¿Estuvo contagiada la Reina Letizia de coronavirus? La respuesta oficial es no
Silvia Armesto
Nada más comunicarse el 12 de marzo que Irene Montero había dado positivo en coronavirus, todo el mundo recordó que días antes la doña Letizia había compartido acto y hasta algún beso con la ministra de igualdad. Después, la Casa Real anunciaba que, siguiendo los consejos sanitarios, Felipe VI y la Reina se habían sometido a las pruebas del covid-19. Se informó de que los resultados del test fueron negativos. Y el Rey no tardó en reaparecer pero no así la mujer del Monarca.
"Seguro que lo tiene", se susurraba en los mentideros, pero Zarzuela nunca admitió que Letizia, encerrada en palacio a cal y canto y sin aparecer ni a través de un plasma, estuviera contagiada. Eso sí, la ausencia y el aislamiento al que estaba sometida la Reina alimentaban el rumor de que estaba contagiada por el covid-19, un extremo que jamás se llegó a confirmar.
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Durante quince días, la Reina solo recibía la visita de personal sanitario. Felipe VI y sus hijas Leonor y Sofía estuvieron confinados en su residencia, en el pabellón del Príncipe, a un kilómetro del Palacio de la Zarzuela: 1.800 metros cuadrados, distribuidos en cuatro plantas. La habitación principal de los reyes tiene 110 metros cuadrados, con dos baños y dos vestidores. Ahí estuvo Letizia durante dos largas semanas después de haber mantenido contacto, a principios de marzo, con la titular de igualdad y pareja de Pablo Iglesias.
Pero mientras que los otros miembros de la familia podían moverse, los médicos recomendaron que la reina se mantuviera aislada del resto, en cuarentena estricta. Durante todo ese tiempo no mantuvo ningún tipo de contacto físico con sus hijas ni con su marido. Solo recibía, a diario, la visita de una enfermera de la Guardia Real que va rotando según los turnos. Y eso que, según la versión oficial, dio negativo en la prueba del COVID-19.
Si bien resulta imposible confirmar que la Reina Letizia llegara a estar contagiada, salvo que lo admita ella públicamente, no sería nada extraño después de que como toda España pudo ver, mantuviera contacto directo en un acto publico con Irene Montero, portadora del virus. Se publicó además que el doctor le ordenó tomarse la temperatura cada dos horas y no moverse de casa, intentar no tener mucho contacto con su familia, y teletrabajar, si se encontraba en condiciones.
Lo cierto es que no volvimos a ver a la Reina hasta quince días después de su encierro y cuarentena, y eso a pesar de que oficialmente había dado negativo en el test de coronavirus. El 26 de marzo la vimos por fin. Fue junto al Rey y por plasma, no en público. La reina acompañó a su marido durante una videoconferencia con el presidente de Mercadona, Juan Roig para interesarse por la logística en el abastecimiento de alimentos y productos de primera necesidad.
Reaparición
Pero sí supimos que desde su confinamiento en su residencia del complejo de la Zarzuela, Letizia había establecido contacto telefónico con varios sectores sociales, algunos hospitales, los representantes de la Asociación Española Contra el Cáncer, la Federación Española de Enfermedades Raras, la Fundación de Ayuda contra la Droga, el presidente de Unicef y con el director del Patronato de Discapacidad.
Sin entrenador personal
La rutina de Letizia no varió hasta donde sabemos: se levantaba a la misma hora y hacía una hora de ejercicio diario, aunque probablemente sin la ayuda de su entrenador personal (al menos en persona),un profesional que le programa cada día la actividad deportiva que tiene que realizar. Además, la Reina practica yoga con regularidad. Entonces, ¿estuvo contagiada o no?
Él sabe la verdad
Una de las personas que sabe toda la verdad es Juan Manuel Martínez Pérez. Puede que el nombre no les diga nada. Pero si les decimos que se trata del jefe médico de la Casa del Rey entenderán que este especialista, que lleva al servicio de Sus Majestades desde desde junio de 2018, es portador del secreto del contagio o no contagio de su paciente y de otros muchos secretos, claro. Martínez Pérez, que ya prestaba sus servicios en Palacio años antes de convertirse en el máximo responsable de la salud del Rey y su familia, sustituyó en el cargo a Miguel Fernández Tapia-Ruano, especialista en medicina preventiva. Basta leer el el BOE del 18 de junio de 2018, para entender por qué se produjo el cambio: Tapia-Ruano fue ascendido a General Brigada del Cuerpo Militar de Sanidad y se incorporó a la coordinación médica de las misiones militares de España en el exterior.
El servicio médico de la Casa del Rey depende del Ministerio de Defensa. El artículo 65 de la Constitución dice que el Rey nombra y releva libremente a los miembros civiles y militares de su Casa y Felipe VI siguió la tradición y escogió de nuevo a un militar como "médico de cabecera" para él y los suyos.
Tapia-Ruano había trabajado durante décadas para Casa Real mucho antes de que don Juan Carlos abdicara y don Felipe y doña Letizia fueran los nuevos reyes, a, aunque no como jefe. Llevaba desde 2012 ejerciendo de máximo responsable de la salud del Jefe del Estado y su familia. Después de que su antecesor, Avelino Barros, dejara la jefatura del servicio médico de Zarzuela en 2012.
Pero sobre todo, el general médico Tapia-Ruano era el médico personal de doña Sofía. Junto a don Juan Carlos y doña Sofía viajó en innumerables ocasiones y llegó a trabar una relación con la madre de Felipe VI que iba más allá de la relación médico-paciente, convirtiéndose en un verdadero amigo para doña Sofía.