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El Dioni lo cuenta (casi) todo: "Comparado con los chorizos del PP, soy un santo"


    Sara Tejada

    Hubo una época en la que Dionisio Rodríguez, más conocido como El Dioni, se convirtió en una especie de héroe maldito de la España cañí tras robar 300 millones de pesetas del Banco Hispano Americano. Este ladrón presumió de ser algo así como el caradura nacional de nuestra picaresca, un Luis Candelas del siglo XX, el George Clooney del Oceans Eleven patrio pero en versión de feo. Ahora, en su obra Yo robé un furgón blindado (editorial Mueve tu lengua), el de Moratalaz pretende a cumplir los 70 años rememorar aquellos días que le catapultaron a la cárcel y a la fama.

    Han pasado 30 años ya desde aquel 28 de julio de 1989 cuando, siendo el jefe de la custodia de un furgón blindado, aprovechó la ausencia de sus dos compañeros para ponerse al volante y llevárselo hasta su coche, donde colocó las sacas de dinero. El Dioni aseguró que entregó parte del dinero (del que dice que no ha vuelto a saber) a tres amigos y posteriormente viajó a Brasil. Allí cambió de imagen, colocándose un peluquín, y vivió por todo lo alto unos meses. El 19 de septiembre de 1989 fue detenido por la policía de Brasil, donde pasó diez meses encarcelado hasta que fue extraditado a España para cumplir el resto de la condena.

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    Salió de la cárcel en mayo de 1995 en libertad condicional tras cumplir tres cuartas partes de la pena de tres años y cuatro meses que le habían impuesto. Del botín solo se recuperaron 175 millones de pesetas y el robo provocó la bancarrota de la empresa Candi y su desaparición.

    Hoy, tres décadas después de la fechoría, se siente orgulloso al menos de que el mismísimo Joaquín Sabina le dedicara una canción, como reconoce en una entrevista concedida a El Plural: "Es una pasada. Pensaba que era una broma para levantarme los ánimos. Cómo iba Joaquín Sabina a dedicarme una canción. "Lo primero que hizo el Dioni al llegar a Río, fue brindar con el espejo y decir qué tío", reza la letra del cantautor jienense.

    Desde entonces han pasado muchas cosas: se ha operado, para dejar de ser bizco. "Por ese defecto me podrían localizar más fácilmente", explica en el digital. Más allá de que algunos le consideraran poco menos que el héroe del pueblo él no demuestra tener mala conciencia: "Soy el español menos hijo de puta de todos los que han robado. A los españoles no les he quitado ni un céntimo. Y a eso súmale que dejé 40 millones de las nóminas de los trabajadores y que soy feo y simpático", asegura y arremete contra otros personajes a los que consideras más chorizos que él: "Si me comparan con todos los que han robado: el pieza de Urdangarín, el Blesa, el Rato, la que roba las cremas, la que aparca en mitad de Gran Vía y tira una moto, los 700 encausados del Partido Popular. Esos sí que son golfos y traidores al pueblo español. Yo no he robado a los españoles y ellos sí. Comparado con ellos soy un santo", sentencia.

    Cuando a los 40 años perpetró el robo, él recuerda que era "un tipo normal y muy trabajador". Trabajaba de guardaespaldas y tenía un piso en la avenida de Oporto, una casa en el campo y un Audi. "Yo no era un segurata, yo era guardaespaldas. Yo era élite. Conducción evasiva en el Jarama, tirador de élite de pistola y revólver. Yo era la polla de Bedoya. Cuidaba a directores generales de bancos y presidentes de empresas como Telecinco, Cepsa o La Once. En aquella época España era un polvorín. Estaban ETA, GRAPO, Tierra Lliure y Ejército Galego. Era jodido y yo estaba dispuesto a comerme una bala por la persona que estaba protegiendo. Si entonces la empresa me desplaza sin ninguna razón a un puesto de trabajo humillante, me baja el sueldo y por eso me arruina la vida, tu verás", se justifica.

    Recuerda que aquel vrano de 1989 él era el jefe de tres furgones. "Iba en uno de ellos junto a dos compañeros. En un momento hicimos una parada en la cafetería Mallorca de Alberto Alcocer y les mandé bajar. Entonces pasó todo. Me puse al volante y me fui", resume. Dice que uno de sus compañeros "era un borrachín" y que ese día le invitó a dos gintonics.

    Dionisio Rodríguez robó una cantidad  equivalente a  1,8 millones de euros de hoy y se fue al otro lado del charco tras poasar por Lisboa disfrazado y con un pasaporte falso: "De Moratalaz a Copacabana. A gastar dinero. El mundo es tuyo, Dioni, como Tony Montana. "Chicas al salón que El Dioni está en la ciudad", canta Sabina.

    El primer billete o gastó en una Botella de Dom Perignon y una lata de caviar de beluga. "Para mí sólo", recuerda. En Río estuvo en los mejores hoteles. "Empecé viviendo en Barra Palace y luego me fui a Barra de Tijuca, que era la zona de millonarios. Ahí vivía con Ayrton Senna, Pele, Roberto Carlos (cantante) y Xuxa. Y yo les veía en avión, limusina, jet privado. E hice lo mismo. A todos lados iba en limusina, cogía aviónes y helicópteros. Viajaba. Fui a las cataratas de Iguazú, Argentina, Paraguay. Comía siempre con Dom Perignon, Moët & Chandon, Veuve Clicquot, Cristal, langosta", cuenta el ladrón metido a escritor. "Hacía lo que me salía de la polla. Y me follaba a todas las misses", relata.

    Pero en Brasil fue descubierto por un grupo de policías que se presentaron en las puertas de su suite. 

    Tras palizas, electrodos en los testículos y manguerazos de agua helada, Dioni fue tirado como un perro en una cárcel brasileña. Hacinamiento humano entre ratas, cucarachas y escorpiones. Allí pasó 10 meses. Dice que le salvó la vida el narcotraficante corso Laurent Fiocconi y le ofreció compartir con él su celda. Fue extraditado a España y una mañana de julio de 1990 en un avión comercial repleto de turistas españoles aterrizaba en la capital escoltado por dos policías. "Tenemos el placer llevar de vuelta a el Dioni a España", dijo por los altavoces el comandante del avión que le traía. A sus llegada a la cárcel de Carabancherl, los 1.600 presos jaleaban a quien para ellos era ya una leyenda.

    Compartió cárcel con Jesús Gil en Alhaurín de la Torre: "Siempre me ganaba al parchís. Soy del Real Madrid, pero me hice del Atleti por él", explica. Dice que la política la ve "como un desastre" y cree que tenemos a los políticos "más corruptos e interesados del mundo" desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda, pasando por el centro. "Me da igual que un vecino cante el Cara al sol y otro La Internacional. En cuanto a Vox, si hay gente que les vota se merecen estar ahí. Y el Partido Comunista, también. Eso es la democracia".

    Sobre el proyecto de convertir su libro en una serie, el ve a José Mota en su papel: "Un poco bajito, pero que le pongan tacones y que le den un puñetazo en el ojo y le pongan bizco". Del dinero escondido no dice nada: "Ninguna novedad. Lo de siempre".