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Fernando Tejero y José Luis Gil (La que se avecina) pierden su pulso contra Hacienda


    Informalia

    Los protagonistas de La que se avecina siguen los pasos de tantos otros compañeros a los que Hacienda ha pedido cuentas por haber tributado durante años a través de sociedades cuya única actividad era su trabajo personal. Los fallos del tribunal son claros: deben pagar.

    Así termina una batalla que, en el caso de Fernando Tejero (51), comenzó hace ocho años. Entonces, el actor afirmó que Hacienda se la tenía jurada: "Yo quiero pagar a Hacienda, por supuesto, y pago, pero me da mucha pena y me hace sentirme fatal que tú te pases de plazo dos días y te traten como un delincuente... A mí me ha tratado como un delincuente por ser artista y mientras veo a los políticos ladrones sonriendo en la tele", decía indignado.

    La empresa de Tejero es Lázaro Producciones y a través de ella declaró su trabajo, pagando un 25% del impuesto de sociedades cuando por IRPF le tocaría pagar más del doble. Tal y como desvela Vanitatis, la sentencia de la Audiencia Nacional detalla que "todas las prestaciones de servicios consistieron en la realización de actividades artísticas llevadas a cabo en su totalidad por el Sr. Tejero, participación en programas de TV, en series de TV y películas de cine, en promociones y campañas publicitarias, cesión de los derechos de imagen del artista, servicios, en definitiva, personalísimos como artista prestados exclusivamente por el señor Tejero". Es decir, Hacienda considera que la empresa no tiene actividad real, sino que es un mero artificio para pagar menos impuestos.

    El mismo caso es el de su compañero en La que se avecina, José Luis Gil (60). El actor fue sometido a una inspección de Hacienda que le condenaba a pagar 231.087 euros; él recurrió al Tribunal Superior de Justicia de Madrid pero éste ha dado la razón a Hacienda. El 'modus operandi' era el mismo que el de Tejero: Gil facturaba a través de su sociedad, Nube Nueve, de la que era socio al 60% junto con su mujer. Aunque en este caso el actor sí recibía remuneración por parte de la empresa, Hacienda entiende que no lo suficiente como para ser considerado un 'empleado' de la misma. De hecho, Gil facturó como gastos de empresa la compra de un coche deportivo de alta gama, estancias en hoteles, facturas en restaurantes, ropa, móviles, gastos de peluquería y maquillaje, entre otros.