Camiones de scalextric en la vida real: ¿el futuro del transporte de larga distancia?
Jorge Arenas
En la búsqueda por plantear nuevas soluciones de movilidad, Alstom y Volvo se han unido para poner sobre la mesa un proyecto de carreteras eléctricas para camiones destinados al transporte de larga distancia. El programa completará la fase de ensayos a finales de 2015.
Alstom es una compañía francesa que diseña, provee y presta servicios para generación, transmisión y distribución eléctrica, generalmente para el transporte ferroviario. Tiene presencia en más de 60 países, incluido España, donde da empleo a casi 2.000 trabajadores en los 19 centros de trabajo que tiene repartidos por nuestra geografía.
Una de las tecnologías más interesantes que ha desarrollado la empresa es la alimentación por suelo (APS) para tranvías sin catenaria. Gracias a ella, sus tranvías se nutren de electricidad de una forma más sencilla, mientras escapan a la necesidad de crear la típica infraestructura que suele alimentar a los trenes eléctricos. Pues bien, Alstom y Volvo se han asociado para presentar, en el marco de la feria de movilidad urbana UITP, un proyecto que consiste el desarrollo de carreteras eléctricas como una alternativa sostenible para el transporte de mercancías de larga distancia en camiones híbridos y eléctricos.
La idea es implementar el sistema de alimentación por suelo, que ya funciona en los tranvías desde hace más de una década, en las carreteras. ¿Cómo? Introduciendo un carril conductor en la vía con dos líneas de alimentación que suministran electricidad al vehículo en marcha. El resultado, como se puede ver en la imagen que acompaña a este artículo, es algo parecido a un vehículo de scalextric, que sólo recibe corriente cuando el colector entra en contacto con las líneas de energía.
La gran ventaja de este sistema es que se plantea como una opción apropiada para el transporte de larga distancia ya que no tiene limitaciones de autonomía, elimina la necesidad de montar grandes baterías y no obliga a hacer paradas constantes, como sí sucede con un vehículo eléctrico tradicional. La desventaja, en cambio, es que obliga a ir por un mismo carril como si de un tren se tratase, con la merma de libertad que ello implica. Por otra parte, no sabemos cuánto costaría construir una carretera de este tipo con muchos kilómetros ni si sería fácil de rentabilizar, pero el proceso no tiene pinta de ser precisamente barato.