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Habla Tanya, la mujer de Pablo Ibar, el español condenado a muerte en EEUU que este lunes vuelve al juzgado


    Informalia

    A sus 46 años, Pablo Ibar ha cumplido 24 en prisión, 16 de ellos en el corredor de la muerte, por el triple crimen que asegura que no cometió y por el que fue condenado sin pruebas sólidas. Así lo admitió el Tribunal Supremo de Florida en 2016. El detective del caso, Paul Manzela, reconoce que amañó pruebas contra el español y un testigo dice que le sobornó con mil dólares para que mintiera contra el acusado. Este próximo lunes se reanuda su juicio en Florida y su mujer declarará ante el Tribunal Supremo del estado que estaba con él. Es la última oportunidad de su marido para salvar su vida y salir del infierno. "Los fines de semana la gente disfruta y yo voy al corredor de la muerte", se lamenta.

    Tanya le conoció a los 16 años y, a punto de cumplir los 40, le ha visitado cada fin de semana en la cárcel, recorriendo 800 kilómetros en por carretera. Ahora sueña con un final feliz. "Quiero poder estar en la misma habitación, poder tocarle sin un guardia que me diga que no puedo hacerlo", confiesa. Tanya y Pablo tienen dos niños que apenas conocen a su padre.

    Enfermera de profesión, tuvo que casarse a través de un cristal. Su voz, a través del teléfono de la zona de visitas del centro penitenciario, ha sido el apoyo de Pablo para soportar su situación y seguir adelante en la lucha por demostrar su inocencia. Desde hace 16 años vive aterrorizada con la peor de las amenazas: que maten a su marido, que lo ejecuten con la inyección letal, el sistema por el que se aplica la pena capital en Florida. Tanya asegura que la noche de los asesinatos durmieron juntos. "Llevábamos un tiempo saliendo y ese verano mi madre viajaba a Escocia por la graduación de mi hermana. Como no estaba en casa y Pablo vivía cerca pensé que era una buena oportunidad para que viniera. Yo no lo había planeado pero acabamos pasando la noche juntos", recuerda la mujer del español en conversación con la Ser.

    "Meses más tarde, cuando Pablo fue arrestado, le pedí a mi madre que comprobara las fechas de su pasaporte y confirmamos lo que pensaba. Decidí dar toda la información a la Corte, pero en el primer juicio no nos llamaron a testificar porque básicamente la defensa no llamó a nadie", explica. "No fue hasta el tercer juicio, en el que le condenaron a muerte, cuando tuvimos la oportunidad de testificar. Mucha gente pensó que nos lo habíamos inventado para ayudarle. No se dieron cuenta que esa información se había presentado desde el primer día" añade.

    Tanya sabe que su marido no es culpable aunque lleva 24 años en prisión. "Es traumático hasta el punto que yo he dedicado mi vida entera a él, a su inocencia. He sacrificado toda mi vida. Desde los 15 o 16 hasta los 40 que tengo ahora. Podría haber seguido con mi vida y seguramente habría sido mejor para mí pero no podía dejarle morir", comenta .

    El infierno de Ibar empezó la noche del 26 de junio de 1994, cuando acudió a una fiesta en casa de la que entonces era su novia, Tanya Cruz Quiñones, de soltera. Se quedó dormido en su casa. A algunos kilómetros, se producía un triple asesinato: Casimir Sucharsky, dueño de un local nocturno, y dos bailarinas, fueron asesinados brutalmente. Todo queda registrado por una cámara de seguridad en blanco y negro. Tres semanas después, Ibar fue detenido tras una pelea relacionada con un asunto de drogas y al llegar a comisaría los detectives Paul Manzella y Craig Scarlett creyeron que el asesino de las imágenes se parecía a Ibar. Tras ser acusado, la Fiscalía pidió pena de muerte. Manipulaciones en los testimonios, irregularidades durante las identificaciones y una defensa muy mal llevada por un abogado violento, enfermo y adicto a los medicamentos acabaron por llevarle al infierno del corredor de la muerte. Ninguna de las 100 huellas, rastros de sangre o marcas de botas del escenario del crimen coinciden con las suyas.

    En España, la fundación contra la pena de muerte Pablo Ibar ha reunido casi un millón de dólares para financiar los abogados. Senadores y diputados españoles estarán en el juicio. Tanya asegura que no pleiterá para pedir indemnización si su marido sale porque "no hay dinero en el mundo que pague lo que Pablo ha pasado", repite. "Entiendo que es terrible que murieran tres personas y me siento fatal por ellos, por sus familias. Rezo por ellos desde hace años porque no me puedo imaginar cómo de terrible debe ser. Pero siento que la ley no se basa en la verdad sino en cuánto dinero tienes o a quién conoces. Y es muy duro que una vez entras en el sistema es casi imposible salir", argumenta.