes económicas de la Europa actual y esos dos hijos ilegítimos, a diferencia de lo que ocurrió en España con Leandro de Borbón, reciben importantes donaciones de su padre y heredarán lo que les corresponda de su cuantiosa fortuna. Nicole Coste da entrevistas de vez en cuando en la prensa francesa. En la última, asegura que desde su boda con Charlene, Alberto apenas ve a su hijo, ni siquiera en privado, como hacía cuando el niño era más pequeño.
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En este momento, en España, Albert Solá defiende que es hijo biológico del rey emérito Juan Carlos I, y presume de ello exhibiendo pruebas de ADN realizadas en 2007. El asunto ha llegado al Congreso después de que EH Bildu registrara el pasado 5 de octubre tres preguntas con las que buscó un debate sobre la Casa Real.
Más allá de que las intenciones del grupo independentista estén más orientadas a socavar la imagen de Felipe VI que a hacer justicia con el presunto hijo bastardo de don Juan Carlos, está el hecho de que las pruebas de ADN confirman, con una similitud del 99%, que Albert Solà, es descendiente de don Juan Carlos. Otra cosa es que se cuestione en la Cámara Baja sobre los derechos de sucesión al trono de Solà, mayor que Felipe de Borbón, lo cual no pasa de ser una sandez.
Hace una semana, la Mesa del Congreso denegaba la propuesta de pregunta, argumentando que "viola la cortesía parlamentaria". No obstante, si bien el Gobierno no tendrá que responder a las tres preguntas que quería hacer Bildu al respecto, y no se discutirá siquiera si Solà es el legítimo heredero, otra cosa sería la vía judicial. Pero en el caso de Solà no existe porque en 2015, el Tribunal Supremo archivó la demanda de paternidad. Debido a que el test de ADN de Juan Carlos I se realizó con un vaso, al no ser consensuado por el emérito, el Tribunal Supremo no aceptó las pruebas. Las pruebas de ADN referidas se realizaron en 2007, por orden del CNI, siempre según Solà, quien lleva años tratando de probar su relación familiar con Juan Carlos I.
El catalán Albert Solà Jiménez tiene 64 años y es camarero. En 2019 hizo pública la prueba de ADN que se realizó en 2007. Según él, tomó la decisión para adelantarse al ex comisario Villarejo, que ha tenido acceso a la documentación y tendría la intención de publicarla.
Fue el CNI quien encargó el test, siempre según el demandante, que se realizó en un laboratorio de Lleida. El camarero relata que "fue a cambio de que yo grabara en vídeo mi renuncia a la corona española para siempre". Solà sostiene que, una vez conocidos los resultados, le dijeron: "Ya sabíamos que el rey es tu padre, pero ahora los análisis aportan una coincidencia del 99,9% entre ambos individuos examinados".