El mal humor de Iñaki Urdangarin contra la infanta Cristina, relatado por testigos presenciales
Martín Alegre
Hora del almuerzo en el restaurante Luigia, de la rue Adrien–Lachenal, en pleno centro de Ginebra. Es un italiano caro y que está de moda. Todo el mundo opina que hacen la mejor pizza de la capital suiza, a la que añaden un original toque de trufa si se desea. El postre, a base de Nutella, entusiasma a los pequeños. El servicio es además simpático y atento. Es un restaurante ideal para familias con niños o para clientes vegetarianos, como la reina doña Sofía.
La familia Urdangarin celebraba allí hace dos años el cumpleaños de uno de los cuatro hijos de la infanta Cristina y el ex duque de Palma. La abuela doña Sofía viajó desde España para acompañarles, también una de las hermanas de Iñaki. Los otros seis hijos de los padres de Iñaki siempre han apoyado a su hermano sin fisuras y durante el juicio del caso Noós en Palma, Mikel y Clara Urdangarin estuvieron presentes en la sala para dar testimonio de la solidaridad familiar.
Doña Sofía, la infanta, Iñaki, su hermana y los cuatro niños, ocupaban la mesa que habían reservado previamente. Justo al lado estaba sentado cuando llegaron un matrimonio español que reconoció de inmediato a la familia, como es lógico. Los niños se apuntaron casi todos a la pizza, se veía que conocían bien el establecimiento. El almuerzo transcurrió con normalidad hasta que el matrimonio español percibió los gestos de contrariedad de Iñaki Urdangarin cada vez que su esposa Cristina abría la boca. No escucharon la conversación exacta de uno y otro pero la permanente actitud irritada y hostil de Urdangarin hacia Cristina, que aguantaba callada el mal humor constante de su marido, era demasiado evidente y les resultaba sorprendente y muy incómoda, según cuentan ahora a Informalia.
Mientras, doña Sofía y la hermana de Iñaki seguían hablando con los niños, intentando ignorar el mal rollo de la mesa. Los vecinos españoles no comprenden aún hoy ese "desprecio de Iñaki hacia la madre de sus hijos", que ha permanecido junto a su marido, en el amor hasta que la cárcel les separe, seguramente después.
El testimonio de este matrimonio, testigo involuntario de la escena, coincide con informaciones recientes de medios fiables, que dan cuenta del rencor y enfado monumental de Urdangarin hacia la familia de su esposa, a los que culparía de no haber creído en su inocencia y de no haber hecho nada para impedir que se sentara en el banquillo o que al menos la sentencia fuera meramente simbólica.
Y si la familia del rey no ha hacho nada por salvarle, Cristina tampoco ha conseguido convencerles de que lo hicieran, podría argumentar Iñaki. La sentencia firme del caso Noós, que debía ratificar este mes de mayo la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, se retrasa hasta junio. Dicen que es porque se está tratando de evitar un durísimo voto particular de uno de los magistrados. Si el resultado confirma el criterio de la anterior resolución, Urdangarín cumpliría seis años y tres meses de prisión. El fiscal por su parte eleva esta pena a diez años. La defensa del yerno del rey don Juan Carlos, pide la absolución pero resulta prácticamente imposible que se libre de ir a la cárcel.