Paloma Cuevas y Ana Soria, dos católicas y un solo matrimonio posible ante Dios
Silvia Armesto
La fe inquebrantable de Paloma Cuevas y su ferviente catolicismo practicante son ahora más que nunca la gran muleta en la que se apoya. Ella jamás pedirá la nulidad de su matrimonio porque ella es ante Dios la única esposa de Enrique Ponce, que también es creyente, como la madre de sus hijas.
Frente a ella está Ana Soria, la estudiante de Derecho de la que se ha enamorado Enrique Ponce hasta el punto de romper un matrimonio de 24 años que, según explican los cónyuges a toro pasado, estaba roto hace tiempo. Pero Ana lleva en su cuello a la Virgen del Mar, patrona de su tierra, y el colegio mayor de Granada por el que pasó es Católico, gestionado por las Esclavas de Jesús, lo que da una idea de que Ana no quiere ser la querida, ni la amante de nadie, sino la señora, la esposa del hombre que la ama y del que está perdidamente enamorada. Lo mismo se puede decir de Ponce: ¿quiere ser amante de la mujer con la que quiere iniciar una nueva vida? ¿Y su fe? ¿Y cuando se arrodille ante Dios antes de salir al ruedo y se santigüe? ¿Primer choque de trenes en esta historia que quieren llevar con clase y cordialidad?
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Paloma Cuevas quiere mantener la clase y la elegancia que la acompañan siempre y no ha entrado ni de lejos a decir una mala palabra de la novia de su marido. El mantra que repiten tanto el diestro como su esposa es que se quieren, se tienen cariño y que nada, ni siquiera una tercera persona en la vida del matador, rubia, de 21 años y muy guapa. va a enturbiar el statu quo de los Ponce, con su finca de casi 1.000 hectáreas, su chalé de 600 metros construidos con 3.000 metros de parcela o su pisazo en Rosales, a pocos metros de la Plaza de España y frente al Templo de Debod. Y con dos niñas de 8 y 12 años. Todo perfecto, ¿no?
¿Es esto posible? Ellos pretenden que sí, pero hay un choque de trenes que va a ser difícil evitar, por muchas clase que se tenga y mucho respeto que se quiera mostrar: Paloma Cuevas es muy creyente, como decíamos, su fe es uno de sus principios inquebrantables, en su finca de Jaén tiene una capilla donde le pide a Dios que los toros no cojan a Ponce o que se cure cuando ha sido corneado.
Paloma es muy católica y no va a admitir la nulidad matrimonial, requisito indispensable para que Ana Ortiz pueda casarse por la Iglesia.
Pero resulta que Enrique Ponce también es muy creyente, y practicante. Informalia ha podido saber que Ana Soria también es creyente, al cuello lleva una medalla con la virgen del Mar, patrona de su tierra almeriense, y aunque ahora estén encantada con el torero de 48 años, Ana quiere ser la 'querida de', ni la 'amante de', y ser la 'novia de' es poco menos que imposible mientras Enrique Ponce y Paloma Cuevas sigan siendo marido y mujer, no solo por el juzgado, sino a los ojos de Dios, desde aquel 25 de octubre de 1996, en la Catedral de Valencia, ante la imagen de la Virgen de los Desamparados y con telegrama de Juan Pablo II para sellar la sagrada unión entre el torero y la hija de su apoderado, "hasta que la muerte nos separe".
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