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Carmen Martínez-Bordiú: día de playa en Portugal con su novio cañón 35 años menor


    Luisa Acevedo

    Carmen Martínez-Bordiú (69) dio un cambio radical a su vida hace tres años después de morir su madre, Carmen Franco, y romper con Luis Miguel Rodríguez El Chatarrero. Tras el hermetismo en el que ha envuelto su vida, la nieta de Franco ha sido cazada en su refugio portugués con su novio de 35 años menos. Además, ha presumido de cuerpo mientras se da algún que otro remojón en las aguas del país vecino.

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    En su etapa portuguesa no está sola, sino muy bien acompañada por su novio cañón, el coach emocional Tim McKeague, de 34 años. Los dos iniciaron su noviazgo en 2017 tras conocerse a bordo del barco de un buen amigo en común, mientras navegaban por la paradisíaca Costa Azul. La duquesa de Franco lleva una vida tranquila y sosegada desde que abandonó España y apagó el foco mediático que giraba en torno a ella. Sus días los dedica a desconectar del mundo gracias a sus jornadas en el mar y también a sus rutas de senderismo, actividad que durante estos años se ha convertido en una de sus aficiones favoritas.

    Con su tortolito la han fotografiado en las páginas de la revista Semana mientras exprimen su amor en la playa. En la imagen de la portada los dos aparecen sonrientes mientras caminan hacia el mar. Ella envuelta en ropa deportiva y él con la toalla a la cintura y sin camiseta para cubrir su torso. En Diez Minutos, también se muestra a Carmen en bañador presumiendo de cuerpo. La nieta del dictador pasa desapercibida ante los portugueses que no conocen su identidad. 

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    Carmen vive con su novio en la tranquila localidad de Sintra, que cuenta con 33.000 habitantes y se encuentra a tan solo 30 kilómetros de Lisboa. Su nido de amor es una casa de 600 metros cuadrados que la duquesa adquirió tras su mudanza a Portugal. Sus cimientos se levantan sobre una superficie de 2.000 metros cuadrados. Uno de sus rincones favoritos es la piscina climatizada que posee y que con toda seguridad disfruta cada por tres junto a su tortolito.

    Carmen hubiera preferido elegir otra localidad portuguesa más animada que la solitaria mansión frente al Atlántico que tanto entusiasma a su toyboy pero quiso darle ese gusto. Por otra parte, la mansión, elegante y señorial en apariencia, estaba en muy malas condiciones y su restauración para hacerla habitable ha sido una ruina para su propietaria.