Motor clásico

Fiat 8V: el gran sueño de Dante Giacosa


    Jorge Arenas

    Su motor V8 y su estética inconfundible hicieron de él uno de los deportivos más deseables de mediados del siglo pasado. Sin embargo, apenas un centenar de unidades del Fiat 8V salieron de las cadenas de montaje, algo que eleva hoy su precio en el mercado de clásicos.

    La década de los 50 fue grande para Fiat. En aquellos años de posguerra, se dedicaron a proyectar genialidades como el Cinquecento, modelo clave en la motorización de masas italiana, o el 600, que cumplió el mismo papel en España bajo licencia Seat. Pero no todo fueron utilitarios de corte económico, también hubo tiempo para soñar con coches deportivos de diseño atractivo y grandes prestaciones. Prueba de ello es el Fiat 8V, injustamente desconocido para muchos, que hoy traemos a esta sección de clásicos míticos.

    Curiosamente, detrás de todos los Fiat que hemos citado se esconde un solo artífice, llamado Dante Giacosa. Ingeniero de profesión, el señor Giacosa entró a formar parte de la marca italiana a finales de los años 20, cuando terminó de cursar sus estudios. Después de trabajar en diversos departamentos, fundamentalmente como diseñador de motores para todo tipo de vehículos, fue justo al término de la II Guerra Mundial cuando recibió el encargo de desarrollar un motor V8 que, en principio, iría destinado a una berlina.

    Sin embargo, el proyecto de aquella berlina cayó en saco roto y dejó de formar parte de los planes de Fiat. El V8, sin embargo, ya se había desarrollado. Se trataba de un 2 litros (1.996 cc para ser exactos) con la V de sus bancadas a 70 grados, que rendía una potencia de 105 CV a 5.600 rpm y un par máximo de 145 Nm a un régimen superior a las 4.500 rpm. Un motor puntiagudo por su respuesta y capaz de lograr unas prestaciones nada desdeñables para la época.

    ¿Por qué 8V?

    ¿Qué hacer, entonces, con ese V8? La solución era fácil: crear un nuevo modelo para darle cobijo. Y así fue como nació el Fiat 8V, que debe su nombre al propulsor que había bajo su capó. Todos hubieran querido llamarlo V8, pero resulta que en los años 50 Ford tenía los derechos de esa nomenclatura, así que ningún fabricante podía utilizarlo para referirse a sus modelos.

    El Fiat 8V fue diseñado como un coupé de dos puertas de aspiraciones deportivas. No en vano, era capaz de alcanzar los 200 km/h con facilidad y contaba con un chasis tubular de acero con suspensión independiente en ambos ejes. Aunque no disponía de ciertos adelantos como los frenos de disco (los suyos eran de tambor en las cuatro ruedas), se perfilaba como un coche ágil y competitivo a grandes velocidades.

    No fueron pocos los propietarios que, viendo las posibilidades que ofrecía, decidieron preparar su Fiat 8V para las carreras de la época. Incluso se ofrecía un kit de fábrica que incluía dos carburadores Weber, que aumentaban la potencia hasta los 115 CV, de manera que mejoraban sensiblemente las prestaciones. En 1954, llegó a ganar incluso el campeonato italiano de GT's en la categoría de 2.000 cc.

    Pero como sucede a veces con modelos tan especiales, la vida del Fiat 8V fue corta. Demasiado, diríamos. Tras su puesta de largo en el Salón de Ginebra de 1952, comenzó a fabricarse ese mismo año y sólo hasta 1954. Apenas dos años en los que salieron de las cadenas de montaje 114 unidades. Del carrozado se encargaron varias empresas: desde el propio departamento de carrocerías especiales de Fiat, hasta ilustres figuras del diseño como Zagato, Ghia o Vignale. Es por ello que hay muchos modelos diferentes. Eso sí, casi todos fueron coupé, a excepción de algún cabrio. Hoy en día, este Fiat tan particular alcanza cifras muy elevadas en las subastas de clásicos.




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