Doña Letizia, víctima del encierro por el coronavirus: tiene el pelo hecho una pena
Silvia Armesto
Canas, la raya mal hecha, raíces en estado de alarma... El aspecto que presentamos en videollamadas y conferencias durante el confinamiento por la pandemia del coronavirus es consecuencia de la situación que vivimos, sin peluquerías. Letizia es a sus 47 espléndidos años un emblema de la perfección en la imagen, reina del estilismo repensado y considerada una de las mujeres más elegantes del mundo, está más preocupada estos días por saber cómo está la gente y cómo van las cosas que por mirarse al espejo. Eso la honra. Pero si lo hace, es posible que exclame eso de: "¡Y yo con estos pelos!"
Uno de los cientos de memes y chistes que circulan por la red decía estos días que "al final de esta cuarentena vamos a saber cuántas rubias hay de verdad en España". La broma hace referencia a imposibilidad de acudir a la peluquería a hacerse el color y cuidar los tintes, las raíces y otros pecados capilares que ahora se cometen mucho más que antes del confinamiento. Nada que ver con sus sofisticados peinados.
Ésta no es la primera vez que vemos a la Reina con canas, pero es realmente insólito que la falta de tinte sea tan evidente como ahora que es víctima del confinamiento, aunque sea en una habitación de 130 metros, dentro de un palacio con una hermosa finca al norte de Madrid.
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Pero después de su cuarentena tras tener contacto con Irene Montero, hemos visto de nuevo a doña Letiziadurante sus reuniones telemáticas sola o junto a su marido a través de videoconferencias con distintos sectores sociales y económicos especialmente afectados por el coronavirus. La propia Casa del Rey o los telediarios se encargan de amplificar casi a diario estas actividades.
La última tuvo lugar este mismo lunes. Era una cita con los responsables de Renfe, de Correos y de la ONG Save the Children. Igual que ha ocurrido desde que reapareció tras los 14 días en cuarentena, Letizia lucía un outfit más bien casero, algo habitual incluso entre gente considerada muy chic: hasta Anna Wintour ha sido vista estos días en chándal. La mujer de Felipe VI no ha sido tan atrevida como la editora de Vogue, tal vez porque recuerda la famosa frase de Karl Lagerfeld: "El chándal es un signo de derrota. Cuando pierdes el control sobre tu vida te compras uno".
No, aún no hemos visto a Letizia en chándal pero si que ha bajado su gama como icono de la moda, lo cual es lógico. La vemos más de de andar por casa, con pantalones, zapato plano y un básico como americana. Pero además su maquillaje es menos marcado, o más natural. Y sobre todo, con el pelo suelto, peinado con una raya en medio que a veces se bifurca... Su famosa melena hospeda ahora varios mechones blancos y las raíces delatan que le falta ir a la pelu o que la pelu vaya a ella.
Es fácil intuir que la Reina no puede contar ahora con los servicios de sus peluqueras de palacio. No olvidemos que el Gobierno de Pedro Sánchez, que en un principio había autorizado este sector como necesidad para personas mayores o impedidas, después rectificó y descartó las peluquerías como servicio esencial. Pero no le vendría mal a la mujer del jefe del Estado usar uno de esos productos que colorean las raíces como remedio casero hasta que tenga otras posibilidades. A no ser que su aspecto le venga bien para convertirse en una ciudadana más, afectada por las carencias que padecemos.