Iker Casillas y la decisión profesional que podría cambiar su vida junto a Sara Carbonero
Jesús Manjón
Iker Casillas está a punto de tomar una decisión que daría un giro de 180º a su vida. El todavía portero del Oporto quiere ser el nuevo presidente de la Real Federación Española de Fútbol y, por ello, se reunió con Irene Lozano, presidenta del Consejo Superior de Deportes, para transmitirle su interés en presentarse a las elecciones y ser así el gran rival del hasta ahora presidente Luis Rubiales.
El ex guardameta del Real Madrid está sondeando a los jugadores que se alzaron con la Copa del Mundo en 2010 para que le acompañen en su candidatura. En las últimas semanas se ha reunido con Andrés Iniesta y Carles Puyol, quienes le han respondido de forma negativa. No así David Villa que según Deportes Cuatro le había dado el "sí", al igual que Fernando Hierro. También está previsto que trate de convencer a Fernando Torres en los próximos días, según cuenta la Cadena Cope.
Iker pretende formar una candidatura muy fuerte y con nombres de peso para así vencer a Rubiales, que ahora mismo es el gran favorito a ser reelegido. De conseguir su objetivo, el portero vería cómo su vida cambia de forma radical.
Lo primero que haría una vez anuncie de forma oficial su intención de presentarse a las elecciones de la RFEF sería colgar las botas (y los guantes). El infarto que sufrió en mayo de 2019 le ha mantenido alejado de los terrenos de juego y su vuelta parece ya una quimera. Los médicos tampoco se lo aconsejan, por lo que la retirada podría ser casi inminente.
Otro importante cambio al que se enfrentaría afectaría a su vida familiar, ya que tendría que dejar Oporto y trasladarse a Madrid, donde está la sede de la Federación. Su mujer, Sara Carbonero, y sus hijos, Martín y Lucas, le acompañarían en esta nueva aventura.
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Pese a las informaciones de los medios, que dan por hecho que Iker será candidato a presidir la Federación, lo cierto es que el portero no se ha pronunciado aún. Desde el entorno del guardameta tampoco se mojan y no resuelven la incógnita. Este secretismo es interpretado por muchos como el primer paso para abrir una etapa diferente en el mundo de los despachos.