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Ministro Grande Marlaska: el juez vasco que salió del armario


    Informalia

    En octubre de 2005 le dio el "sí, quiero" a su pareja, Gorka, con el que compartía su vida desde hacía nueve años, pero para vivir el día más feliz de su día tuvo que transitar un camino repleto de dificultades y soledad: "Mi madre reaccionó de la peor manera posible: se agarró de los pelos, se metió en la cama vestida y estuvo quince días sin salir".

    Grande Marlaska relató su experiencia en un libro publicado en 2016: "Rompí con todos ellos, con toda mi familia [...] Fue una ruptura muy dolorosa, sobre todo porque nunca había vivido presiones familiares de ningún tipo, ni religiosas ni ideológicas. Por eso el chasco fue mayúsculo, estuve seis años sin hablar con mi madre". Él se mostró firme en sus convicciones: "A eso de los nueve o diez años empecé yo a tener una vaga conciencia de mis apetencias sexuales. Durante años, se impuso más la represión, después me trasladé a Madrid, a la escuela judicial y me declaré gay por primera vez. Perdí la virginidad a los 25".

    El gran amor de su vida es Gorka, un filológo al que conoció en un bar y que lo dejó todo para seguirlo a Madrid: "Nunca hemos ocultado nuestra relación, sin hacer proselitismo ni exhibicionismo siempre lo hemos llevado normalmente, como cualquier pareja heterosexual", afirmó. Lo suyo fue amor a primera vista y sólo una semana después de conocerse ya vivían juntos: "No siempre es fácil topar con gente interesante en ese ambiente". Desde entonces no se han separado aunque han tenido que renunciar a algunos sueños por el camino para poder estar juntos: Marlaska abandonó un proceso de adopción que había iniciado en solitario cuando conoció a Gorka, que no quería ser padre: "Renuncié a ser padre porque mi marido, que es profesor y está en contacto con adolescentes, tenía muy claro que no quería tener hijos".

    Nacido en Bilbao el 26 de julio de 1962, Grande Marlaska es hijo de Avelino Grande, miembro de la Policía Armada, y de una costurera. Tiene dos hermanas. Amante de los animales, quiere que sus cenizas se mezclen con las de sus mascotas el día de su muerte: "Se me ocurrió al morir mi gato Otto". Firme defensor del colectivo LGTB, es íntimo amigo de la periodista Ana Rosa Quintana, de hecho, fue el encargado de casar a su hijo, Álvaro Rojo, el pasado verano en Extremadura.

    Nacionalista, objetivo de ETA, aficionado a la lectura y residente en Chueca, el barrio de ambiente de Madrid, la dedicación política siempre estuvo en su mente: "Si considero que en otro lugar puedo dar lo mejor de mí mismo es en la Administración pública".