Escándalo sexual en la embajada italiana en Madrid: el disgusto de Stefano Sannino
Silvia Armesto
El embajador de Italia en España, Stefano Sannino (Nápoles, 1959) y su marido Santiago Mondragón se llevaron un disgusto en una de sus fiestas, de las más glamurosas de Madrid, por un escándalo sexual ocurrido en la legación diplomática donde residen. Esta es la historia.
La tarde del pasado jueves 11 de julio, tres fiestas congregaban en Madrid a miles de invitados, repartidos entre las embajadas del Reino Unido, en Puerta de Hierro; la de Mónaco. en La Moraleja, y la Residencia de Francia en la calle de Serrano.
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En todas ellas ser celebraba el día nacional de estos países, pero este año coincidieron en día y hora y muchos invitados tuvieron difícil elegir a cuál asistir.
La más concurrida suele ser siempre la fiesta de la convocatoria del embajador de Francia (adelantada al 14 de julio), que finaliza con más de 4.000 personas cantando La Marsellesa en los jardines del palacete que perteneció a la familia Urquijo.
Y fue allí donde en un corrillo, formado por españoles, que frecuentan habitualmente el mundo diplomático, comentaron lo que habían vivido en otra embajada, la de Italia, en una animada fiesta de fin de año.
La entrada del nuevo año en el palacio de la calle Velázquez, sede de la residencia del embajador de Italia en España, suele ser una de las fiestas más animadas de las Navidades madrileñas. En aquellos impresionantes salones se han dado cita para comerse las 12 uvas de la suerte, desde la cantante Marta Sánchez a Alfonso Díez, duque viudo de Alba, el diputado del Partido Popular, Javier Maroto y su marido, y también Boris Izaguirre con el suyo, o Ágatha Ruiz de la Prada y su novio, Luis Miguel Rodríguez, entre personajes de la moda, el cine, etc.
Lo que casi ninguno de ellos conoció fue el incidente que protagonizó en una Nochevieja, uno de los invitados, gran deportista, conocido por sus hazañas naúticas, al que no se le ocurrió otra cosa que subir al piso de arriba, donde se encuentran las habitaciones privadas del embajador y su familia, con otra persona invitada al evento a la que acababa de ligarse en la fiesta.
El servicio de la residencia se dio cuenta de que el pluscampeón y su acompañante habían subido la majestuosa escalera, camino de los dormitorios del piso superior, con la mala suerte de que por esas fechas estaban ocupados precisamente por familiares que pasaban la Navidad en España. Y advertido el embajador de lo que estaba ocurriendo, subió de inmediato a sus aposentos y se se encontró la desagradable escena, en su momento más álgido, que cortó por lo sano.
El resto de los invitados, ajenos a este episodio, siguieron con la fiesta, mientras el atleta y su conquista dejaban la celebración por la puerta de atrás, avergonzados por haber abusado de la hospitalidad de su anfitrión.