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Rafael del Pino (Ferrovial) y su amistad con una millonaria italiana emparentada con los dueños de Fiat
Silvia Armesto
La revista Hola ponía nombre este martes a la nueva acompañante del presidente de Ferrovial Rafael del Pino, la primera conocida tras su polémico divorcio de Astrid Gil-Casares. El multimillonario se ha dejado ver junto a Jacaranda Caracciolo, madre de tres hijos, Sofía, India y Alessandro, y recién divorciada del príncipe Fabio Borghese, emparentada con los Agnelli y heredera de una de las grandes fortunas europeas. Sus amistades más cercanas coinciden en que Jackie, como la llaman cariñosamente, es una mujer muy inteligente y gran amante de los animales. A su boda con Borghese en 1996 acudieron entre otros los Benetton, los Saboya, los Aosta, Simeón de Bulgaria, el productor Franco Zefirelli, o el Aga Khan.
Rafael del Pino es a sus 60 años (cumple 61 el 14 de julio) la tercera fortuna de España, por detrás de Amancio Ortega y Juan Roig. Mantiene propiedades en El Viso, Formentera, Cáceres, es dueño de un gran yate, disfruta de avión privado: todo un soltero de oro, platino y diamantes. Su corazón volvía a estar libre después de su sonada ruptura con la madre de sus tres hijas menores, hace ahora tres años. Del Pino tiene otros tres hijos de su primer matrimonio. Casado dos veces, desde su separación en la primavera de 2016 no se le había visto en público con una acompañante hasta la noche del estreno de Falstaff en el Teatro Real, el pasado martes 23 de abril.
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Aquel día Rafael del Pino y la millonaria italiana Jacaranda Caracciolo bajaban juntos del coche que les había dejado en la puerta del Teatro Real. Los dos sabían perfectamente que había prensa apostada en el lugar aguardando a las celebrities, lo cual se interpreta como una jugada calculada para dar a conocer la relación.
La milanesa Jacaranda Caracciolo tiene 47 años, y estuvo casada más de 20 años con el príncipe Fabio Borghese. Este apuesto empresario de 54 años ha sido relacionado desde principios de este año con una actriz italiana muy famosa en su país llamada Claudia Gerini. Fabio Borghese ha ocupado cargos importantes en varias multinacionales en el sector energético como Exxon y Mobil. Ahora trabaja para Enel.
La familia de Jacaranda está emparentada con los Agnelli a través del matrimonio de su tía Marella con Gianni Agnelli. Solo el apellido ya indica que estamos ante una dama ligada al poder político, económico, financiero e industrial italiano, y no solo alrededor de la industria automovilística en torno a Fiat o Ferrari.
El padre de Jacaranda fue Carlo Caracciolo, príncipe de Castagneto y duque de Melito, magnate de la prensa y fundador de L'Espresso y del periódico La Repubblica, uno de los más importantes de Italia. A su muerte en 2008, su hija heredó una fortuna que medios italianos valoran en cien millones de euros, enorme, pero alejada de los más de 7.000 millones del presidente de Ferrovial.
Astrid Gil Casares logra 12 millones tras el divorcio de Rafael del Pino
Mientras Del Pino parece que trata de rehacer su vida, Astrid Gil Casares emprende una nueva etapa como productora cinematográfica. Hace ahora un mes estrenó la película ¿Qué te juegas?, junto a Amaia Salamanca, Javier Rey (Fariña), Leticia Dolera, Mar Saura, Brays Efe y Santiago Segura.
El nombre de Astrid Gil Casares apareció por primera vez en la prensa social (y económica) cuando contrajo matrimonio en junio de 2006, con Rafael del Pino.
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Era la segunda boda para él, viudo y padre de tres hijos varones, y la primera para esta experta financiera que desarrolló parte de su carrera en Londres.
Diez años después y con tres hijas en común, el matrimonio acabó en un divorcio complicado, que enfrentaba a un hombre muy poderoso con una esposa que argumentaba haber dedicado diez años de su vida a cuidar de los hijos de su marido y de las tres que habían tenido juntos, y que había abandonado su carrera financiera en Londres para ayudarle en sus negocios, como experta economista.
Según algunos medios, Gil Casares pedía en principio a del Pino una indemnización compensatoria de 50 millones de euros, además de los alimentos de sus hijas y ayuda al alquiler de la casa de La Moraleja donde vive con las niñas.
Mientras estas peticiones de la esposa fueron desestimadas en primera instancia, Astrid Gil Casares cambió radicalmente su imagen de ejecutiva financiera y luego esposa políticamente correcta de empresario importante por el de una escritora de aire punk, llena de tatuajes, el pelo cortísimo y rubio, y dispuesta a emprender una nueva vida, lejos de los fastos millonarios a los que estaba acostumbrada.
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En contra de informaciones aparecidas en algunos medios, que daban a Gil Casares como perdedora en su proceso de divorcio, en noviembre pasado, la Audiencia Nacional estimó el recurso, presentado por la abogada de Gil Casares, Teresa Martín Rico, contra la sentencia anterior.
El tribunal dictaminó que Astrid Gil Casares percibiría 12 millones de euros más una pensión compensatoria durante cinco años, una cantidad que los juristas de familia consideran una de las más altas de los últimos años, todo un triunfo del despacho de abogados que defendía los intereses de Gil Casares. Es probable que Rafael del Pino haya recurrido esta sentencia ante el Tribunal Supremo para rebajar cantidades y condiciones. La batalla por uno de los divorcios más polémicos de nuestro país, sigue adelante.