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Begoña Gómez: así ha sido su primer (¿y único?) año en Moncloa
Pilar Fernández
La esposa de Pedro Sánchez llegó a la 'Casa Blanca' española en junio de 2018, después de que una moción de censura contra Rajoy y el PP convirtiera a su marido en el nuevo presidente del Gobierno. Convocadas las elecciones el próximo 28 de abril, comienza la cuenta atrás para el posible traslado de Begoña Gómez fuera de Moncloa, la casa en la que nunca quiso vivir: "Si nos pudiéramos quedar en nuestra casa... ¿Hay opción? ¿Tú puedes decidir no ir?", preguntó poco antes de llegar.
Moncloa, hogar dulce hogar
Casados desde 2006, Pedro Sánchez (46) y Begoña Gómez (44) no llegaron solos a Moncloa: con ellos iban sus dos hijas, Ainhoa (15) y Carlota (13), y su perra Turca. A pesar de que su estancia podía ser corta, pues el propio líder del PSOE había prometido convocar elecciones cuanto antes, Begoña no perdió el tiempo: además de cambiar colchones, toallas, sábanas y demás enseres de uso personal (algo que hace cada nueva familia que llega a Moncloa), la empresaria vasca decidió someter su nuevo hogar a una reforma.
Según publicó Periodista Digital, Begoña estaba "horrorizada" con los muebles que encontró (y que renovó por completo Rodríguez Zapatero en 2006) y ordenó un cambio integral de todo el mobiliario. A saber, 8 habitaciones, 9 baños y 3 vestidores, entre otras estancias, como cocina, jardines... En sólo 10 días, Begoña pasó de su casa en Pozuelo de Alarcón a un palacio de estreno.
Apasionada de la moda
La mujer del presidente del Gobierno es experta en marketing y trabajó para diversas ONGs y para entidades como Deutsche Bank. En junio de 2018, era socia de la empresa Task Force y profesora en la Universidad Complutense del máster de Dirección de Captación de Fondos para el Tercer Sector, su especialidad. Dejó su empleo al llegar a Moncloa, a pesar de que aquí nunca ha contado con equipo propio ni agenda oficial, y en agosto fue nombrada directora del Centro de Estudios Africanos del Instituto de Empresa, un hecho que desató la polémica.
Begoña es una apasionada de la moda española y lo ha demostrado en numerosas ocasiones. La última, en la Semana de la Moda de Madrid, el pasado mes de enero, cuando disfrutó de los desfiles de Roberto Verino y Teresa Helbig. Un día antes, acudió al funeral del diseñador Elio Berhanyer, fallecido en Madrid a los 89 años. En las anteriores ediciones de la Mercedes Benz Fashion Week también ocupó su asiento en el front-row de Juana Martín, Juanjo Oliva y Ana Locking, entre otros: "Hay que apoyar la moda española. Hay un nivel máximo de diseño y creatividad. Creo que este sector necesita todo el impulso que podamos darle, pues supone casi el cuatro por ciento del producto interior bruto (PIB) en España. Es una industria con mucho recorrido que puede crecer", dijo en una ocasión.
Pero no hay nada como dar ejemplo y ella ha demostrado que se atreve con todo en algunas citas ineludibles: desde su reunión con Felipe y Letizia en el palacio de Marivent (fue su primer acto como Primera Dama y vistió de Carolina Herrera en un guiño a la reina) hasta sus viajes a Canadá (de Adolfo Domínguez), Guatemala (de Roberto Verino), Francia, Cuba o Estados Unidos, donde lució un diseño asimétrico de Delpozo valorado en 2.300 euros (aunque a ella le salió gratis) que provocó burlas y memes en las redes sociales por su parecido son la bandera que tenía al lado.
En estos nueve meses la hemos visto una sola vez de etiqueta. Fue en noviembre, durante la recepción oficial al presidente chino Xi Jinping. Lució un elaborado vestido en terciopelo rojo con grandes flores bordadas y escote delantero y trasero, firmado por el diseñador asturiano Marcos Luengo.
El Falcon y otras polémicas
Durante estos meses, Begoña ha disfrutado de las bondades que su puesto le concede y que les han provocado más de un dolor de cabeza tanto a ella como a su marido. Por ejemplo, asistir al Festival Internacional de Benicassim en el Falcon presidencial o llegar a la boda de su hermano, celebrada en La Rioja, en un helicóptero Súper Puma del 402 Escuadrón del Ejército del Aire. Estos vehículos, además de un avión y una importante flota de vehículos, deben ser utilizados en actos oficiales y no privados, por lo que Pedro y Begoña fueron duramente criticados.
En el centro de la polémica se convirtieron tras el besamanos de los Reyes en el Palacio Real después del último desfile por el Día de la Hispanidad. Un fallo de protocolo les 'obligó' a colocarse junto a Felipe y Letizia y saludar al resto de asistentes, un error por el que muchos afirmaron que habían hecho "un ridículo espantoso" y que dejó al descubierto "su altanería y prepotencia".
Menos mal que el presidente y su señora también tienen donde desconectar de toda la presión y las malas lenguas: un palacete en Lanzarote, La Mareta, que pertenece a Patrimonio Nacional. Llevaba cerrada más de 10 años, ya que Mariano Rajoy no la visitó durante su mandato, y en los nueve meses de Sánchez ya la han visitado dos veces, en el puente de octubre y en Navidad.
Pero no sólo se han relajado en La Mareta. Pedro y su familia también han conocido la finca Las Marismillas, en Doñana, a la que tanto cariño le cogió Aznar. Allí recibieron a la canciller alemana, Angela Merkel, en agosto.
¿Vuelta a la rutina?
Si los ciudadanos deciden el próximo 28 de abril que Pedro y Begoña abandonen Moncloa, su vida volverá a dar un giro, esta vez para menos (que no para mal). El matrimonio y sus hijas cambiarán su palacete nuevo por su residencia familiar en Pozuelo de Alarcón, y se despedirán de las Canarias para retomar sus vacaciones en Almería, donde lucían palmito hasta el verano de 2017. Además, volverán a trasladarse de un sitio a otro como cualquier mortal: en coche o tren, aunque siempre pueden comprarse un pájaro y llamarlo Falcon en recuerdo al que, según muchos medios, ha sido el mayor vicio del matrimonio presidencial.