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Letizia cumple 48 años: así es la vida real de la persona que ejerce como Reina


    Martín Alegre

    Doña Letizia sopla este martes 15 de septiembre 48 velas en un momento especialmente complicado para la Casa Real, con la sombra de la corrupción acechando al rey Juan Carlos y por ende a la Corona. Pero detrás de ese personaje está la persona: la hija que busca el apoyo de su madre, la cuñada odiada por las infantas, Elena y Cristina, la nuera extraña para doña Sofía, plebeya y advenediza, la mujer que se acerca al medio siglo, la de los patinazos sonados y la de los grandes aciertos, la de la agenda propia, la esposa del rey Felipe VI, reina consorte desde hace seis años, y sobre todo la madre de sus hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía.

    Letizia es sin duda una de las royals más observadas de Europa y del mundo entero. Sin embargo, mantiene un perfil bajo en cuanto a pronunciamientos relevantes, es decir, no se sale del protocolo, parece un ser apolítico (y no lo es), y mantiene una agenda propia basada en actos solidarios, como la lucha contra el cáncer, y ayuda en lo que puede. Y en lo que le dejan.

    Pero de vez en cuando, cuando no se sabe observada o escuchada, nos ofrece perlas o pistas sobre la persona que está detrás de la Reina, la misma plebeya, periodista, más bien de izquierdas y atea que salía en el Telediario y enamoró a un príncipe, hoy un rey, jefe de Estado, al que aconseja cada día en la intimidad de palacio. Un ejemplo se deslizó este verano, durante la gira de los Reyes por España, cuando un micrófono nos dejó escuchar cómo le susurró a su marido que se acodara en una barra del bar que visitaban para parecer más cercano.

    Paloma Rocasolano, la madre de Letizia, la enfermera sindicalista, ya jubilada, hija del taxista, aquella familia normal y corriente que veraneaba en Benidorm. Paloma es hoy posiblemente el mayor apoyo personal e íntimo de la Reina. No tanto como su padre, al que ve pero con menos frecuencia, y que además está menos implicado con sus nietas, la infanta Sofía y la princesa Leonor. 

    Pero la responsabilidad que íntimamente más le preocupa a Letizia, igual que a su marido, es lograr la óptima educación de sus hijas, la heredera al trono, su hija Leonor, y la infanta Sofía.

    La marcada desestructuración de su familia polítia, y de la propia (padres divorciados hace años) obliga a la Reina a vertebrar el concepto de la suya en torno a sus seres más queridos. Peleada con sus cuñadas, con los abuelos paternos de las niñas separados ahora físicamente, con don Juan Carlos a miles de kilómetros, un tío carnal de sus hijas en la cárcel... Proteger a las niñas no es fácil porque son adolescentes que miran al mundo y lo que les rodea. Viven en un palacio pero tienen ventanas. Su madre puede a veces echar las cortinas pero no puede esconderles la realidad.

    Letizia tiene en su madre, la otra abuela de las niñas, Paloma Rocasolano, a uno de sus grandes apoyos. Un referente que no cuenta con sangre azul, que la quiere, que la conoce y la aconseja sin filtros. Otra persona que está en su vida más de lo que creemos en su hermana pequeña, Telma Ortiz, y su sobrina, además del novio de su hermana,  Robert Gavin, el ex marido de la violinista de The Corrs. Ambos visitaban Zarzuela, con la pequeña Amanda, antes del COVID-19. 

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    El estilo Letizia

    No obstante, y aunque a Letizia le gusta que se cuente más su labor social, su interés en hablar con artistas, políticos, empresarios o científicos, o sus compromisos solidarios con determinadas causas, el estilo y la forma de vestir de Letizia llama la atención a medios de España y del mundo entero. Diseccionamos con lupa cada una de sus elecciones, movimientos, complementos, peinados, maquillaje, etc. Ella cuenta con un equipo especializado que la viste, la aconseja, la peina y la maquilla para que vaya lo más perfecta posible. De vez en cuando un paparazzi la caza de incógnito, por la calle, de compras, con las niñas, con don Felipe: y vemos a una mujer moderna, elegante de verdad, en forma y sana, gracias a su afición al deporte, a la buena comida, a su aversión al alcohol y a sus genes. 

    Al fin y al cabo es la suya por encima de todo una labor relacionada con la imagen. Aquella periodista aplicada, inteligente, eficaz, atractiva, segura y de apenas 30 años ha ido moldeando su estilo, desterrando por ejemplo aquellas faldas cortas donde enseñaba las rodillas cuando era novia de Felipe o más tarde princesa de Asturias. Por suerte, su camino ha sido ascendente, en todos los sentidos, al contrario que por ejemplo el de su concuñado, Iñaki Urdangarin, con el que llegó a llavarse muy bien en una época que parece no haber existido.

    Como les ocurre a todos los personajes relevantes, la opinión pública recuerda más los fallos que los aciertos, por eso la Reina no debe olvidarse nunca de quién es, para que no se repitan escenas como aquella contra doña Sofía, cuando se pelearon en la puerta de la catedral de Palma.

    Como dijo su amiga Sagrario Ruiz de Apodaca al hablar de aquel bochornoso enfrentamiento: "Se olvidó de dónde estaba y de quién era. Se equivocó", comentó la periodista alavesa. Sin duda, Letizia aprende las lecciones bien y a sus 48 años la madurez ayuda.