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David Copperfield, obligado a desvelar uno de sus grandes trucos ante el juez
Informalia
El mago se ha visto obligado a desvelar uno de sus grandes trucos ante el juez después de haber sido demandado por uno de los espectadores de sus shows, que le reclama una indemnización millonaria. El individuo, elegido por David Copperfield (61) en uno de sus espectáculos, sufrió un accidente durante el juego de magia que le causó una lesión cerebral.
Gavin Foz (58), un ex chef británico, presenciaba el espectáculo que Copperfield ofreció en Las Vegas en 2013 cuando fue seleccionado como uno de los voluntarios para formar parte del truco llamado Lucky 13. El mismo consiste en hacer desaparecer a trece personas del escenario y que aparezcan después detrás del público.
Durante la realización del juego de magia, Gavin sufrió un accidente que le produjo una lesión cerebral y varias heridas que fueron tratadas en el quirófano. Estos daños, que afirma que le han supuesto más de 300.000 euros en atención médica, le hicieron llevar a juicio al ilusionista y reclamarle una indemnización millonaria.
Según The Guardian, los abogados de Copperfield no lograron llegar a un acuerdo con el demandante antes del juicio, por lo que el productor ejecutivo del mago, Chris Kenner, tuvo que detallar en qué consiste el acto de ilusión en los juzgados.
Al parecer, los trece participantes son conducidos por un sistema de pasillos oscuros interiores y exteriores desde el escenario hasta el lugar de la reaparición. Además según ha explicado, incluso llegaron a tener que recorrer la cocina del recinto, lo suficientemente rápido para entrar a la parte posterior del teatro, lugar en el que finaliza el truco. "¿Se trata de una carrera de obstáculos?" preguntó el abogado del demandante a Kenner, quien respondió con una negación.
El letrado de Foz declaró durante el juicio que dicho recorrido incluye una pendiente, polvo y escombros, lo que le hace peligroso para los participantes. Además, el abogado preguntó si antes realizan una revisión previa del recorrido, inspección del calzado y evaluación física de los voluntarios. Kenner, entonces, se defendió diciendo que el truco no es peligroso y que se ha realizado a lo largo de 15 años con más de 100.000 participantes. En esta ocasión, todo cambió.