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Raphael cuenta que se bebía las botellas de los minibares: "El alcohol me machacó el hígado sin darme cuenta"


    Lola Gambau

    "¿Ensayas en el espejo alguno de tus ademanes?", le preguntó un día un periodista y Raphael le respondió: "¡Por Dios! No soy artista de espejo. Yo soy así de natural. Lo llevo en la sangre". Así es el de Linares, que en su camerino sólo pide que haya "té de manzanilla, mucha agua y alguna que otra fruta por si tengo hambre después de cantar".

    Y como vicio, chocolate. "¡Me encanta! Tomo un trocito por la mañana, otro antes de cantar y cuando acabo la actuación. El chocolate y la pasta, con un chorro de aceite, forman parte de mi dieta", explica este Tauro andaluz que no se considera supersticioso hasta el punto de gustarle el número 13 y el martes y 13.

    El cantante que une musicalmente a generaciones de padres, hijos y abuelos presenta en diciembre su último disco doble: Raphael sinphónico y resinphónico, que recoge los dos conciertos de 2015 y 2018 y contiene cuatro temas inéditos. Pero el Rafael más seguro de sí mismo, con tanto éxito ininterrumpido, da paso al hombre más humilde cuando reconoce los problemas de salud que ha padecido. "Nunca he estado como estoy ahora, con el aplomo que tengo ahora. Creo que la causa de mi buen estado se encuentra en haber superado el traspiés de salud que me llevó a necesitar un trasplante de hígado. Porque cuando tocas fondo y estás malito, resurges de las cenizas", señala a sus 76 años.

    Espontáneo y autodidacta. "Por no saber, no sé ni de música". Así se define Rafael Martos Sánchez, alias artístico Raphael. En las distancias cortas es calmado. Nada que ver al histrionismo con el que aparece en el escenario y por el que en Latinoamérica se le conoce como El divo de Linares. Hijo de un obrero de la construcción y un ama de casa, nació en una familia humilde del municipio jienense y aunque ahora parezca increíble, fue un niño gordito, que empezó cantando en un coro parroquial de Madrid. Ahora es el cuarto cantante en recibir un disco de uranio (50 millones de discos vendidos con una sola discográfica), junto a Michael Jackson, AC/DC y Queen.

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    Raphael asistía esta semana al programa televisivo Espejo público para promocionar su nuevo disco doble y no se cortaba un pelo a la hora de hablar de sí mismo y del problema de salud que padeció hace unos años, cuando tuvieron que hacerle un trasplante de hígado, o de temas políticos como la exhumación de Franco, por qué ha subido tanto Vox y hasta de los problemas en Cataluña. A estas alturas, Raphael puede permitirse el lujo de opinar sobre todo lo que crea conveniente sin que nadie le cuestione.

    Desde 1985, la salud de Raphael se vio afectada por hepatitis, aparentemente propiciada por un consumo elevado de alcohol y fue a principios del cuando su hígado comenzó a deteriorarse rápidamente, hasta que en abril de 2003 fue necesario un trasplante. Esto convirtió al cantante en un activo impulsor de la donación de órganos. "No podía dormir. Nunca en mi vida había fumado ni bebido, pero empecé a beber una botellita de esas que ponen en el mini bar de los hoteles, porque era la única manera de conciliar el sueño. Te hablo de hace más de veinte años, cuando aún no tenía 50 años. Y claro, el alcohol me machacó el hígado sin darme cuenta". ¿Se asustó? "La verdad es que ni me di cuenta, pero casi agradezco que se precipitara todo porque me iba apagando lentamente y si no llega a ser por eso, me hubiera muerto sin darme cuenta. Ahora, después del trasplante de hígado, reconozco que la vida es un regalo que se renueva cada día. Fue un período nefasto en mi vida que quiero olvidar y menos mal que todo salió bien", recuerda el cantante.

    Finalmente, el trasplante llegó y su convalecencia fue sorprendente, por su rápida recuperación, al punto que el artista anunció que empezaba "una segunda vida". Raphael estaría así de regreso a los escenarios con su nueva gira 'De Vuelta' pocos meses después del trasplante.

    Muy familiar y nada divo

    Pero, ¿cómo es Raphael cuando se baja del escenario? ¿Cuánto de Raphael hay en Rafael? Él mismo nos responde: "Todo. Somos la misma persona. No existe un personaje y una persona. La diferencia es que cuando me bajo del escenario soy más tranquilo. Aunque desde mi trasplante de hígado ya no es como antes, estoy más calmado. Yo digo que al escenario hay que salir huevón, con pasos cortos y pisando fuerte, para aguantar conciertos largos y tantas emociones cuando la gente se pone de pie aplaudiendo".

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    Raphael está casado con la periodista y escritora Natalia Figueroa, de la que siempre habla con amor y admiración y con quien tiene tres hijos. "He tenido la suerte de estar casado con una mujer maravillosa y de tener unos hijos fantásticos. Yo adoro a mi familia y ellos a mí. En mi casa se practica la democracia. Yo siempre les explico los proyectos que tengo entre manos y ellos opinan, pero al final soy yo quien decido". Jacobo, Alejandra y Manuel Martos son sus tres vástagos. Este último está casado con la hija de José Bono, expresidente del Congreso y de la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha por el PSOE. Amelia Bono y Manuel Martos tienen tres hijos, pero el cantante y su mujer son abuelos de siete nietos en total. "Me considero un buen padre –asegura- porque para serlo hay que adorar a tus hijos y yo adoro a los tres igual que a mis nietos".

    Natalia (80) y Raphael (76) pronto cumplirán las bodas de oro (se casaron en 1972) y él está encantado: "Y otros tantos que vengan. Que vaya bien en una pareja es trabajo de dos. Siempre ha sido maravillosa conmigo y lo sigue siendo. Natalia es más que una gran pasión. Natalia es mi compañera, una madre ejemplar y una esposa maravillosa", confiesa.

    Hay quien cree que por mucha energía que derroche, Raphael ya es un hombre mayor. Pero él lo desmiente categóricamente: "El tiempo te enseña muchísimo y yo, en lugar de perder energía con los años, estoy 'disparao'. Hago bromas con mis siete nietos (Jorge, Manuel y Gonzalo de su hijo Manuel, Manuela y Carlos, de su hija Alejandra y Álvaro de Arenzana, y Nicolás y Julia, de su hijo Jacobo y la actriz Toni Acosta)y les digo que me llamen Rafael, no abuelo".

    Un eterno aprendiz

    El cantante insiste en su nuevo trabajo: "Este disco tiene canciones que conocéis perfectamente, pero está teniendo un éxito muy grande por lo sorpresivo que es. Porque hay que reinventarse continuamente y yo puedo asegurar que conmigo nunca te aburres". Pero, ¿se puede mantener la fidelidad a lo que has sido y a la vez adaptarte a los nuevos tiempos? "Claro, porque lo que hago no es cambiar, yo evoluciono diariamente, puedo cantar una canción de hace 30 años mucho mejor ahora porque aprendo todos los días. Soy un eterno aprendiz. Maestro de nada y aprendiz de todo", responde.

    Raphael es probablemente una de las estrellas más queridas de España. Después de 60 años trabajando y 58 de carrera musical, es uno de los pocos músicos que aun hoy vende discos físicos. Solo hay que verlo para saber que está en un buen momento. Y además, él lo confirma.

    Aclara que su retirada "no está cercana" porque según él mismo cuenta, se encuentra muy bien y además su público lo corrobora ya que, nunca le ha abandonado y sigue a pie de cañón. "Ni he pensado en retirarme ni lo pienso. No puedes retirarte de la vida y para mí, mi profesión forma parte de mi vida. Hago disfrutar al público y yo disfruto con él. Si un día me encuentro con pocas fuerzas, me iré de vacaciones. Pero eso de hacer una gira de despedida, ni hablar. Sólo de pensarlo me espanta. Prefiero siempre mirar hacia adelante, hacia el futuro. Tengo muchas cosas que estrenar todavía".

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    Tanto su público, como el resto del mundo ha presenciado cómo el artista se ha reinventado y ha hecho muchas versiones de canciones míticas como 'Escándalo' o 'Mi gran Noche'. "Pero lo mío no es un cambio sino mera evolución porque soy muy inquieto. Toda la vida lo he sido", señala. De hecho, sigue colaborando con numerosos artistas como Gloria Trevi que lo acompaña en su "evolución". Claro que siempre es él quien lleva "la batuta", y que "dirige siempre el cotarro" en sus trabajos.

    La fama, tras una carrera tan extensa, forma parte de su vida. "Lo llevo bien, tranquilamente, trabajando mucho, atendiendo a la familia, que es lo que me gusta, y vivir la vida tranquilamente". Y mientras él sigue con su 'Escándalo' y 'Mi gran noche', se relaja escuchando otro tipo de música, "desde flamenco hasta jazz pasando por lo sinfónico. Me gusta la música folclórica de cada país también porque me inspira. Escucho todo tipo de música, siempre que sea buena: Edith Piaf, Elvis, Shirley Bassey…" Y además pinta. "Me encanta pintar al óleo y con colores, pero no demasiado figurativo; me relaja mucho. Mis cuadros están en mi casa o en casa de amigos, porque se los regalo. Nunca he expuesto porque me da mucha vergüenza".