Pepa Flores vio con apenas 11 años escenas impropias de una niña de aquella edad
Martín Alegre
¿Recogerá la noche de este sábado 25 de enero Pepa Flores el Goya de Honor que le entrega la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España?
Desde que se conoció su nominación, tanto sus hijas como su novio, Massimo Stechinni, aseguraban que Pepa cumpliría su voluntad de alejarse para siempre de los focos, la fama y los galardones y así seguiría.
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Sin embargo, esta misma semana, las palabras de Mariano Barroso, presidente de la Academia, no hacían más que sembrar dudas sobre si finalmente la actriz estará presente de alguna manera, agradeciendo un honor más que merecido. "Su presencia es decisión de ella", decías el cineasta.
La ausencia de Marisol sería un desaire a la profesión, a Málaga su ciudad, cubierta estos días de imágenes inolvidables de su carrera y fotos, y un cierto desprecio a generaciones de españoles de todas las edades que conservan intacto el mito más atractivo del cine español y la que alcanzó cotas de popularidad nunca igualadas por otras artista, ni siquiera por Sara Montiel, la otra gran estrella internacional.
Se baraja la posibilidad de que envíe un mensaje de vídeo, nadie sabe. En todo caso, ausente o no, Marisol es la protagonista involuntaria de los Goya. Resulta asombroso que 30 años después de su retiro, Pepa Flores sigue siendo actualidad y despertando interés. Tanto que, este fin de semana sale a la luz un doble álbum con las primeras grabaciones de su carrera y se reedita en vinilo uno de los mejores álbumes de su etapa de madurez.
Cuando el productor Manuel Goyanes, la descubrió en un programa de Televisión Española actuando con los Coros y Danzas, la pequeña Pepa de 11 años, ya había recorrido muchos escenarios por distintas localidades de Andalucía. Era una niña encantadora, graciosa y con mucho arte, que aspiraba a cantar y bailar como Lola Flores. Sin embargo, también había presenciado cosas que una niña de su edad jamás habría imaginado. Cuenta alguien que conoce la cara menos amable de su biografía, que en esas actuaciones por los pueblos, la pequeña Pepa compartía dormitorio con una chica de la compañía, mucho mayor, a la que todas las noches visitaba el responsable de los Coros. La propia Pepa contó después cuando ya estaba instalada en Madrid, que sabía lo que hacían aquel hombre y aquella mujer cuando se acostaban en la cama contigua a la tuya.
De su carrera que empieza a los 11 años, cuando se estrena Un rayo de luz en 1960, hasta su separación de Carlos Goyanes en 1972, solo se escribían maravillas de aquel prodigio de artista y de mujer, de sus relaciones como amiga de las nietas de Franco, con las que pasaba muchos fines de semana en la casa de los marqueses de Villaverde en el pantano de San Juan. Se admiraba a la jovencita que lució una diadema de diamantes de la duquesa de Medinaceli, cuando se puso de largo con la crème de la crème de la sociedad española, en el palacio de Pilatos en Sevilla. Pero nadie escribía entonces que en las relaciones de Marisol y su marido Carlos Goyanes había muchos altibajos y que uno y otro tenían sus amoríos paralelos. Carlos, con chicas conocidas de Madrid y Marbella. Marisol, con compañeros de sus películas, como el torero Sebastián Palomo Linares, el bailarín Rafael de Córdova o un millonario de familia importante de Madrid.
O que estando en Argentina con su marido, Carlos salió para ver uno de los partidos de los Mundiales que se celebraban entonces, y Pepa se fue a un concierto de Joan Manuel Serrat. Esa misma noche empezaron una apasionada relación que dio lugar a la bellísima canción Tu nombre me sabe a yerba, compuesta por el cantante catalán inspirándose en ese amor complicado y oculto, que acabó cuando Pepa ya separada, se fue tras él a vivir en Barcelona y Joan Manuel decidió alejarse de ella.
Más tarde, cuando rompió con los Goyanes y orientó su carrera hacia un cine militante, conoció a Antonio Gadesy profesó en el comunismo, Marisol dejó caer en algunas entrevistas o algunos periodistas así lo entendieron, que su vida anterior había sido poco menos que un secuestro, que siempre había deseado cortar y vivir como una chica corriente en un lugar junto al mar, que había sido explotada…
Lo cierto es que hay otras versiones que apuntan a que Pepa estaba encantada con sus éxitos, con una vida llena de lujo, viajes y admiración incondicional de la gente. Una vida que le permitió sacar a su familia de la pobreza, comprarles una buena casa y a su padre una furgoneta, con la que Juan Flores repartía fotos de su niña por Málaga y sacaba unos dineritos vendiéndolas.
Pero Pepa no supo evolucionar como otra niña prodigio, Ana Belén, que fue recorriendo las distintas etapas de su carrera y su vida personal, con coherencia y madurez. Pepa se retiró pronto, a los 38 años pero, a diferencia de otros dos mitos del cine, Greta Grabo o Brigitte Bardot,eligió ser una mujer corriente en lugar de cultivar su misterio.