Adiós a una leyenda: así se fabrica el Bugatti Veyron La Finale
Jorge Arenas
Todos los sueños llegan a su fin. En este caso, nos referimos al del Grupo Volkswagen, que en 2005 decidió llevar a cabo toda una proeza: construir un coche de calle de 1.000 CV de potencia, capaz de dejar atrás a todos los deportivos de la época.
El resto es ya conocido por todos. Tras un largo periodo de desarrollo que no fue precisamente fácil, finalmente se consiguió diseñar y lanzar a producción el Bugatti Veyron, que esconde en su interior un motor de 16 cilindros en W, con 8 litros de cilindrada, al que se ha logrado extraer una potencia de 1.200 CV (en las últimas versiones) y un par superior a los 1.250 Nm. Dotado de tracción integral y de una caja de cambios automática de doble embrague DSG de 7 velocidades, esta bestia del asfalto es capaz de superar los 400 km/h de velocidad punta y puede acelerar de 0 a 100 km/h en 2,5 segundos.
Pues bien, diez años después de su lanzamiento, el Bugatti Veyron dice adiós. Atrás quedan 450 unidades fabricadas y un balance de cuentas bastante peculiar, del que el grupo alemán no quiere hablar demasiado (algunos estudios hablan de que cada Veyron fabricado genera una pérdida de 4,6 millones de euros). Pero bien es cierto que este coche ha sido y es un escaparate tecnológico sin igual dentro de la categoría de los hiperdeportivos.
Creado sobre la base de la versión con techo targa (Grand Vitesse), el Bugatti Veyron Grand Sport Vitesse La Finale pone el punto final a la fabricación de este modelo tan especial. Se distingue por su pintura bitono, su fibra de carbono vista y otros detalles como los logos distintivos que figuran en los asientos y otras partes del coche.
A continuación puede ver el proceso de fabricación del último Veyron. Pura pulcritud y cuidado por el detalle en cada paso.