Firebird IV: un coche autónomo de 1964
Jorge Arenas
El Firebird IV se movía con un motor alternativo, era capaz de moverse de forma autónoma por autopistas electrónicas y disponía de televisión y asientos giratorios. Cualquiera diría que es un coche diseñado hace más de cincuenta años...
Pongámonos en situación. Corrían los años 60 del pasado siglo cuando el automóvil vivía una de sus décadas más futuristas, fundamentalmente en Estados Unidos. La carrera espacial daba sus primeros pasos y parecía como si los coches quisieran asemejarse a aquellas naves que surcaban los cielos y no sólo en lo que a diseño se refería.
En este contexto, General Motors presentaba en el Salón de Nueva York de 1964 su concept Firebird IV, un modelo dotado de unas líneas muy afiladas y aerodinámicas, que se movía gracias a un motor de turbina y que -aquí lo viene lo más llamativo- estaba diseñado para moverse sin intervención del conductor. ¿Les suena? Efectivamente, la conducción autónoma que tan de moda está en nuestros días, ya estaba en la mente de los ingenieros americanos hace cincuenta años.
El GM Firebird Concept IV era un coche pensado para circular de forma autónoma por autopistas electrónicas en las que entraban en juego una serie de radares que habrían de monitorizar la ubicación de los vehículos. Dado que los ocupantes no tenían que conducir, el interior estaba dotado de cómodos asientos, televisión, nevera e incluso una mesa de juegos. Todo enfocado a hacer más agradables los trayectos cotidianos mientras el coche era capaz de ir de un punto A a otro B con total autonomía.
Ya entonces se idearon los asientos giratorios
En algún momento a finales de los años 60, General Motors dejó el proyecto en manos de la firma Buick, que cogió el testigo y siguió con el desarrollo de esta idea con su modelo Century Cruiser. Era muy parecido al Firebird, pero su imagen se pulió y se añadió algún que otro detalle nuevo como los asientos giratorios para favorecer la interacción de los ocupantes y hacer más confortable la vida a bordo.
Lamentablemente, en 1980 los sueños de este coche autónomo terminaron en una trituradora con los dos únicos prototipos que se llegaron a construir. Quizá se adelantaron a su tiempo o quizá, simplemente, el mundo en general y la industria del automóvil en particular no estaban preparados/interesados en hacer triunfar una idea que por aquel entonces debía de parecer una auténtica locura. En cualquier caso, resulta curioso saber que una tecnología que ahora se vende a bombo y platillo como algo totalmente novedoso, ya existía en la imaginación de unos cuantos visionarios hace mucho tiempo.