Letizia recupera su tiara más lujosa en Japón y estrena un vestido muy rebelde
Chusa Montalbán
Los 2.500 invitados a la histórica entronización de Naruhito de Japón han disfrutado este martes de un banquete de gala tras acudir a la ceremonia religiosa. Para ello, reyes y reinas han lucido sus mejores galas y, cómo no, sus joyas más excepcionales. Letizia ha escogido para la ocasión la Tiara Flor de Lis, la más lujosa del joyero real y que, al igual que hiciera la reina Sofía, utiliza en sus viajes en el extranjero.
Montada en platino y brillantes, la Tiara Flor de Lis fue creada por la joyería Ansorena en 1906. Fue un regalo de Alfonso XIII a su entonces prometida, la princesa inglesa Victoria Eugenia de Battenberg. Está realizada con 450 diamantes y un diamante central de 10 quilates, además de diez perlas montadas en una estructura de platino, formando tres flores de lis, emblema de la casa Borbón. La tiara está valorada en más de 50.000 euros y, según los expertos, su valor podría triplicarse si esta saliera a subasta.
Pertenece a las denominadas joyas "de pasar" que se suceden de unas reinas de España a otras. La reina Sofía la lució por primera vez en su boda como símbolo de su unión con España y Letizia la heredó tras la abdicación de Juan Carlos, luciéndola por primera vez en 2017, durante la visita de Estado del presidente argentino Mauricio Macri y su mujer, Juliana Awada.
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El vestido 'trampa 'de Carolina Herrera
Letizia ha estrenado un fantástico vestido de corte princesa en rosa que recuerda a los capotes toreros y que ha firmado Carolina Herrera. Con manga midi, cuello redondo y cola, el cuerpo, entallado hasta la cadera, estaba decorado con elegantes bordados florales en blanco y plata. Eso sí, el peso del traje debía de ser considerable, pues la reina caminaba con mucha dificultad y quedaba 'clavada' en los círculos de charlas. De hecho, se lo ha pisado nada más bajar del coche, mojándose el bajo.
Letizia ha combinado su vestido y su tiara con las pulseras gemelas de Cartier y los pendientes con talla orla montados en garra, los mismos que llevó la infanta Cristina en su boda con Iñaki Urdangarin.