Los cruceros de Eduardo Zaplana: langosta, champán, familia y su amiga íntima
Pilar Fernández
Solo en gasolina, los cruceros de Eduardo Zaplana costaban más de 300 euros a la hora. El ex presidente de la Generalitat disfrutó de lujos en yates de más de 40 metros de eslora, con champán y langosta, a veces con su familia y otras con personas de su círculo, como Elvira Suanzes, amiga íntima, diputada salpicada por el escándalo del caso Erial y en su día Fallera Mayor.
La carrera política de Eduardo Zaplana desde la alcaldía de Benidorm hasta el Consejo de Ministros como titular de Administraciones Públicas o Trabajo, portavoz del Gobierno de José María Aznar, y presidente de la Generalitat valenciana fue acompañada de un chorro de corrupción que recuerda escenas de la película El Reino, de Rodrigo Sorogoyen, que ganó siete Goya en 2018. Zaplana tejió una compleja red de sociedades para cobrar mordidas y llegar a mover y blanquear hasta 20 millones de euros, de los que 11,2 millones habrían desembarcado en sus bolsillos.
Esto es al menos lo que dice la unidad central operativa de la Guardia Civil (UCO) en su informe sobre el caso Erial. En el documento se detalla cómo durante veinte años Eduardo Zaplana cobró presuntamente comisiones por la privatización del servicio de inspección técnica de vehículos (ITV) o el permiso para instalar y explotar seis parques eólicos en la Comunidad Valenciana, entre otras operaciones.
El dinero viajó por 23 sociedades y diez países durante dos décadas en una trama societaria en la que desempeñaron un papel determinante el exconseller y ex director general de la Polícia Juan Cotino y sus sobrinos José y Vicente (este autoinculpado en el caso de la financiación ilegal del PP valenciano), varios testaferros, hombres de confianza como el abogado y delator clave en la instrucción, Fernando Belhot, e incluso familiares del expresidente. Todos están acusados por los delitos de prevaricación, malversación, fraude en la contratación, cohecho, delito contra la hacienda pública, tráfico de influencias, negociaciones prohibidas a los funcionarios, falsedad documental, blanqueo de capitales y organización criminal.
Eso daba para mucho y para vivir muy bien con el dinero ajeno. El expresidente de la Generalitat y exministro de Trabajo de Aznar, Eduardo Zaplana, se pasó el verano de 2009 en alta mar. Dos empresas alquilaron para él y su familia dos yates. Alguno de los pagos superó los 70.000 euros por una embarcación del máximo lujo. Todos los contratos se realizaron a través de la sociedad Camper & Nicholsons International, con la que también trabajó Vicente Cotino –sobrino de Juan Cotino– para alquilar barcos personalmente o a través de sus empresas. Los contratos forman parte del caso Erial, la investigación abierta para desenmarañar el pago de comisión por las adjudicaciones de la ITV y del Plan Eólico de la Comunitat Valenciana.
La firma Alquiler e Inversión Ibiza abonó 70.570 euros por el alquiler del yate de lujo FranJack entre el 1 y el 9 de agosto de 2009 –con una extensión hasta el día 15 o bien del 18 al 24 de agosto–, una embarcación para "el señor Zaplana", según consta en la documentación facilitada por la empresa de alquiler.
En el mensaje de bienvenida de la empresa, documento que también está en el sumario, se puede leer:"Estimado don Eduardo. ¡Bienvenido a bordo! En nombre de Camper & Nicholsons le envío mis mejores deseos para que usted y sus amigos tengan unas vacaciones maravillosas y una estancia muy feliz a bordo de Franjack. ¡Que los buenos vientos os acompañen!".
En los documentos de las vacaciones de lujo de Zaplana figuran las peticiones de menú del expresidente de la Generalitat y exministro de Trabajo: desayuno continental, ternera, pollo, pescado y ensaladas, una dieta baja en colesterol y como comida especial, langostas. Champán francés, vinos califirnianos, whisky, ginebra, ron y licores, además de mucha cerveza constan entre las peticiones de Zaplana, que también exigió galletas integrales, fruta, zumos y verduras frescas, así como gastronomía francesa, italiana y barbacoas.
El Franjack es un yate de 31 metros de eslora y puede alcanzar una velocidad de 27 nudos. Es una embarcación para ocho personas y hasta cinco tripulantes a bordo.
Aquel verano de 2009 los Zaplana no solo disfrutaron del Franjack. Dos días después de su fabuloso crucero embarcaron en otro yate de lujo, el Iris. El viaje les llevó a Atenas y después navegaron por las costas griegas. Las gestiones las realizó la secretaria personal del expresidente, Mitsouko Henríquez, una de las personas de su máxima confianza. El alquiler de este barco costó 23.537 euros por cinco días: del 11 al 16 de agosto de 2009.
Lo pagó la empresa Zarcar S.L., dedicada al comercio al por menor de combustibles y cuyo accionista mayoritario es Francisco Pérez López, conocido como El Gasofa, investigado por blanqueo de capitales, en concreto, parte del dinero de la trama a través de las facturas de sus gasolineras.
El sumario del caso Erial también recoge que la empresa Alquiler e Inversión Ibiza alquiló el yate Ladyship, y se prestó del 29 de julio al 7 de agosto. Se trata de otro yate, en este caso de 41 metros de eslora. El serviciofigura a nombre de una empresa de Joaquín Miguel Barceló Lloréns, conocido como Pachano y considerado en la investigación del caso Erial como uno de los presuntos testaferros de toda la trama de comisiones y blanqueo de capitales.
Hace justo un año que el expresidente de la Generalitat valenciana salió de la cárcel. Imputado por el Caso Erial, entró en prisión preventiva en 2018 por riesgo de destrucción de pruebas, pero le fue concedida la libertad provisional tras una grave recaída de la leucemia que sufre desde 2015. Ahora, a sus 63 años, Eduardo Zaplana disfruta de una rutina muy tranquila y sencilla en Benidorm, donde lo llaman El Resucitado, pues ha pasado de "agonizar en un hospital a pasear como un humilde abuelito del Imserso por la playa", según los vecinos. Pero la vida del exministro de Trabajo de Aznar no siempre fue tan humilde.
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Rosa Barceló, la mujer de Zaplana, era hija de Miguel Barceló, rico empresario fallecido hace doa ños con 94 años. Exsenador del PP, fue pieza clave en el ascenso de Eduardo Zaplana, del que luego se convirtió en feroz enemigo. El suegro de Zaplana participó en la refundación del PP en Benidorm y fue senador 22 años seguidos.
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Zaplana, en buena compañía
Zaplana no fue el único que disfrutó de estos cruceros gratis. Entre otros pasajeros que figuran en la documentación (aunque no especifica en cuál embarcó cada uno) figura Elvira Suanzes, exdiputada y amiga íntima de Eduardo, también imputada en el Caso Erial por, supuestamente, ayudar a Zaplana a blanquear su fortuna.
La relación entre Suanzes y Zaplana siempre fue muy estrecha, tanto que en mayo del 2006, la revista QMD publicó unas fotografías de ambos besándose en la cubierta de un barco. También disfrutaron de una escapada romántica a Palermo, Sicilia. Él tenía 50 años y ella 28. Se conocieron en el 2000, cuando el entonces presidente de la Generalitat 'colocó' a tres falleras en la administración, entre ellas Suanzes.
Rosa Barceló, el amor de su vida
El cacareado romance entre Zaplana y Suanzes duró poco. Él volvió al lado de su mujer, Rosa Barceló, con la que se casó en 1981 y que lo acompañó en citas tan importantes como la boda de la hija de José María Aznar. Tuvieron tres hijos, dos niñas (María Jesús y Rosa) y un varón (Edu); este último falleció a los 22 años por el síndrome de Lowe, un trastorno multisistémico caracterizado por cataratas congénitas, glaucoma, discapacidad intelectual, retraso del crecimiento posnatal y disfunción de los túbulos renales con fallo renal crónico.
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Eduardo y Rosa se han mantenido unidos durante casi 40 años a pesar de las adversidades. "Las crisis son normales en un matrimonio largo, pero se superan. Entre ellos había fuertes sentimientos y, sobre todo, unos hijos, uno de ellos enfermo, y eso une. Además es difícil en una mujer tan religiosa como Rosa concebir una ruptura", dijo su entorno cuando se reconciliaron tras el mediático romance del político.
Tras superar la muerte de su hijo, Zaplana y Barceló afrontan juntos una nueva desgracia: la leucemia. A él le fue diagnosticada en 2015, a ella en 2018. Ambos reciben tratamiento en el hospital La Fe de Valencia. Viven en un chalé en Benidorm tras abandonar el magnífico piso de 310 metros cuadrados que les compró su hija María en plena Milla de Oro de Valencia. Allí tienen una vida más tranquila y disfrutan de largos paseos por la playa.
Los últimos disgustos han hecho mella en la imagen de Rosa, irreconocible en su última aparición pública: "Con lo que tiene encima, está esquelética y muy envejecida, aunque saca fuerzas apoyándose en su fe religiosa".
En estos duros momentos, el gran apoyo de Eduardo y Rosa son sus dos hijas. María es asesora en la Secretaría de Estado de Turismo, está casada desde el 2013 con Luis Iglesias Rodríguez-Viñas, un empresario educado en Eton con el que tiene una hija. Rosa, la otra hija de Barceló y Zaplana, trabaja en Gabinetes Estratégicos en Madrid.