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Christine Lagarde y su Placer Interior Bruto: la cara humana de la nueva presidenta del BCE


    Martín Alegre

    Christine Lagarde ha sido designada para presidir el Banco Central Europeo, puesto reservado a los hombres hasta ahora. La presidenta del Fondo Monetario Internacional (FMI) sucederá Mario Draghi en otoño y será por tanto quien decida si mantener o incluso reducir los tipos de interés, por ejemplo.

    Pero mientras esperamos a ver cómo enfrenta la sucesora de personajes tan variopintos como el conservador Rodrigo Rato o el socialista Dominique Strauss-Kahn la inflación del 1,2% o la previsión de crecimiento para el conjunto de la Eurozona del 1,2%, deberíamos al menos celebrar el nombramiento de una mujer al frente de la institución, al igual que la llegada de la ministra de Defensa alemana Ursula von der Leyen para suceder a Jean-Claude Juncker como titular del Consejo Europeo, algo así como la 'presidenta de Europa'.

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    La ex ministra de finanzas gala, salpicada por el 'caso Tapie' y condenada por negligencia a la hora de administrar fondos públicos (480 millones de euros) por la justicia francesa (sin consecuencias penales para ella), está considerada una de las impulsoras de que Europa rescatara a los países en problemas durante la crisis de 2008, especialmente a Grecia. Sin duda su gestión será en esta nueva etapa observada con el máximo interés por parte de los Estados miembros. Pero en Informalia hemos querido explorar la cara B de esta brillantísima abogada de 63 años, políglota (su padre era profesor de ingles), divorciada y madre de dos hijos ya mayores, y cuya vida personal nos lleva a plantear varios interrogantes: ¿Cómo es su vida sentimental?, ¿por qué es tan delgada?, ¿por qué no se tiñe las canas?, ¿cuándo se viene de Washington a Fráncfort?, y sobre todo, ¿por qué siempre está morena?

    Para empezar, todo indica que el traslado de América a Europa favorecerá la continuidad de la relación con su pareja desde hace muchos años, un empresario corso llamado Xavier Giocanti, dos años mayor que ella, que vive en Niza, o sea, a este lado del Atlántico.

    Lagarde y quien ocupa su corazón desde hace más de diez años se conocieron mucho antes de convertirse en pareja, durante su etapa como profesores en la facultad de Derecho de la Universidad de Nanterre, allá por los años 80, y parece que se hicieron tilín. Pero ella estaba casada por entonces con el padre de sus dos hijos y la vida les llevó a ella y a Xavier por diferentes caminos tanto en lo amoroso como en lo profesional.

    Hasta que en 2006 Lagarde visitó Marsella cuando era ministra de Comercio Exterior con Sarkozy (con François Fillon de primer ministro) y se reencontró con su antiguo amigo especial. "En aquella época ya estábamos los dos divorciados pero fue complicado retomar nuestra relación", aseguró Giocanti en Paris Match en 2010. Parece sin embargo que verse reavivó las brasas de un amor sin consumar que un cuarto de siglo atrás no pudo prosperar. Entonces ella vivía en París y él en Marsella.

    Pero un lustro después, cuando Lagarde fue nombrada presidenta del FMI, en 2011, ella tuvo que partir hacia Washington, mientras que los compromisos empresariales de él le obligaban a estar en la Costa Azul. Las visitas que podían hacerse (ambos viajan por trabajo muy a menudo) han mantenido el amor y la prensa gala aseguró en su día que nunca pasaba más de un mes sin que se vieran en persona. 

    Al inicio de la crisis económica, hacia 2007, la hoy virtual  presidenta del BCE recibió por parte de su novio una propuesta muy decente: Giocanti le propuso matrimonio (hubiera sido el tercero para ella) pero Christine vivía por entonces un furor profesional que todos conocimos, especialmente personajes como José Luis Rodríguez Zapatero o el ministro de Finanzas heleno de la época, Yanis Varoufakis. Ella, muy profesional, dio sacrificó a su Placer Interior Bruto (expresión utilizada por la prensa gala para referirse a la vida amorosa de la bronceada ex ministra) por el bien del otro PIB, el de los países afectados por el tsunami como Grecia, España o Portugal, entre otros. Y eontonces no pudo darle el sí quiero al tercer hombre de su vida. 

    Sobre la gran cuestión en torno a Christine Lagarde, o sea, por qué siempre está morena, hemos averiguado que visita al menos una vez a la semana un centro de belleza de gran nivel (en Washington), y que además es un entusiasta de los paseos en bicicleta, entendemos que al sol, además de la navegación, que también proporciona mucho bronce. Vegetariana desde hace muchos años y fiel estusiasta de practicar 20 minutos de yoga cada mañana, fue deportista de élite en su juventud, y buena: ganó una medalla de bronce de natación sincronizada con Francia, una especie de Gemma Mengual pero muy poderosa. 

    ¿Y cómo es él?

    "Los hombres de mi vida han tenido problemas para aceptar mi éxito", dijo en una ocasión la directora del FMI y futura presidenta del BCE, lo cual parece que le costó dos divorcios, pero a la tercera va la vencida y la relación con Xavier parece que es definitiva porque al empresario no parece afectarle la fama de su mujer. "La dificultad para conciliar mi vida empresarial y la relación con mi pareja es relativa. Nos gustaría tener más tiempo para estar juntos pero por nuestras actividades eso se complica, algo que hoy en día les pasa a muchas parejas también", comenta el francés.

    Orgulloso de su tierra (nacido en Marsella), el presidente consorte del Banco Central Europeo se describe a sí mismo como un hombre "orgulloso de su ciudad". Incluso tiene un blog donde explica y promociona la ciudad mediterránea. También es amante del cine clásico francés, aunque le gustan desde Steven Spielberg a James Cameron. Deportista amateur, disfruta nadando junto a la campeona de su novia, especialmente en el mar, y también la acompaña en sus paseos en bicicleta o en la caminatas por la montaña. Están morenos siempre los dos. 

    Victor Hugo y Rimbaud son sus autores favoritos y por lo que exhibe en sus redes sociales, Xavier es de los que aprovechan los viajes de su mujer para acompañarla en muchos de ellos. Suele posar sin problemas en las fotos que en esas ocasiones suelen hacerse con el grupo de las primeras damas, ejerciendo de primer caballero sin problemas, y ha compartido mesa con los maridos de otras ilustres lideresas como Angela Merkel o Theresa May. La prensa francesa le describe como el 'cable que une a Lagarde con la Tierra', aunque él tiene sus propios negocios. Ha sido profesor de Derecho en varias capitales francesas y también en Londres pero ahora se dedica a gestionar su propia compañía inmobiliaria, llamada Resiliance. Será por dinero...

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