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Blanca Fernández Ochoa: la gloria olímpica, la feliz maternidad, dos divorcios y la ruina


    Informalia

    El cuerpo sin vida de Blanca Fernández Ochoa ha sido encontrado este miércoles, cuatro días después de que se denunciara su desaparición y la Guardia Civil desplegara el dispositivo de búsqueda. El fatal desenlace acaba con una vida de solo 56 años, la de una gloria del deporte español, una pionera, feliz madre de dos hijos, pero que supo encontrar el amor: se divorció dos veces. Tampoco en el plano material vivía un buen momento: su precaria economía y su delicado estado emocional marcaron sus últimos días.

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    Blanca fue la primera mujer española en conseguir una medalla olímpica en unos Juegos Olímpicos de Invierno. La esquiadora, de 56 años, era madre de dos hijos. Se casó en 1991 con el italiano Daniele Fioretto, al que había conocido con 14 años. El divorcio llegó en 1994. El segundo marido de Fernández Ochoa fue David Fresneda, propietario de una escuela de buceo en Cabo de Palos (Murcia). De esta unión nacieron Olivia, en 1999, y David en 2000. Se divorció en 2007. Por ellos se aficionó al rugby, pues Olivia es una 'leona' internacional de la Selección Española en las Series Mundiales de rugby a 7.

    Fue una pionera porque hace 27 años para una española era mucho más difícil que hoy lograr la primera medalla olímpica femenina. Fue en los juegos de invierno de Albertville, un bronce en eslalon, tras el cual abandonó la práctica del deporte. La ex esquiadora decía en las entrevistas que no había cambiado desde que hizo historia en las pistas: "Sigo teniendo la perseverancia de entonces y sigo siendo tan trabajadora como antes. Yo no tenía el talento de mi hermano, pero llegué hasta donde me lo propuse. ¿Por qué? Porque me machacaba mucho e insistía hasta donde hiciese falta. Tuvo que ser eso".

    A los 11 años, Blanca Fernández Ochoa apenas sabía esquiar, pero entonces, después de la medalla de su hermano Paco, le hicieron unas pruebas físicas para ver si tenía su genética y resultó que sí. La seleccionaron y se fue al valle d'Aran donde se quedó interna. "Estudiaba y esquiaba al mismo tiempo. Pero lo que no olvidaré nunca son los comentarios que tuve que escuchar", recordaba hace no mucho. "Esta es la enchufada, la hermana de Paquito", le decían. Luego demostró que "yo no era la enchufada de nadie".

    Peleó con las mejores del mundo en su época. Cuando llegó a los Juegos Olímpicos de Calgari, donde ya debía haber sido medallista, vio llegar un trailer del equipo canadiense del que empezaron a salir redes, balones medicinales, pesas, esquís por un tubo, hasta 60 pares diferentes. Y frente a todo eso estaba ella, que llevaba un ski de entrenamiento y otro de carrera. "Entonces me di cuenta de que la heroicidad era estar allí sin apenas medios", decía en una de sus intervenciones públicas hablando de sus comienzos.

    Blanca tuvo que reinventarse para ganarse la vida. Su familia sufrió el impacto de la crisis y tuvieron que cerrar sus tiendas de ski. Participó en concursos como La isla de los famosos o Splash, y trabajaba también haciendo sesiones a domicilio como entrenadora personal. Su situación económica no era nada buena.

    La situación económica de la deportista en el momento de su desaparición "era precaria", según admitieron a Informalia fuentes familiares. Blanca Fernández Ochoa "no tenía dinero" y eso le había obligado a vender su casa de Las Rozas para hacer frente a las deudas y enfrentar los gastos del día a día. Residía con su hermana, en Aravaca, que la acogió a causa de las circunstancias que atravesaba. Un familiar de Blanca afirmaba sencillamente que en su cuenta "había cero euros".

    Blanca sufría bipolaridad, una enfermedad mental que causa cambios extremos en el estado de ánimo. El divorcio del padre de sus hijos, y  la muerte de su hermano Paco, que falleció en noviembre de 2006 a los 56 años (la misma edad a la que ha muerto ella), a causa de un cáncer linfático, fueron dos hachazos de los que la deportista no llegó a reponerse.