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De Pedro Sánchez y Begoña a Albert Rivera y Malú: la investidura vista desde casa
Sara Tejada
Todo terminó. La investidura ha sido un fracaso y, aunque hay una oportunidad de volver a intentarlo en septiembre, todo apunta a que tendremos elecciones el 10 de noviembre. Pedro Sanchez tiene a Begoña para charlar sobre el tema; Pablo Casado a su Isabel, Arrimadas a su marido y Rivera cuenta con Malú para ensayar sus frases. Pablo Iglesias e Irene no pueden evitar llevarse el trabajo a Galapagar.
Más allá del debate fracasado o de la incertidumbres de la negociación, de la colisión de Sánchez e Iglesias, de la competición entre Casado y Rivera, hay una vida familiar y personal en donde las políticas y los políticos tienen la opción de olvidarse de la guerra o continuarla en casa, confrontando, o no, con sus parejas lo vivido y lo que viene, su papel y el de los demás en el hemiciclo. Sería un sueño escucharles pero, como Villarejo está en la cárcel, solo nos queda esbozar su sagrada intimidad.
Albert Rivera y Malú
Cuando Albert Rivera salió el lunes, el martes y el jueves de la pasada semana de la vorágine del hemiciclo y regresó junto a Malú a La Finca, ese hogar-nidito de amor con parcela de 45.000 metros cuadrados en la Avenida de los Lagos, ¿abrazó la tranquilidad y se olvidó de los demonios que quieren destruir España y de "la habitación del pánico" o continuó hablando de la investidura con su cantante favorita? ¿Seguiría pronunciando de forma compulsiva la palabra 'banda' ya una vez en el hogar, sin cámaras ni micrófono?
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Malú, cuya ideología no debe estar tan alejada de la de Albert Rivera, básicamente porque ella dice que no tiene, no pega discutiendo, aunque a veces ha dicho cosas. "La política es una parte oscura y muchísimo más fea que no tiene nada que ver conmigo", decía la novia del líder naranja antes de serlo. Tal vez no hablen del tema, aunque es fácil encontrar puntos de encuentro repasando hemeroteca: "Se ha hecho durante muchos años muy mal uso a nuestra bandera, se ha demonizado la bandera de España y eso me da pena. Somos el único país en el que no estamos orgullosos de ser españoles", decía Malú en una entrevista antes de que Rivera le robara el corazón. Al menos, el casoplón que habitan y del que están a punto mudarse para irse a otra mansión se lo medio subvenciona su casera, que debe ser de Ciudadanos o fan de Malú.
Pedro Sánchez y Begoña Gómez
Pero si la casa de Malú se la regala su casera generosa, Susana García Cereceda, la Moncloa la pagamos entre todos. En ese palacio que alguna agencia inmobiliaria llegó a situar en 122 millones de euros es donde el presidente en funciones vivió esta semana sus momento post-discurso con Begoña Gómez, después de que ambos regresaran del Congreso, donde ella estuvo presente. Su cargo de socia y directora de Task Force (codirige la Captación de Fondos para el Tercer Sector en la Universidad Complutense de Madrid) le deja tiempo para estas cosas. Pero en la Cámara no se les vio hablar entre ellos. Se intuye que fue en alguna de sus ocho habitaciones privadas o quizás en uno de sus nueve baños del complejo monclovita donde Pedro Sánchez se quitó su corbata postiza y cambió sus zapatos por unas chanclas para hablar relajado con la primera dama en funciones, aunque no tiene cargo oficial, porque en España ser la mujer del presidente no conlleva cargo formal, aunque el protocolo coloque a menudo a la señora del presidente de acompañante el actor, o aunque ella por sí sola acuda a actos solidarios en que impulsen la moda española, por ejemplo.
En cualquier caso, pocos dudan de que su poder como íntima influencer de su marido es inigualable. Desde luego ella fue su mejor apoyo cuando desde Ferraz quisieron asesinarlo políticamente hablando, allá por octubre de 2016, y esta semana terrible de tensiones y fracassos, con su presencia física en el Congreso, quiso expresar su amor y su apoyo al padre de sus dos hijas. Otra con es lo que pasó al llegar a casa, a Moncloa.
¿Se pasarían los memes de la investidura? ¿Le dijo Begoña a su marido que había estado brillante cuando llamaba "involucionistas" a los que se retrataron en la plaza de Colón? Ellos no tienen grandes discrepancias políticas, seguro que menos aún de las que separan a Pablo Iglesias e Irene Montero pero siempre hay un roto para un descosido, un matiz, un detalle, un defecto, una alabanza, una crítica constructiva... O tal vez dedicaron todo su tiempo a las niñas y hablar del veraneo que está ya aquí.
Begoña Gómez fue llamada (hace ya tiempo) por algún reducto de la prensa 'la princesa de las saunas' porque se supone que su padre había sido empresario y propietario de este tipo de negocios. Sea o no como se contó, Begoña tenía antes de que su marido brillara en política un pasado y se especuló con que había encargado un borrado digital para eliminar todo rastro biográfico. No debe ser más que una leyenda negra. Lo que sí es cierto es que discutir con ella, aun siendo ambos de ideas políticas similares, debe ser complicado: Begoña nació en Bilbao en 1975, y encima es experta en Marketing y en pedir, en concreto, pedir dinero para ONG's. ¿Qué pensaría Begoña cuando Albert Rivera empezó a hablar de enchufados del PSOE, nombrando por ejemplo a Rosa María Mateo, de RTVE? Recordemos que tras la llegada a Moncloa de Sánchez, fue contratada por el Instituto de Empresa y entonces las dudas sobre el posible nepotismo que la habría llevado a ese puesto (de nueva creación) no se hicieron esperar.
Su historia de amor con el hoy candidato a presidente del Gobierno la ha contado muchas veces. "Fui con unas amigas a una fiesta y allí coincidimos con un grupo de amigos que me presentaron a Pedro. Bueno, fue un flechazo, la verdad". Pedro correspondió una noche en casa de Bertín osborne: "Me enamoré con 31 perdidamente de mi mujer. Fue en la casa de un amigo mío en una fiesta de cumpleaños. Tuve que empeñarme mucho unas cuantas veces. Me lo puso difícil". Los casó por la civil la política socialista Trinidad Jiménez en 2006. Begoña le contó una vez Susanna Grisso que en la intimidad su marido es "detallista" y "muy romántico", y que escribe cartas de amor. Esperemos que no sean tan largas como sus discursos de investidura.
Pablo Casado e Isabel Orts
¿Y Pablo Casado? Cabe imaginar que Isabel Orts le dijera al llegar de tanto debate tenso cosas como ésta: "¡Muy bien! ¡Hasta Sánchez ha reconocido que eres tú el líder de un "partido de Estado", el jefe de la oposición, y no el novio de Malú, por muy incendiario que haya sido". Discrepancias pocas: Isabel Torres Orts, de familia muy acomodada, es nacida en Elche, feudo del PP, es muy de derechas, sin llegar a Vox, pero conservadora y liberal, "de misa de 12", nos dice un correligionario de Pedro Casado con cierta retranca. Isabel es un año mayor que su marido, que nació en 1981 en medio de Castilla, en Palencia, y llevan discutiendo y haciendo las paces toda la vida porque se conocieron en Madrid, en el Colegio Mayor. No es de extrañar que una brillante experta en Psicopedagogía muestre sus discrepancias con su pareja, aunque en privado, porque desde que hace diez años contrajeron matrimonio por la iglesia en la basílica de Santa María de Elche no se les ha conocido una palabra más alta que otra entre ellos.
Otra cosa es que una vez en su piso del barrio de Salamanca, Isabel le diga a Casado cosas, por mucho que se adoren. "Lo mejor de Isabel es todo. Es una persona extraordinaria. Por eso me casé con ella. Es mucho mejor que yo", dijo de su mujer el líder de la oposición. "Claramente, yo salí ganando... A mí me parece que es muy guapa, muy lista, muy buena madre, muy buena esposa". Pero, al margen de ese inusual alarde de esposa, Isabel es discreta como pocas. No es de acudir a todos los mítines de su marido. El día de la Mujer Trabajadora, 8 de marzo, Casado lanzó otro piropo a su señora esposa: "Porque creo en la igualdad frente a la discriminación. Porque agradezco a mi madre sus renuncias para educar a seis hijos. Porque mi mujer es lo más importante para mí. Porque quiero que mi hija tenga las mismas oportunidades que mi hijo. #SoyFeminista", escribía Casado. Con este discurso es difícil discrepar, aunque lleves diez años casada con él. Además, se sabe que Isabel apoya a Pablo y que comparten opiniones sobre asuntos como el aborto, el matrimonio igualitario o la presencia de la religión en las escuelas. Por cierto, que ella trabaja en un colegio de Madrid.