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¿Qué fue de la jueza Mercedes Alaya, la pesadilla (con maleta) de Chaves y Griñán?


    Lola Gambau

    Todos los analistas y expertos jurídicos coinciden en que aquella mujer elegante y de rostro serio que salía en los telediarios llegando a los juzgados con su maleta tenía Razón.

    Mercedes Alaya fue la pesadilla de los expresidentes de la Junta de Andalucía Manuel Chaves y José Antonio Griñán, condenados por el los ERE, y de todos los procesados. Perseverante, controvertida y enigmática, la juez Mercedes Alaya, que imputó a Chaves y a Griñán por el caso de los ERE, sigue destilando un misterio que fascina a los medios. 

    La sentencia de la audiencia será recurrida ante el Supremo pero de momento José Antonio Griñan ha sido condenado a 6 años de cárcel y a 15 de inhabilitación por malversación y prevaricación y Manuel Chaves a 9 años de inhabilitación por prevaricación. La sentencia contra los ex presidentes de la Junta de Andalucía por el caso de los ERE, el mayor caso de corrupción en España, se ha conocido este martes y la que fuera jueza instructora del caso vuelve a la palestra.

    ¿Por qué fue apartada? ¿Dónde está ahora que la sentencia asume prácticamente todas sus tesis? La sentencia cifra en 679.432.179,09 millones de euros las ayudas fraudulentas de los ERE. Ahí es nada.

    Corría el año 2013, el mes de septiembre para más señas y la juez de Instrucción número 6 de Sevilla, Mercedes Alaya, imputaba en el caso de los ERE fraudulentos a los expresidentes de la Junta José Antonio Griñán y Manuel Chaves, y a los exconsejeros Carmen Martínez Aguayo, Antonio Ávila, José Antonio Viera, Manuel Recio y Francisco Vallejo. Esas imputaciones, que sumaban 123 al caso de los ERE, se producían el mismo día en el que el nuevo Gobierno de la Junta de Andalucía tomaba posesión y tres días después de que lo hiciera Susana Díaz como jefa del Ejecutivo regional tras la marcha de Griñán.

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    De Alaya se dice que la temen el PP, el PSOE y hasta sus vecinos. Ella misma ha confirmado que los partidos políticos no la tienen en buena estima: "PSOE y PP votaron en el Consejo General del Poder Judicial apartarme de las macrocausas porque había miedo a que siga investigando". Pero, ¿qué tiene Mercedes Alaya, una mujer guapa, estilosa, madre de cuatro hijos y firme defensora de la independencia del poder judicial para dar tanto miedo?

    Se mete en todos los grandes "fregaos"

    Así es. Al menos en todos los grandes "fregaos" que se han producido en Andalucía: véase los ERE, Mercasevilla, cursos de formación…y hasta chanchullos en el Betis. El expresidente del equipo de fútbol sevillano, Manuel Ruiz de Lopera, la ha calificado de "nazi" y "loca". Pero claro, él ha probado de la medicina judicial de la letrada al ser juzgado por la supuesta venta fraudulenta del equipo de fútbol, aunque luego fue absuelto.

    La letrada comenzó a trabajar en el caso de los ERE en 2011, desde su despacho. Le tocó lidiar con más de un centenar de imputados, amenazas de muerte anónimas y críticas. Pero, la apartaron de las investigaciones en 2015. ¿Por qué? ¿Qué artimañas utilizaron hasta lograrlo?

    Alaya abandonó el juzgado con su maletín de ruedas, en que transportaba toda la información, pero las discrepancias con la nueva titular de la entidad judicial -la acusó de incapaz y parcial- impulsaron su salida de la causa. El caso cambió de sus manos a las de María Ángeles Núñez después de que Mercedes Alaya se incorporara a su plaza en la Sección Séptima de la Audiencia de Sevilla. No obstante, se esperaba que la juez Alaya colaborase con Núñez Bolaños, pero en su lugar, Alaya levantó sospechas sobre la cercanía de Núñez con el consejero de Justicia. Poco después, Alaya quedó definitivamente apartada del caso de los ERE por decisión del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía.

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    Posteriormente, en una entrevista al diario ABC, la jueza sentenció que su salida "no fue provocada por el tema de los ERE", sino por "el miedo que había a que siguiera investigando el caso de los cursos de formación. Habíamos visto ya cosas asombrosas". Y añadía de forma contundente: "Había un acuerdo político evidente que consistía en que el PSOE se mantuviera fuerte en Andalucía y, a cambio, dejar al PP en el resto de sus comunidades autónomas... Lo de la presidenta de la Junta de Andalucía (en su momento era la socialista Susana Díaz, hasta que en las últimas elecciones autonómicas se unieron Ciudadanos, PP y Vox para gobernar) fue muy grave, pues provocó que yo dejara de investigar dichos procedimientos a cambio de un pacto político que se debió producir entre el PP y el PSOE".

    Una vez retirada de la causa, las críticas posteriores de la jueza no dejaron títere con cabeza, incluso entre la clase judicial que, a su entender, hizo "excesivas reverencias" a los políticos de turno y la Fiscalía, "que no es independiente". "Mis críticas son al sistema-aseguraba la jueza-. Estaría mejor sin hablar pero quiero poner mi granito de arena desde dentro para tratar de cambiar el sistema". Su sucesora, María Ángeles Núñez Bolaños ha resistido cuatro años y el verano pasado pidió la baja por motivos personales. Quienes la conocen aseguran que estaba hundida y que el fallecimiento de su madre acabó por desmoronarla tras muchos meses en los que se sentía acosada por un sector de los medios de comunicación y por buena parte de los fiscales anticorrupción. Nuñez Bolaños, al igual que Alaya tiene defensores a ultranza y enemigos viscerales. Porque en el epicentro de los grandes casos de corrupción en Andalucía, nada es inocuo.

    La sentencia le da la razón

    La juez Mercedes Alaya ha visto cómo, a pesar de los ataques perpetrados desde el PSOE e incluso desde el propio Consejo General del Poder Judicial y el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, el Tribunal Supremo admitía su tesis de la organización jerárquica de la trama. Ahora, la sentencia, no sólo comparte su tesis de la organización jerárquica y consciente de la ilegalidad cometida, sino que completa su acusación general de prevaricación continuada con la de malversación continuada de caudales públicos sobre la que el Tribunal Supremo dudó en su momento.

    Alaya sirve desde mediados de junio de 2015 en la Sección Séptima de la Audiencia de Sevilla, donde consiguió plaza tras haber permanecido al frente del Juzgado de Instrucción 6 de Sevilla durante 17 años. Lo último que sabemos de ella es que en el segundo semestre del 2018, según el diario El independiente, la magistrada sevillana ha intentado en dos ocasiones conseguir una plaza en la Audiencia Nacional, tras las salidas de Carmen Lamela y Fernando Andreu, para así trasladarse de Sevilla a Madrid. Pero se ha quedado a las puertas en una de las convocatorias merced a la antigüedad que acumula en la carrera judicial (30 años). La vacante dejada por Lamela la ocupa desde el pasado mes de noviembre la juez María Tardón.

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    Por su parte, el puesto que ocupaba Andreu fue adjudicado el pasado 3 de diciembre al magistrado José Luis Calama, que fue compañero de promoción de Alaya. Aún así, existen muchas posibilidades de que la juez sevillana pueda conseguir plaza en Madrid en caso de que se produzca una vacante en la Audiencia Nacional. Parece ser que Mercedes desea volver a instruir, a lo que ha dedicado 27 de sus 30 años de ejercicio profesional. Mientras tanto, hace cuatro meses, Vox, el partido de Abascal, proponía en el Congreso que la magistrada, azote judicial contra los ERE fraudulentos, asuma una oficina para los denunciantes de corrupción.

    La dama de hierro más criticada

    Nacida en Écija en 1963 (tiene 56 años), es la menor de tres hermanos. Mercedes Carmen Alaya Rodríguez, alias "La dama de hierro" o la "juez estrella", se licenció en Derecho por la Universidad de Sevilla a los 23 años y aprobó las oposiciones a la judicatura dos años después.-Su popularidad mediática comenzó con el Caso Betis, hasta que instruyó el caso Mercasevilla, que originó el escándalo de los ERE. Aunque en 1990 ya instruyó en el Juzgado de Primera Instancia número 4 de Fuengirola (Málaga) su primer caso de repercusión mediática, después de haber procesado al alcalde local, Sancho Adam, por presunta malversación de fondos públicos.

    La describen como rigurosa, distante, perseverante, trabajadora e inteligente. Con un caracter de armas tomar, pero al tiempo, muy discreta. También dicen de ella que es una mujer atractiva y elegante, que luce unos modelos que provocan los comentarios de todos cuando sale por la calle con su bolso inseparable en la mano. Claro que los calificativos "de moda" sólo se dirigen hacia las mujeres, tengan la profesión que tengan. Rara es la vez que se habla del estilo de vestir de un juez o de un político.

    Por los alcances políticos del caso ERE, Alaya Rodríguez ha sido objeto de atención mediática desde que iniciara su instrucción, lo que ha llevado a que tanto su trabajo como su apariencia personal sean objeto de mención constante en los medios o de atención por parte de otras áreas de la sociedad, como fue el caso del escritor Antonio Soler, quien describió a Alaya Rodríguez como "la jueza de porcelana" por su apariencia estética.

    En mayo de 2012, Rosario Soto, en ese tiempo portavoz regional del Partido Popular, acusó al Consejero de Justicia e Interior de la Junta de Andalucía, Emilio de Llera, de faltar el respeto a las mujeres al hacer declaraciones acerca del aspecto físico de Alaya Rodríguez ante los medios cuando hacía comentarios acerca del caso ERE y decía desconocer "de dónde saca tiempo para estudiar y llevar para delante no sólo este proceso sino otros más complicados y encima sigue guapa".

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    En marzo de 2013, la escritora Beatriz Miranda publicó un artículo en el cual analizaba la vestimenta y la apariencia física de Alaya Rodríguez. El artículo, titulado "Maciza con mazo", fue criticado y calificado como degradante por la socióloga Soledad Murillo y como machista por la profesora de Psicología Social de la Universidad de Granada, Mari Carmen Herrera. Y lo peor del caso es que lo había escrito otra mujer.

    Ella sabe que su físico llama la atención: "Pero se pone en plan jueza porque si no los abogados piensan que se la pueden comer. Es cierto que tiene un punto de diva, pero no excesivo", dicen los que la conocen. "Siempre fue un cerebrito y sacó las oposiciones de juez a la primera", dice uno de sus compañeros de profesión. Eso sí, a la Dama de Hierro de la justicia española le gusta más la noche que el día para trabajar. No suele comer mucho en pleno trabajo, no le gusta delegar y prefiere entrar en los juzgados a las diez de la noche y salir de madrugada que hacer lo contrario. Tiene muchos detractores que la acusan de ser la jueza de la derecha, pero también muchos fans: hasta once mil miembros que han formado un club que la apoya. "Eres el azote de tantos chorizos", comenta uno de sus seguidores.

    Ha padecido "la enfermedad del suicidio"

    Mercedes está casada con el auditor Jorge Castro García; tiene cuatro hijos, el primero de ellos lo tuvo cuando tenía 20 años de edad y todavía estudiaba en la Universidad de Sevilla. La mayor tiene 34 años y la menor, 14. No obstante, ella ya ha comentado que le habría gustado adoptar a una en China para completar su familia. La familia se encuentra muy unida, y siempre han sido un apoyo fundamental. Como cuando la magistrada tuvo que hacer frente a uno de sus momentos más duros: la muerte de su hermano a los 34 años en un accidente de moto. Y al igual que los años no han hecho mella en la sevillana, tampoco ha afectado al amor que siente la pareja. Así, en 2014 renovaron los votos en una ceremonia sevillana donde no faltaron los familiares y amigos más cercanos. Sin embargo, ninguno de los dos es dado a hablar de su vida privada y siempre han sido muy escuetos en las declaraciones que han ofrecido a los medios.

    En relación con el caso Mercasevilla, la magistrada sufrió una recusación, que posteriormente fue rechazada, debido a que su marido había sido auditor de Mercasevilla hasta 2002. Cuando ya instruía el caso de los ERE fraudulentos de la Junta de Andalucía, estuvo seis meses fuera de servicio por culpa de la "Enfermedad del suicidio", que es como se conocía antes a la neuralgia de trigémino, una afección muy dolorosa que ha llevado a muchos a quitarse la vida. Pero se recuperó, volvió y dictó órdenes de registro, detenciones y citaciones y envió a la cárcel a nueve de los detenidos por la Guardia Civil en tan sólo cuatro días.

    En los juzgados trata de usted a todo el mundo, a sus pares y al personal auxiliar, aunque los conozca desde hace años. "No es que no tenga amigos. Es que es difícil verla tomando un café con otros jueces, como hacen sus compañeros. Fue vecina de alguno y apenas cruzaron palabra", explicaba la redactora de ABC en Sevilla, Mercedes Benítez. En cualquier caso, en su juzgado es muy querida, y numerosas voces destacan su precisión, un incisivo manejo de los interrogatorios y su enorme capacidad de trabajo.

    Tímida para algunos, temperamental para otros, incisiva para todos. Curiosamente, en uno de sus frecuentes enfrentamientos con diversos letrados, la jueza escribía en un auto: "Siempre me ha preocupado el estado de ánimo, el cansancio o cualquier necesidad física que pueda tener cualquier imputado, que por el hecho de serlo y conocer la carga que eso conlleva merece toda mi comprensión y respeto". ¿Se estaba justificando?