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Victoria Federica se cita con dos conocidos (y guapísimos) modelos en Madrid


    Chusa Montalbán

    La hija de la infanta Elena tiene una agenda social de lo más ajetreada, pues las quedadas con sus amigos no se reducen únicamente a los fines de semana. Entre sus visitas a la hípica y su estudios universitarios, que comenzó el pasado mes de septiembre en el mismo centro que su hermano Froilán, Victoria sacó tiempo este miércoles para comer en un conocido restaurante de sushi con dos de los guapos oficiales del momento: el influencer Tomás Páramo y el modelo Beltrán Lozano, primo lejano de la infanta Elena.

    Eso sí, ni rastro de Jorge Bárcenas, el sobrino DJ del ex secretario del PP con el que aseguran que Victoria Federica mantiene una relación especial tras haber puesto punto y final a su noviazgo con el torero Gonzalo Caballero. Pero a falta de músicos buenos son modelos, y la joven disfrutó de la compañía de Tomás Páramo, uno de los influencer del momento, y el modelo Beltrán Lozano. Victoria mantiene con ambos una muy buena relación, tanto que acudió este verano a la boda del primero con la también influencer María García de Jaime. El segundo, además, acudió a su puesta de largo el pasado mes de junio y le regaló el famoso cerdo vietnamita que la nieta de los eméritos ha donado a una granja escuela.

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    A sus 19 años, la hija de la infanta Elena es una joven muy independiente que se mueve por Madrid como pez. Dos meses después de conseguir el carnet para conducir coche, la hemos visto conducir una moto con la que, a juzgar por su frontal, ya ha sufrido algún percance.

    Se trata de un vehículo scooter que Victoria Federica ha debido heredar o comprar de segunda mano, pues es el modelo Daelim Bonita de 2008, ya descatalogado, y que se vendió a un precio de 1.200 euros en su momento. Ella lo ha 'tuneado' con unas pegatinas en la chapa a juego con las de su casco, al que incluso le ha puesto su nombre, Vic, el apelativo cariñoso con el que la conocen sus familiares y amigos.

    Desde luego, esta es una buena manera de pasar desapercibida por las calles de la capital, donde es reconocida muy fácilmente, pues el casco le brinda cierta privacidad. A pesar de la intensa vida social de Victoria Federica, la joven ha heredado la animadversión familiar hacia los fotógrafos y no le gusta demasiado que la retraten.