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Los Franco y el misterio del incendio del Pazo de Meirás: continúa el juicio por su legitimidad


    Vicky Ballesteros

    En 1978, con el franquismo aún latente y la democracia en España apenas embrionaria, hubo un incendio en el Pazo de Meirás, la mansión que fue de Emilia Pardo Bazán y ahora es de los Franco, que podrían perderlo si sale adelante el juicio que pone en duda la legitimidad de la propiedad por parte de los herederos del dictador.

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    Del incendio se dieron tres versiones. Una dice que fue un atentado contra la familia Franco, otra que fue provocado y la oficial dice que fue un accidente a causa de un cortocircuito. Pero para creerse la versión del accidente hay que aceptar que se produjeron al mismo tiempo tres cortocircuitos en tres lugares distintos del Pazo. Y eso sin contar la versión de los guardias civiles, dado que en aquellos años la Benemérita se ocupaba de cuidar la mansión: habían cortado por completo la luz cuando se produjeron los supuestos cortocircuitos.

    Tras el incendio y la rehabilitación del Pazo, los que se encargaron de su mantenimiento y rehabilitación fueron los Franco, tal y como argumentó su abogado, Luis Felipe Utrera Molina: "Nuestros clientes son los legítimos propietarios que han estado manteniendo y pagando todos los impuestos del Pazo de Meirás durante los últimos 45 años", dijo antes de comenzar el juicio por la legitimidad del Pazo que arrancó este lunes y concluirá a finales de esta semana. 

    Este miércoles también se ha pronunciado sobre la evolución del proceso, reiterando que el Estado está "cayendo en la tentación de politizar un asunto que es meramente jurídico", ya que "aquí no se trata de discutir si Franco era bueno, malo o regular". Así, ha vuelto a defender la legitimidad de sus clientes porque se "han pasado más de 44 años asumiendo todos los costes de la casa". Según uno de los testigos, Juan Pérez Babío, por reformar el Pazo los Franco desembolsaron unos 100 millones de pesetas: "Yo no tengo acceso a las facturas de todo aquello, pero fue del orden de cien millones de pesetas", declaró este vecino coruñés en una de las sesiones del juicio.

    Por parte de la parte demandante, la socialista Pilar López-Rioboo espera que finalmente se declare el Pazo como un bien público, tal y como afirmó este lunes a las puertas del juzgado: "El Pazo de Meirás es un compromiso del Gobierno con la memoria y la recuperación de bienes para el uso público que se comenzó con sacar al dictador del Valle de los Caídos", aseguró ante los medios.

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    El alcalde de Sada, Benito Portela, otro de los intervinientes, también argumentó sus razones para 'arrebatarle' la propiedad del Pazo a los herederos del dictador: "Los documentos aparecidos y reconocidos por la parte demandada reconocieron que no le valió ni un duro a Franco, por lo tanto entendemos que tiene que ser patrimonio público de una forma efectiva de una vez", expresó. Considera que este paso supondría un acto de justicia para las víctimas del franquismo, puesto que es "el epicentro del régimen fascista": "El juicio es el inicio de una gran recuperación de la dignidad para todas las víctimas del régimen", sentenció.

    En el juicio intervienen un total de 17 testigos, entre los que se encuentran un guardia hortelano del pazo hasta 1990; dos vecinos de Meirás; un funcionario del Ayuntamiento de A Coruña; el secretario particular de Carmen Polo Martínez-Valdés y de Carmen Franco Polo tras el fallecimiento de Francisco Franco; el alcalde de Sada desde 1979 hasta 2007; y un amigo de la familia Martínez-Bordiú Franco, que se encargó de algunas labores de gestión tras su sonado incendio. 

    El Pazo de Meirás fue construido en 1893 por órdenes de la escritora Pardo Bazán. Se levantó sobre las ruinas de la fortificación de los Patiño de Bergondo, que fueron señores de la comarca de las Mariñas, y pasó a manos de los Franco en 1938. El dictador prohibió la entrada a las nietas de Bazán cuando intentaron recuperar sus pertenencias, pues poco tiempo atrás cedieron la propiedad a la Compañía de Jesús tras la muerte del principal heredero del Pazo, su hermano Jaime. Franco y Carmen Polo utilizaron esta propiedad como su principal residencia veraniega.