Elizabeth Warren, la profesora de Harvard que aspira a parar al indestructible Donald Trump
Informalia
La senadora Elizabeth Warren, de 70 años, casada dos veces, madre de dos hijos, exrepublicana y miembro de la administración de Barak Obama, puede convertirse en la nueva enemiga de Donald Trump.
Más de una quincena de personas se presentaron como candidatos del partido Demócrata a la Casa Blanca, pero ahora que comienza la verdadera carrera de fondo solo destacan seis: apostamos por Warren y examinamos a sus contrincantes para ver cuáles son sus verdaderas posibilidades.
Tras los pasos de Hillary Clinton
Warren se hace cientos de fotografías con sus admiradores y partidarios. Su ritual de selfies, que repite invariablemente al final de cada uno de sus mítines, es un éxito. La cola se alarga hasta tres horas. Hasta la fecha, la candidata se ha hecho 60.000 fotos con posibles votantes, según el recuento que lleva su equipo de campaña. Es una anécdota, pero dice mucho de cómo plantea su candidatura esta profesora de Harvard y senadora por Massachussets (desde 2013) nacida en Oklahoma. A meses de la nominación y según las encuestas, Warren está -junto con el exvicepresidente Joe Biden y el senador Bernie Sanders- en el pelotón de cabeza de una de las primarias más concurridas y reñidas de la historia del Partido Demócrata.
Warren, quizá más que otros aspirantes demócratas, se presenta como la exacta antítesis de Trump. Frente a la aparente improvisación y las ventoleras tuiteras del actual presidente, Warren tiene planes. Su frase preferida es: "Tengo un plan para eso". Y todos parecen sensatos. De esos que la inmensa mayoría de la población tiende a pensar "pues sí, suena bien".
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El partido Demócrata se enfrenta a la redefinición de su ideología a través de dos corrientes diferentes. Por un lado la de los idealistas, partidarios de instalar una socialdemocracia de corte europeo, y, por otro, los moderados, que desean resucitar la "gran coalición" de la era Obama y sanar las hondas heridas políticas de los últimos años, recuperando de paso a parte de los votantes que apoyaron a Trump en 2016.
Los seis candidatos demócratas más importantes son blancos. Cuatro de ellos, además, son millonarios, y la mitad tiene más de 70 años. Bernie Sanders y la citada Elizabeth Warren encarnan el ala izquierdista; la moderada está representada por Joe Biden, Pete Buttigieg y Amy Klobuchar. A distancia estarían el millonario Michael Bloomberg y Andrew Yang.
Joe Biden, viejo y cansado
Dicen que es un gran orador capaz de conectar con el ciudadano medio hablándole en su misma lengua y que sólo él puede recuperar la simpatía de la clase obrera blanca, que dese 2015 está "seducida" por Donald Trump.
El exvicepresidente Joe Biden ha vuelto y va a por todas. Lo avalan su campechanía y su medio siglo de experiencia en política; una baza y una carga, porque proyecta una imagen envejecida y cansada que apela a fórmulas del pasado, como la decencia, la honestidad, el diálogo.
Los presuntos negocios turbios de su hijo en Ucrania, así como la desinflada campaña que ha llevado en los últimos meses, han pasado factura al desgastado candidato.
Bernie Sanders, un comunista fosilizado
Luchó por los derechos civiles, apoyó a los sandinistas y se hermanó con una ciudad de la URSS. Es el político que más ha recaudado en donaciones individuales y el que más gente arrastra a los mítines. Su popularidad e intención de voto también suben en las últimas encuestas.
Si uno juntase todo lo que ha dicho y escrito Bernie Sanders durante su vida y le quitase las fechas, sería imposible reconocer el año o el contexto de las citas. "Un puñado de gente lo posee casi todo", apuntó en una ocasión, "y casi todo el mundo no posee nada". Lo escribió en 1972, pero podría haber sido en 2016, o en 1981, o en 1997. Su discurso está fosilizado, congelado en el tiempo.
"Hoy, casi 40 millones de estadounidenses viven en la pobreza, y esta noche, 500.000 personas dormirán en las calles. En torno a la mitad del país vive nómina a nómina", dijo Sanders el pasado verano, y propuso continuar el proyecto iniciado por el 'New Deal' de Franklin D. Roosevelt en los años treinta, el mayor programa de inversión pública y social de la historia de EEUU. "Debemos reconocer que, en el siglo XXI, en el país más rico de la tierra, los derechos económicos son derechos humanos".
El 'alcalde' Pete Buttigieg
Encarna los deseos del votante demócrata: es joven (37 años) pero con experiencia pública. Estudió en la elitista Harvard, pero viene de una localidad industrial del Medio Oeste, donde es alcalde. Es gay, pero cristiano y casado. Un hombre culto (habla siete idiomas) y de acción (veterano de Afganistán). Por si no fuera suficiente, escribe Olivia Nuzzi en New York Magazine: "Tiene dos perros de acogida y toca el maldito piano".
Su estrategia para reunificar el país consistiría en seducir a una parte sustancial de los votantes de Donald Trump recuperando el corazón de las regiones industriales del Medio Oeste a las que él mismo pertenece.
Michael Bloomberg, rico y ex republicano
Su campaña ha comenzado tarde, se ha saltado cinco debates y no ha podido participar en las primarias de Iowa y no podrá hacerlo en las de New Hampshire. Su condición de rico y exrepublicano no le ayuda y los sondeos nacionales le dan un apoyo electoral cercano a cero. Pero Bloomberg, como de costumbre, tiene un plan.
La estrategia y el trabajo duro, casi patológico, son el pilar de este magnate de 77 años. Tras amasar una fortuna de 57.000 millones de dólares y dirigir la alcaldía neoyorquina durante 12 años, Bloomberg apunta hoy hacia la presidencia de Estados Unidos.
Andrew Yang, el rey de internet
La comunidad asiática de Estados Unidos es reducida y tiene los niveles más bajos de participación política de todo el país. Es raro ver a un candidato de origen chino o indio. Esto era así hasta que Andrew Yang lanzó una campaña tan original que hasta seduce a unos cuantos republicanos: "Soy lo contrario que Donald Trump", dice Yang en los mítines. "Un tipo asiático al que le gustan las matemáticas".
Con su gorra azul marino que dice "MATH", acrónimo en inglés de "Hacer que América piense más intensamente", y su "Humanidad Primero", anatema del "América Primero" trumpiano, Yang ha ido haciéndose un espacio cada vez mayor en la carrera demócrata.